Surf, terapia de familia
Mar del Plata va por el título oficial de Capital Nacional de las Tablas; clanes de tres generaciones de surfers, como los Gil, dan testimonio de la pasión de la ciudad por este deporte
8 de diciembre de 2013
MAR DEL PLATA.– Una pareja de adultos mayores llegó hace un tiempo hasta su refugio en Waikiki. "¿Qué le hizo usted a ese hombre?", le preguntaron. Se referían a su yerno, que pisaba los 40 años, deprimido porque había roto su matrimonio y cortado lazos con su familia. Y en poco tiempo recuperó mujer, hijos y potencial de trabajo. "Surf, le di surf, la mejor aventura que hay", les respondió Daniel Gil sobre aquel muchacho al que, como a tantos, les hizo un tratamiento intensivo de tabla y mar.
Barba blanca y prolija, cabello corto y entrada pronunciada, el prócer del surf argentino es una suerte de Sigmund Freud de bermudas, piel siempre bronceada y lentes oscuros, con la certeza y sabiduría que la mayoría de los problemas de la vida pueden encontrar una solución con sólo viajar un puñado de segundos con los pies bien plantados sobre una ola. "Con esto te salvo la vida, es la mejor aventura que hay", repite Daniel Gil.
Con 68 años, este pionero del surf argentino es uno de los pocos lugareños que puede decir que tiene su casa en la playa. Fijó domicilio, su Academia Argentina de Sur y el Kikiwai Surf Club justo en el extremo sur de Punta Mogotes. Un paraíso de rocas donde hace medio siglo estrenó el tablón que pudo importar gracias a la complicidad del ex jugador de fútbol Silvio Marzolini, que se lo trajo cuando regresó de una gira de Boca Juniors por Estados Unidos.
Desde entonces y hasta hoy, varios de su generación, y muchos más aún que son o podrían ser sus hijos o nietos, son parte de este fenómeno deportivo que llena de tablas las playas marplatenses, convertidas en uno de los principales destinos y epicentro de las más importantes competencias de la actividad en el país.
La descendencia de Gil acumula siete mujeres y dos varones que tienen entre 46 y 15 años. Viarios ya lo han hecho abuelo once veces y va por la docena en las próximas semanas. "En enero ya surfea", bromea sobre el nuevo integrante que tendrá esta familia germen e historia del surf en la Argentina. Y sabe que necesita de determinados vientos y condiciones de marea para tener a varios reunidos en su rincón de Waikiki. "Cada día los encontrás donde están las mejores olas", destaca.
Una pasión por las olas que pasa de generación en generación, situación que se advierte con sólo recorrer los puntos con mejores olas, donde padres e hijos coinciden para buscar la emoción de clavar la quilla en la onda y dejarse llevar. "Todos vivimos a punto de sucumbir y con el surfing salís a flote, te saca de todo y es como nacer de nuevo", asegura el mismo hombre que allá por 1963, recuerda, tenía que enviar a Estados Unidos y esperar seis meses para ver en colores sus fotos parado sobre enormes longboards que le sacaban con una Kodak Instamatic.
"Era tan chica que ni me acuerdo cuándo papá me subió a la tabla por primera vez", dice Victoria, la sexta hija de Daniel Gil. "Nos paraba en el longboard y así crecimos todos los hermanos." Y plantea que así como en cualquier casa un niño aprende a andar en bicicleta, en la familia Gil "se aprendía a surfear porque la tabla era todo". Ahora ella se volcó al stand up surf, una tabla de mayor tamaño en la que se viaja parado con ayuda de un remo. Una variante en plena expansión.
El menor de los hijos tiene 15 y lleva la pasión familiar en su nombre: se llama Surfiel y es un fenómeno de este deporte. Él nació, se crió y vive en Waikiki, donde tienen la academia. "¿Qué es el surf para mí? Disfrutar de la plena vida, el mar, las olas, del aquí y ahora, y convertir en positivo las vibraciones en todo momento", dispara.
Los pequeños Serena, Iván, Pascal, Simona, Ignacio y Ramiro, mitad de los nietos de Daniel y María Gil, surfean y cuando no, andan haciendo equilibrio en mitades de troncos para entrenar el equilibrio. ¿A quién le gusta otro deporte más que el surf?, es la pregunta para ellos. El silencio es toda una gran respuesta.
El surf creció desde aquí, se popularizó y generó una cultura propia, con un estilo de vida y de vestimenta. Miles de marplatenses lo tienen a mano cada día y otros miles llegan desde otros destinos cada semana, durante todo el año, en busca de descargar tensiones y disfrutar de esta pasión.
Daniel Gil advierte que este deporte no es una moda, sino una forma de vivir y asegura que con cada ola que se corre se descomprime lo que él llama el globo del aguante, que carga con las tensiones de la vida misma: el trabajo, las relaciones de pareja, el estudio y la rutina diaria. Escenario para la práctica no falta. Mar del Plata tiene un frente de costa de 47 kilómetros. En el Norte, en el centro y en el Sur hay puntos estratégicos.
Martín Passeri, marplatense, de 37 años, es triple campeón argentino y campeón latinoamericano, entre otros títulos. Por experiencia, define: "Para el que nunca lo probó, que se prepare para una vivencia inolvidable. No hay límite de edad. Y si antes se dependía de algún amigo iniciado, ahora, en Mar del Plata, hay muy buenas escuelas que proveen equipo completo. En un par de clases el alumno se desliza parado en la tabla. Es una sensación de adrenalina y vértigo controlado. Un cosquilleo en el estómago que no se puede describir. Hay que sentirlo".
A clases... en la playa
MAR DEL PLATA.– Ir a clases aquí suena distinto. No es cargar la mochila repleta de carpetas y libros. Aquí lo único que se necesita es un traje de neoprene acorde con la época, la tabla apropiada para la primera experiencia y el coraje de enfrentar al mar.
Con esas poquitas herramientas, cualquier chico mayor de 5 años hasta adultos de 60 o más están listos para vivir la primera experiencia con el surf.
Las escuelas de la actividad se multiplicaron en la ciudad, varias funcionan durante todo el año y en temporada hoy son casi una presencia obligada en la mayoría de los paradores de playa de la ciudad. Durante los próximos tres meses serán más de 40 los lugares donde dar los primeros pasos sobre una tabla.
Incluso, a partir de esta temporada, habrá cupos gratuitos para chicos locales de bajos recursos a partir de un acuerdo entre el Ente Municipal de Deportes (Emder) y la Asociación de Surf Argentino (ASA).
Con equipamiento adecuado, se puede enfrentar las bajas temperaturas del mar en pleno invierno. Traje, botas, capucha y guantes hacen posible que el surf sea una actividad de 365 días al año en esta ciudad.
Desde 100 pesos por clase se puede probar y comenzar a sentir la emoción de correr una ola. El costo incluye el préstamo de traje y tabla, más el instructor. Se asegura que el alumno, en principio con una tabla muy liviana y de fácil manejo, puede pararse al cabo de esa primera hora de aprendizaje.
La oferta de enseñanza es aún más amplia. En Biología, en el extremo norte de Playa Grande, la Mar del Plata Surf School tiene programas de cinco a diez clases por los que se paga 450 y 800 pesos. En Waikiki se propone clases de hora y media, con mitad del tiempo teórico y la otra mitad, en el agua. O un plan de 12 clases de cuatro horas cada una con simuladores de equilibrio, charlas sobre olas, videos y la posterior práctica.
Gil también implementó en su propuesta un sistema de becas para chicos de bajos recursos que acuden a escuelas de la zona. Les exige que en su boletín tengan notas entre 7 y 10 puntos en todas las materias. "Si tenés un 6, no te conozco", dice, lapidario. El precio de la clase es la dedicación al estudio. El premio, el fenómeno del surf.
Consejo de shaper : el tamaño importa
MAR DEL PLATA.– El olor a resinas de poliéster se adueña del taller que está en el fondo de la propiedad y perfuma el local de atención al público. Con la prolijidad de una formación propia de ejércitos prusianos, decenas de tablas se alinean en pie y contra las paredes a la espera de su cliente.
"Cada surfista requiere una acorde a sus características", anticipa José Pepe Gil, considerado el shaper (fabricante de tablas) marplatense más destacado e iniciador de una industria que hoy tiene más de veinte fábricas de tablas de surf sólo en esta ciudad.
En su local de calle Almafuerte, Pepe Gil produce a granel y atiende pedidos personalizados. Y se cumple en el tiempo posible, ya que las restricciones a las importaciones hacen que los bloques de Foam –poliuretano– lleguen desde una única fábrica nacional. "Está lenta la producción", admite. Pero en su taller nadie descansa y una tabla está lista al cabo de un proceso de 72 a 96 horas.
Ser un novato en este deporte requiere asesoramiento. El shaper, responsable de la marca Bird Band, destaca que la tabla por comprar o elegir dependerá si el interesado es de la ciudad y, por sobre todo, su contextura y características físicas. Para los que recién asoman, más aún si ya dejaron atrás la primera juventud, la recomendación es un longboard. Son tablas grandes, de casi 2,80 m, anchas y con buen espesor. "Más volumen, más estabilidad y más fácil para arrancar", advierte como receta. También permite subirse a olas más pequeñas.
Modelos y precios
La evolución en el aprendizaje permitirá ir en busca de tablas más livianas y veloces. Un funboard largo a mediano mejora las posibilidades de desplazamiento. Es la favorita de los que recién dan los primeros pasos en esta historia. "El surfista nuevo requiere tiempo y por eso tiene que buscar el equipo que mejor se ajuste a su realidad", explica el especialista.
Por eso el shaper insiste en la necesidad de asesorarse. "Hay una tabla para cada persona." La inversión por realizar, al menos si se quiere contar con equipo propio, parte en los 3500 pesos si se opta por un conjunto de tabla y traje de neoprene usados. Lo nuevo exigirá un esfuerzo más. Un longboard ronda los 4500 pesos, un funboard pisa los 3100 y un traje puede costar desde 1500 pesos si es para verano hasta más de 3000 si está preparado para temperaturas más bajas.
RECONOCIMIENTO SOBRE TABLAS
La Cámara de Diputados de la Nación acaba de aprobar el proyecto para declarar a Mar del Plata como Capital Nacional del Surf. La iniciativa, que ahora necesita la media sanción del Senado para su promulgación, destaca el fenómeno de esta actividad y el efecto de la ciudad como epicentro de importantes campeonatos nacionales e internacionales, "instalándola mundialmente en el turismo deportivo, teniendo en cuenta que esta declaración potenciará el desarrollo económico y cultural".
CINCO POINTS RECOMENDADOS
- 1 Estrada
Olas con swell (una serie de olas) del Sur y Sudeste; también con vientos de tierra. Las olas pueden alcanzar los dos metros. Especial para surfistas y bodybarders. - 2 Playa grande: El Yacht
Es una izquierda que comienza a romper en la punta de la escollera que se encuentra en ese lugar. En ocasiones es bastante tubular y las olas llegan hasta el medio de Playa Grande, con cerca de 200 metros de recorrido. Es una de las playas clásicas para surfear. - 3 Waikiki y California
Son playas ideales para comenzar a surfear; las olas tienen poca fuerza, pero buen recorrido. Los mejores días son cuando sopla viento del Sudsudoeste. - 4 Mariano
Una izquierda que rueda sobre fondo de piedra, veloz y tubular. Perfección y buen tamaño, algo que todos los surfistas buscan. - 5 Diva
Para todos los gustos, muy tubular, con picos de izquierda y derecha, buen tamaño, recibe el swell del Sur sobre una punta de piedra. Una de las mejores rompientes de la ciudad.
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