Puede ser que algunas mujeres madres (entre las que me incluyo) por momentos nos pongamos "pegajosas", emocionalmente intensas o exageradas, aniñadas en expresiones donde abundan los diminutivos y adjetivos y adverbios tales como "precioso", "divino", "fantástico", "mágicamente", entre otros. Ni hablar cuando nos juntamos y nos llenarnos la boca hablando de nuestros retoños; casi que parecemos adolescentes en etapa de enamoramiento, obnubiladas por la presencia repentina de un príncipe endemoniadamente bello.
También es cierto que por momentos logramos salirnos de ese discurso apoteótico y de un momento al otro nos confesamos desbordadas, enloquecidas, gritonas, feroces y en lo profundo de nuestro cuore: culposas (como cualquier persona viva). La otra cara de la Maravilla maternal parece casi una tragedia. Cambian los colores, pero la intensidad emocional sigue siendo la misma.
Y basta que una se muestre verdaderamente vulnerable o angustiada para que el resto, a su alrededor, reactive su faceta más maternal positiva y le diga a coro: "ánimos", "vamos", "está todo bien", "relajate", "vas a poder" y demás expresiones de apoyo.
No estoy justificándonos, ni justificándome (o tal vez un poco). Estoy viéndome para reírme de mi funcionamiento, de nuestro funcionamiento, en determinados momentos. Y aceptarme, aceptarnos en este rol tan de las entrañas, de las pasiones, de la irracionalidad, de la fuerza, de la delicadeza, del juego. Y dar las gracias.
Pero no somos sólo eso, también somos la mujer observadora, la que se anima a desconocerse, la filosa, la nena vulnerable, la mariposa social, la artista que busca su libertad, la que tiene los pies muy en la Tierra, etcétera, etcétera (la lista variará según cada una). La lenta integración de todas esas voces -a veces contradictorias entre sí- es lo que a mí más me interesa. Intuyo que ése es mi ejercicio, o mi meta en esta vida. Quizás me equivoque.
Y dicho esto, después de una semana tan intensa, las invito a que suelten sus pensamientos sin filtros. Como una decantación de todo lo que hemos ido viviendo en este último tiempo.
Yo estoy entre emocionada y asustada porque el martes me voy a estar operando (quitándome) el lunar del que les hablé, que es algo muy fácil de hacer, pero que evidentemente me moviliza más de lo que creía.
Estoy feliz porque mi hija hizo pis en el jardín. ¡Por primera vez! Se relajó Chinita, parece ser y se animó a pedir y relajar los esfínteres en un baño que no es el de ella.
Sigo embarcada en la obra de teatro (semana que viene prometo más detalles de mi laberinto laboral que ni se imaginan), con relativa incertidumbre laboral, moviéndome lenta pero certeramente, y ejercitando al extremo mi paciencia.
Por último, confieso que disfruté mucho de los posts de Jana, Ine y Vale, que me pareció una elección de lo más acertada (abrir el juego), que es altamente refrescante hacerlo y seguir haciéndolo.
Gracias a todos por estar ahí, y por participar del espacio con el amor, el compromiso y el respeto que lo hacen a diario. ¡Espero sus PMs! Los abrazo.
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