
Te amo...pero la convivencia no funciona
Las parejas no son perfectas, esto no es novedad para nadie, pero si hay un promotor encargado de recordar a diario este mensaje es: la convivencia. ¿Cómo compartir las 24 hs del día sin que el amor muera en el intento?
11 de noviembre de 2014


Es muy común desilusionarse ante las primeras diferencias - Créditos: Corbis
Todos arrancamos la convivencia enamorados del amor, por fin encontramos esa persona única que nos hace desear construir un vínculo diferente, algo que vaya más allá de la salidas o ratos juntos, una idea de compromiso pero sin los papeles del casamiento. Si bien nacen esas mismas ganas más genuinas de querer compartir la vida con el otro, en la convivencia, "el para siempre", no nos resuena tanto.
Hasta acá todo genial, dimos el paso, los dos de acuerdo, conseguimos el lugar, lo decoramos, el amor reina por todas partes, decidimos que irnos a vivir juntos era lo que nos faltaba para completar nuestra felicidad. Hasta que... Sí, lamentablemente siempre hay un "hasta" un "pero" que lo nubla todo.
¿Por qué no es tan simple convivir? Seamos sinceros: hay días que hasta convivir con nosotros mismos nos resulta difícil, no somos las 24 horas adorables. Por lo tanto, lo primero que deja entrever la convivencia es nuestro lado más humano, la idealización de la perfección que veníamos cuidando poco a poco se va agotando. De repente, tenemos que hablar de quién hace esto, de quién se ocupa de lo otro... Vienen las obligaciones de compartir absolutamente ¡¡todoooo!!!
Conflictos

No es simple llegar a una #VisiónCompartida - Créditos: Corbis
Por supuesto, que estamos viendo el lado negativo, nos estamos poniendo en extremistas, no necesariamente la convivencia tiene que presentar problemas, pero cuando aparecen lo mejor que podemos hacer es intentar resolverlos, porque cuando se acumulan los obstáculos son más difíciles sortearlos.
Muchas veces nos enfrentamos con la desilusión de que todo lo planificado no se está dando tal como lo habíamos soñado, tal vez porque la otra persona no encuadra en los parámetros que tenemos en mente. Y este es el punto principal: cuando convivimos cada uno tiene su propia teoría de "como deben ser las cosas", y si no logramos construir una visión compartida, las miradas individuales van a luchar por ser dueñas de la verdad.
No es simple llegar a una #VisiónCompartida: es un proceso y como tal necesita tiempo, pero lo que mas va a requerir es la participación de ambos, para que ante el primer roce, la convivencia no se trasforme en una crisis insalvable. ¿Cómo logramos esto?
- No querer cambiarnos: comprender que no se trata de querer cambiar el mundo del otro ni que el otro cambie el nuestro. Estamos partiendo de algo nuevo: el espacio que vamos a crear no se va a parecer a ningún otro, lo va a definir el carácter de nuestro vínculo. Insistir que solo cambie uno es imposible, porque toda relación termina modificando a los dos.
- Estar juntos no implica estar comunicados: que nos veamos todo el tiempo no significa que sepamos qué es lo que le pasa al otro. El dialogo siempre es la forma de aclarar las situaciones. Dar por sentado lo que piensa el otro es la antesala de los problemas. Es importante hablar de proyectos, de metas, y fundamentalmente de qué manera esperamos cumplirlas.
- Evitar que se instale la queja: cuando las peleas se establecen como dinámica cotidiana, la relación se vuelve frágil, por el simple motivo que nadie soporta vivir en un clima de hostilidad constante. Si no encontramos otra forma de expresión más allá de la queja, es muy probable que no solo no resolvamos lo que estamos planteando, sino que consigamos el efecto contrario.
- Una pelea no es ruptura: si frente a la primera diferencia sacamos nuestras garras, no estamos asimilando el concepto de convivencia. Debemos tener en claro que amarnos no significa ser iguales y que es justamente la dinámica que usemos para aceptar nuestras diferencias lo que le dará la impronta única a nuestra relación.

Créditos: Corbis
Decir que la convivencia funciona o no funciona siempre nos pone en un rol de juez determinante. Las relaciones no son estáticas, están en constante movimiento, adaptándose al vértigo que le plantea la vida. No hay que estancarse en las situaciones conflictivas, si no en el vínculo que estamos creando. Cuando un vínculo está desgastado no hay crisis a la que resista, como bien lo grafica Milan Kundera: "Los amores son como los imperios: si se cae la idea sobre la cual fueron construidos, desaparecen".
¿Convivís con tu pareja? ¿Cómo hiciste para adaptarte a las diferencias y construir una #VisiónCompartida? Te recomendamos Por qué nos casamos y Cuando él tiene gripe .
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