
¡Qué buena onda! No me habías contado nada sobre que te habías anotado en el curso ese de Serigrafía. Está buenísimo, ¿no? Hace mucho que tenías ganas de hacerlo. Me gusta que vayas por eso, que vayas por lo que realmente te gusta. Pero ¿qué te pasa? ¿Qué dije de malo? A ver... decime, ¿qué dije de malo? ¿Eh? Sólo expresé lo que pienso, que me parece muy bien que a los 36 años recién cumplidos hagas lo que te colma, te da alegría, te motiva, te hace bien. Una pavadita, ¿no? Hacer lo que te pone bien. ¿Lo pensaste? ¿O tengo que pensarlo por vos, tontita? Bueno, está bien, te dejo hablar, ¡OK! (Momento de silencio. Siempre pasa lo mismo cuando te das cuenta de que no podés refutarme algo que dije.) ¿Y? ¿Qué tenés para decirme? Dejá de pensar para adentro, haceme el favor. A ver si podemos evitar que la autocombustión interna que estás generando en este mismo instante te termine de aniquilar el cerebro.
Dale, no pasa nada, amiguita, sólo que estás dejando transcurrir los años y seguís con la misma cantinela de hace... mmm... ¡mucho, muchísimo tiempo! Es que si al nuevo curso de Serigrafía le sumamos el de Fotografía y el de Crítica de cine (sin contar, claro, el de Escultura y el de Pintura que hiciste hace dos años), creo que estamos en presencia de una mujer –bastante crecida ya– que sigue escuchando y acatando al pie de la letra los mandatos familiares y se hace la sorda frente a su propia voz interna. ¡Ya lo sé! I know cómo viene el temita familiar, pero ¿querés que te diga algo? El ambo blanco te queda divino y el estetoscopio colgado de tu bello cuello es un accesorio ultra fashion, pero no te hace feliz. Amiga, por favor, ya está, ya cumpliste, ya "les" cumpliste, ya "les" estudiaste la carrera que ellos querían, ahora te toca a vos. Sé lo que vas a decirme: "¿Y qué querés que haga? No puedo dejar la medicina así como así, no es tan fácil. Además, ya está, ya tengo mi lugar en el hospital y bla, bla, bla".
Todo muy lindo, pero la verdad es que me cansa (y lo digo con todo el amor del mundo) hablar de este tema. Siento que estás paralizada, clavada, estancada, y que no tenés en mente ningún cambio concreto. Yo no te digo que mañana vayas al hospital y le digas al director: "Hola, ¿qué tal? Mire, la verdad es que me di cuenta de que no soy feliz acá y me voy a poner un puestito de artesanías en la plaza de la esquina de mi casa", pero lo que sí te pido es que te proyectes dentro de unos diez años con el pantaloncito y la chaqueta blanca. ¿Qué tul? ¿Cómo te ves? ¿Feliz? Qué tema, el de la felicidad, ¿no? Y la verdad es que en otros temas debo meter piolín en bolsa y callarme, pero en el terreno profesional-laboral no me podés decir nada. Empecé estudiando Diseño gráfico, después dejé y me metí con teatro y, al tiempo, empecé a estudiar en TEA y me recibí de periodista. Trabajé algunos años en gráfica, luego dejé todo para actuar en tevé y ahora acá me ves... ¿En serio me lo decís? Claro, tal cual, no pensemos en un cambio de 180 grados, vamos de a poco, pasitos de bebé, pero me gusta, me hace bien escucharte decir que te vas a hacer cargo de lo que te gusta realmente y al menos lo vas a intentar. ¡Te quiero, mi doctorcita preferida!
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