Una película no es un reflejo exacto de la realidad. No es necesario que tenga una moraleja o un mensaje, aunque puede incluir uno y eso no determinará su calidad.
Una película contiene una historia o varias, y es probable que represente la mirada de una época, pero siempre se tratará de una interpretación, la visión que el director tuvo sobre un guión. Si está basada en un libro, además, tuvieron que adaptarla. Muchas manos, muchos ojos intervinieron para darle forma, antes de que llegue a la pantalla grande.
Algunas historias generan identificación en el público.

Que la adolescencia es una etapa complicada, no es novedad. Son años de cambios hormonales, crecimiento acelerado, incertidumbre. La preparación para lo que vendrá, los adultos que seremos por el resto de nuestra vida. No recuerdo mi adolescencia como una etapa especialmente feliz, aunque sé que hubo muchos momentos felices. Pasé los años del secundario haciendo un esfuerzo por amoldarme al entorno. Me hubiera encantado que mi yo del futuro me contara que iba a encontrar gente parecida a mí en el camino, que era cuestión de paciencia, como sucede en este cuento de Hernán Casciari, ¿Me agregás como amiga?.
A los 16 me enamoré en unas vacaciones de verano y por dos años, aunque dejé de verlo, fue al único "hombre" al que esperé. Así escribí y llené diarios con su recuerdo, así lloré y extrañé obsesivamente la imagen que me había creado. Me regodeaba en el dolor de su ausencia. Cuando lo volví a encontrar, yo había crecido y él no. Había fabricado un personaje tan ideal, que era imposible no sentirme decepcionada, el verdadero amor sólo existía en mi mente.
Nunca tuve problemas graves de sobrepeso, pero hubo momentos en que la comida tapó ansiedades y tristezas. Un compañero me preguntó una vez cuánto medía y cuando le respondí que 1,72, me contestó: "Tenés la altura de una modelo, sólo la altura". Los chicos no se dan una idea de lo que le puede afectar ese tipo de comentarios a una persona insegura.
A los 18 leí sobre anorexia y bulimia, y me pareció que sería una buena idea dejar de comer para llegar divina a la fiesta de egresados y quedar perfecta en el vestido negro. Entre noviembre y diciembre, salí a correr con una amiga y llegué a tomar laxantes sin necesitarlos. Por suerte duró poco, bajé algunos kilos pero entendí que no era, para nada, una buena idea. No volví a hacerlo. Comprendí que un cuerpo saludable y deportivo era mucho mejor, no existía la magia para adelgazar. Confieso que hasta el día de hoy le tengo miedo a los cambios corporales, pero trabajo en mí para que no me importen tanto.

No me interesó leer el libro Abzurdah cuando se publicó, no era mi momento, pero apenas me enteré que se estaba por estrenar la película quise tratar el tema en el blog. Intenté entrevistar a Cielo Latini, pero no contestó a mis llamados. Ayer vi la película en el cine, todavía me quedaban cuarenta páginas para terminar la novela. También había leído el ensayo de Carolina Duek "El amor vende más", en donde ella opinaba que en la película se tomaba con liviandad el verdadero origen de los desórdenes alimenticios, al enfocarse en la historia de amor y desamor.
Cielo ama a Alejandro, (o Alejo). Alejo no la ama. Ella no lo acepta, le exige que demuestre que la necesita tanto como ella. Su amor es enfermizo porque ella está enferma, aún antes del primer vómito. La película se enfoca en la relación entre ellos, la cama es el lugar más recurrente. Se percibe que algo no funciona en el vínculo familiar, pero lo importante es que "El amor duele".
Estoy lejos de ser crítica de cine, la China Suarez es bellísima aunque llore y se vea demacrada, su actuación resulta convincente, Esteban Lamothe encarna bien a Alejo, por momentos logra ser un personaje detestable. Repito, la película no está obligada a dejarnos una enseñanza, es un producto artístico que fue creado para ser consumido. Como tal, cumple con las expectativas.
En la novela, Cielo Latini hace una catarsis que es imposible de encontrar en la pantalla. Cuenta que fue discriminada por gorda, la forma en que dejó de comer para ser aceptada, describe su soledad dentro y fuera de su familia, y cómo le costó relacionarse con sus compañeros por sentirse diferente. Habla de su obsesión por Alejandro (Hogweed en ICQ), lo culpa por todo su dolor. Cuenta el nacimiento del blog Me Como a Mí, y la sensación que le produjo transformarse en una referente para bulímicas y anoréxicas. Apenas se percibe en la película algo de su desesperación, casi no se ve cómo ella se desangra y transmite ese deseo de morir, de encontrarle fin al sufrimiento. Tampoco la novela alcanzará a cubrir la historia real, el infierno lo conoce su protagonista. Como dice Cielo Latini: "Nunca es lo mismo vivir que escribir o describir. Jamás".

El libro fue un éxito de venta desde su aparición, en 2006. Logró generar identificación con los que fueron, y son, adolescentes incomprendidos. A mí me disparó los recuerdos que conté, pero estoy segura de que muchas mujeres pasamos por momentos de inestabilidad emocional y nos sentimos sapos de otro pozo, o amamos a personas como si nuestra vida dependiera de ello. O tuvimos/tenemos distorsionada nuestra imagen frente al espejo, y sufrimos la presión social de ser lindas, flacas y exitosas. Si la respuesta es sí a todo lo que acabo de mencionar, y además hay conductas autodestructivas, no hay que pedirle respuestas a una película, o un libro, menos a un blog.
Es importante saber que en todo hospital público hay un servicio de Psicopatología y Salud Mental, dentro de ellos se organizan espacios interdisciplinarios para el tratamiento de trastornos de alimentación. En el caso de adolescentes, pediatras, terapeutas familiares, psicoterapeutas que trabajan en adolescencia y nutricionistas, atienden a la persona desde distintos ángulos, con un tratamiento de mirada integral. Se puede consultar en la Red Interhospitalaria de Trastornos en la Alimentación.
La psicóloga Romina Osiadacz trabajó de esa forma en el Hospital Argerich. Me informa que también hay espacios en la EOL (Escuela Lacaniana) que tiene servicios a la comunidad para consultar a quien busque atenderse.
Cuando le consulto por las causas de enfermedad, me dice que el trastorno de alimentación está absolutamente ligado al vínculo primario y relacional con la figura materna. "El alimento representa el primer canal de vínculo y nutrición no solamente físico sino fundamentalmente emocional. Cuando nos abrimos a incorporar un alimento con él incluimos todo aquello que viene del otro en términos afectivos, relacionales, simbólicos, inconscientes. Es allí donde se juega el desarrollo entre la formación de mi subjetividad, de mis limites, de mi apego y de mi necesidad de separación. Como objeto de amor de otros (de mis otros primarios: mamá y papá). Y es allí, donde el trastorno de alimentación surge como síntoma, como eslabón que manifiesta y habla de ese vínculo primario y su formación y vicisitudes. Es allí donde hablan generaciones vinculares. Cada caso hablará de la particularidad y singularidad de ese entramado vincular. Pero estructuralmente el alimento habla de mi vínculo más arcaico y pre verbal con la figura de mi madre, con su inconsciente, de mi lugar como objeto de deseo y amor de mis otros constitutivos y al mismo tiempo del camino inaugural como sujeto diferenciado. En esa danza vincular los trastornos de alimentación gritan su camino fallido".
Según datos de la Red Interhospitalaria de Trastornos en la Alimentación, Argentina tiene, después de Japón, la mayor incidencia de anorexia y bulimia en el planeta, enfermedades que afectan a siete millones de mujeres y a un millón de hombres en todo el mundo.
Que podamos hablar del asunto gracias a una película, creo que aporta. ¿La vieron? ¿Leyeron la novela? Espero comentarios.
Me pueden escribir a kariuenverde@gmail.com
Abrazo.
Kariu
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