Mi marido se fue de nuevo. Estas son por el momento las reglas del juego y debo aceptarlas. No puedo cambiar nada, no quiero hacerlo. Aceptar lo que acontece o resignarse a las circunstancias. Prefiero lo primero. Algo de todo esto estaré aprendiendo, aunque cueste. Y justamente... justamente porque cuesta, se me aparece. ¿Pero cómo era, acaso no había que ir fluir? ¿Elijo lo fácil o lo complejo? Cuánto dilema.
Las palabras son bellísimas y funcionales. Nos ordenan. Pero la realidad se te escapa cuando estás por "concluirla" con una palabra. Por supuesto que lo negro es negro... pero aún en lo negro, lo blanco está latente y es parte del paquete. Pero no voy a volverlas locas con el tema (salto a lo siguiente).
Hoy tengo un ejercicio práctico como propuesta. Es muy simple y no tanto. Se trata de elegir 10 personas de nuestro entorno (marido, novio, hijos, padres, amigos, etc.) y llamarlos para decirle "te quiero". Sólo eso. Pueden enviar mensajes de textos o eventualmente emails. Lo ideal sería recurrir a la oralidad, pero vale la palabra escrita de todas maneras.
Pueden elegir personas muy cercanas, a las que vean seguido. U optar por aquéllas a las que no ven o no se escriben hace tiempo. Obviamente, a la palabra "te quiero" tenemos que acompañarla con el sentimiento. Con verdad, con calma y con las más vivas "gracias".
Acá va mi lista: marido, padres, abuela (uf, cómo quiero a mi abuela, y qué poco se lo estoy diciendo. Ya me largué a llorar). Hermano, prima, María, Josefina, Yanet, etc.
Me quedé colgada con mi abuela. Esa es la idea de la propuesta. ¡¡¡Mañana martes le dedico el post a ella!!!
PD: Espero sus relatos. Por muy pavos, naïf o sentimentaloides que parezcan. Y si les da fiaca, hagan un esfuerzo por encontrarle la vuelta. ¡¡¡La foto es de mi prima, Sofía!!!
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