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Superviviente y navideña




A la calma le siguió el huracán. Oh, sí, no hubo formol que la mantuviera intacta y en pocos días me vi viviendo una revolución emocional que mamma mía. Miedos, incertidumbre, angustia y esa presión en la boca del estómago de la que veníamos hablando. No me pregunten por qué porque ni yo sé y lo poco que sé prefiero no exponerlo.
Lo positivo del caso (vamos rápido a lo positivo porque estos días estamos todos enquilombados y la semana es cortísima), lo positivo es que me recuperé, que pude pedirle ayuda a mi madre, que ella estuvo ahí, dándomela... y que el lunes ya estaba más o menos en condiciones para festejar en familia. El huracán del fin de semana había pasado, dejando apenas una leve secuela física (gastrointestinal) en la que mejor ni me detengo, para no horrorizar a lectores (ni a hermano).
Con todo, la pasé LINDO.
Tuve una preciosa Noche Buena y Navidad con algunos condimentos destacables:
Ante todo, familia en armonía. Como nunca. Quizás esto parezca poco, pero créanme que en el caso de la mía no lo es. Madre y Salva (marido), anfitriones y relajados, hermano jocoso, juguetón con niñas, Fede ligero, contento, etcétera.
Otro condimento: con el CALOR que hacía teníamos pileta. Léase: la posibilidad de refrescarnos, de remojarnos a cada ratito. ¡Ni decir lo excitadas que estaban las niñas!
Otro: pescado de comida. Como buena pisciana (ya sé, no tiene nada que ver, estaba por divagarles)... Lo cierto: me gusta mucho el pescado y por razones varias que ahora no tengo muy en claro casi no lo compro. Casi no lo como. O sea, siempre que me invitan lo disfruto el doble de lo que lo disfrutaría si lo tuviera más incorporado.
¿Qué más? La clásica visita de Papá Noel, que aunque ya no se la crea nadie (quiero decir, mi hija, la mayor, no paró de avivarnos: "Es Nico disfrazado de Papá Noel"), sigue siendo una buena excusa para reírnos. Los grandes.
Mi hermano –con gafas de sol y panza deforme- le pone un histrionismo de película de Santa Claus doblada en Puerto Rico... Tira unas frases como: "Te quiero mucho, niña. Eres muy bonita". Lupe se pega un julepe y aun así, lo mira, lo busca y cuando el padre se lo sugiere, ella accede a darle un besito en el cachete. China, como ya les decía, se da cuenta de toda la farsa y sin embargo, la juega (¡con tal de seguir ligando regalos!), y el resto de los adultos huevones le sacamos fotos, lo saludamos y le hacemos el circo.
Me temo que mis hijas tendrán 15 y 17 años respectivamente y vamos a seguir pidiéndole a mi hermano que por favor se siga disfrazando.
Y podría seguir enumerándoles condimentos significativos de la Noche Buena y Navidad (que continuó en el mismo escenario, con idéntico clima) pero como ya me dije: la semana es corta, las imágenes hablan por sí solas y quiero ir al grano:
Sobreviví al fin del mundo. Pasé las fiestas contenta... y ahora sí: ¡¿ustedes, cómo la pasaron?!
Mandando y recibiendo mensajes. Un clásico.

Mandando y recibiendo mensajes. Un clásico.



Papá Noel versión hermano. Da un poco de miedo.

Papá Noel versión hermano. Da un poco de miedo.



China con disfraz de Mérida de Valiente, recién regalado. Y ya tatuado.

China con disfraz de Mérida de Valiente, recién regalado. Y ya tatuado.



Nietas poniendo la mesa.

Nietas poniendo la mesa.



Mmm, pescado navideño.

Mmm, pescado navideño.



Cortando tomate.

Cortando tomate.

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