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¡Sí a los cumples-pijamadas!




Sobreviví a la pijamada, sí, al primer cumple-pijamada de mi hija. Y a pura honra. O muy contenta con la elección tomada, con las elecciones que tomamos con mi amiga Paulina. Sí a la pijamadas, sí a los cumples- pijamadas... Estoy peleándolo a Emiliano, un poco, además de estar diciendo lo que siento. Emiliano es el marido de Paulina. Un amor de marido, amable, colaborador, relajado...
Pero hete aquí que el domingo a la mañana, mientras ponía en su lugar un cuadro (cuadro que había sido quitado la noche anterior para proyectar una película sobre la pared blanca) escucha que su mujer me comenta:
-No sacamos fotos a las uñas (ah, sí, Paulina y sus dos santas de hermanas se mandaron un trabajo de la hostia, ¿así se dice? Nunca uso la expresión "de la hostia" pero me parecía la más apropiada. Se mandaron un flor de trabajo, decía, con las uñas de las niñas. Lo que se llama nail art. Inspiradas o tomando como referencia algunas fotos de uñas locas).
-No importa –le respondo- Igual tengo muchas... Voy a hacer un re post –ah, sí, así me expreso también. A lo adolescente.
-Ella todo lo piensa en términos de post –le dice Paulina a Emi que, como les decía, estaba en tren de colgar el cuadro en la pared blanca.
A lo que él contesta, con su tono amable, casi zen:
-Y yo voy a hacer un grupo de Facebook.
Lo escucho, me da curiosidad lo que está diciendo... ¿Un grupo de FB de qué?
-"No a las pijamadas" se va a llamar.
-...
-Y voy a publicar todas cosas horribles de pijamadas que asusten a los chicos...
- A los padres –lo corrijo.
- Los padres ya están asustados, salvo ustedes dos que son dos desquiciadas... (creo que agregó "de mierda").
-Emi, te voy a publicar en el blog diciendo eso...
-Ah, sí, las lectoras de tu blog deben ser igual de desquiciadas que vos.
Y en su tono bajo, casi zen, fácil, pancho... se fue. Y me dejó a mí con tal tentación, me hizo reír de tal manera que no pude evitar la acción que me brota cuando mis hijas dicen frases ocurrentes: transcribirlas a papel.
Por eso empecé el post peleándolo: sí a las pijamadas. ¡Sí a los cumples-pijamadas!
¡Sean desquiciadas y festéjenle ustedes el cumple a sus hijos!
Pongan el cuerpo, pongan la casa... (conste, Emi, que ofrecí varias veces la mía).
¡Es sólo 1 día al año! Créanme: la experiencia lo vale. Por supuesto, cada uno festejará como se le cante. Sólo estoy empujando a tomar la decisión a aquellas madres que lo estaban considerando y quizás no se animaban... hasta el momento.
Y aquí pasemos a un terreno más pragmático.
No voy a darles consejos, sería una total caradurez de mi parte ponerme a aconsejar a partir de una única experiencia. Sí quería contarles qué hicimos.
Primer momento: Ponerse lindas. Niñas llegaban y las madres (Dos madres. ¡Sería bueno que fueran 4!) las maquillaban. Al igual que con las uñas, teníamos algunas referencias en papel y les dábamos a elegir a la niña en cuestión cuál quería.
Consejo: que esas referencias sean fáciles.
Otro dato importante: además de las pinturas de maquillaje artístico, aconsejo un buen lápiz (delineador) negro para hacer fácilmente el dibujo, la base del diseño.
A la par del maquillaje niñas se disfrazaban. Las que querían. Las de 7 ya no se ponen vestidos de princesas, pero sí pañuelos de adultos, sombreros, accesorios varios.
Les dimos, además, unos antifaces muy mononos.
La idea era que lucieran su ropa y bailaran. Bailaron unas pocas. No lo forzamos.
Segundo momento: La búsqueda del tesoro. Una buena búsqueda del tesoro te salva el cumpleaños. Fue el juego-vedette de la noche. Todas las expectativas estaban puestas en él. ¿Qué hicimos? Una cartulina-mapa con un recorrido de 13 números. Trece monedas que había que encontrar e ir pegando. Monedas de papel. En cada sitio de la búsqueda no sólo estaba la pista para el próximo paso, sino la moneda perteneciente a ese paso.
Lo importante para nosotras fue divertirnos al hacer pistas. Lugares ingeniosos y frases que causen un poco de risa... O que las hagan pensar... apenas. Eso más la dinámica del juego (el tesoro como promesa final) lo hace todo.
Y jugarlo con ellas.
Y un tesoro colectivo a la altura de la expectativa. En Once compramos 10 lechuzas-llaveros con luz y sonido. Se me ocurrió, después, que podríamos haber hecho el mapa o las monedas con lechuzas, como para tematizar esa búsqueda y que esa lechuza-tesoro tuviera más sentido.
Un tercer momento importante: pintar maderas. Estoy obviando el momento de la cena, ojo. Me atengo a comentar las actividades y juegos. Paulina compró unas manos de madera. Y unos adornitos pequeños, lentejuelas, cositas para pegarles a las manos. Nos sentamos alrededor de una mesa... ¡Vieran cómo se entretuvieron!
Otros juegos:
Hubo juegos más dinámicos como una suerte de "Dígalo con mímica" de palabras básicas.
También contábamos con verdad-consecuencia, otro juego de mesa, de cartas, con preguntas y consignas, que no llegamos a jugarlo. Como tampoco el Twister, ese que se pone una lona y vas poniendo un pie en color y otro en otro, y lo mismo las manos.
Nail art:
Lo que sí las entretuvo fue el nail art. Acá debo destacar la labor de las hermanas de Paulina: Daniela y Carolina. Se esmeraron, tuvieron mucha paciencia... y las niñas quedaban encantadas.
Que jueguen solas:
Y después... ¡tiempo solas! Entre ellas.
Ponerse a hacer collares era una última actividad programada pero ya habían hecho tanto que la dejamos para la mañana, a la par de la leche y las galletitas.
Por último: helado y película.
Una película proyectada en la pared (la del cuadro). Y helado mientras la mirábamos.
Y armarse de mucha paciencia porque se acuestan a cualquier hora. ¡Están sobre excitadas!
Algunas caen temprano. ¡Algunas cayeron temprano! Y cuando digo temprano me refiero a la 1 a m. Otras a las 2 am... y las más intensas como a las 4 y 30.
Y sí, una duerme ahí, en medio del campamento de colchones. Como puede.
Y al día siguiente hay que dedicarle una o dos horas al orden. Y a la limpieza... pero se puede. Y no solo se puede, sino que... ahh, es tan linda la sensación de despertar colectivo. Te une tanto.
Y es lindo que el festejo de un cumpleaños dure lo que tira el cuerpo. Es una buena maratón de euforia para pasar, insisto, una vez al año. O dos en mi caso, que tengo 2 niñas. Ya me veo en enero armando pijamada en casa para Lupita.
Y para cerrar el post y que Emi vea que no somos tan desquiciadas (o sí, pero con motivo), voy a citar la respuesta de su hija Clara a mi pregunta: "Del 1 al 10, ¿cuánto te gustó la pijamada?"
-¡120!
Una amiga de Paulina, que escuchó la charla, acotó: "¿Del 1 al 10, nivel de agotamiento?"
-¡120!
Pero agotarse 120 por una hija o hijo bien lo vale. Y si no, prueben ustedes y cuéntenme.
¿Qué piensan?
Antes de empezar. En el espejo: Paulina y Dante. ¡No tengo fotos tuyas, Pau!

Antes de empezar. En el espejo: Paulina y Dante. ¡No tengo fotos tuyas, Pau!

Antifaces y pulseras

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El tesoro: lechuzas-llaveros (para todos)

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Pintándole la cara

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Madre pintó cara y ojos, ella los labios

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Búsqueda del tesoro. Sobre la pared: la cartulina-mapa

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Algo que no dije arriba: los adultos tienen que coordinar el juego. ¡Animarlo!

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La pista estaba debajo del banco

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Momento de pintar

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Muchas manos...

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Arte cumpleañero

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Tengo que pasarles el dato de Carolina, hermana de Paulina, que hace unas tortas increíbles

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Ay, mamita

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Las 6 de la mañana

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