Newsletter
Newsletter

Un paréntesis




Decidí abrir un paréntesis en mi historia de pareja.
Un paréntesis no es un punto final, ni siquiera un punto y aparte. Pero podría funcionar como un punto y aparte, de momento no lo sé.
Lo vivo como un recreo. O como si el Dios de la pareja hubiera gritado: "estatua"... y ahí quedara ella, congelada... para yo correrme a un costado, para yo sentarme en la vereda y mirarme, mirar-nos, desde el margen.
Seguí los consejos de una de ustedes, estoy adoptando una distancia simbólica de un metro.
No es una larga distancia, pero sí una distancia necesaria para apreciar la escena.
...
No voy a negarles que en un primer momento volví a sentir el calambre en el pecho, el mazacote, esa dureza, ese sólido intruso que impide la libre circulación del aire, la libre circulación de mi Ser, de mis movimientos... de mí... (Voy a dejar esta descripción tan detallada porque no pasó mucho tiempo de ese primer momento y basta que recuerde aquello para volver a sentirlo).
Salí de ese primer momento recurriendo a mi eterno salvavidas, un buen libro de espiritualidad, que vuelva a sopapearme, que sopapee mi ego, que me recuerde: estás viva... ¿no será que algo tenés que aprender de todo esto?
Un libro, respiraciones que intentaban ser meditativas pero se quedaban a mitad de camino, todavía aturdida por las palabras...Y una sesión de terapia.
Lo primero que descubro es que si había miedo a estar sola... estoy enfrentándolo. Vení, Miedo, ¿qué me decís ahora? Ya no te temo.
(Ya estoy alardeando cuando apenas pasé un fin de semana en soledad y ni siquiera cerré la historia. Pero soy de las cuentan el minuto a minuto de los procesos, el día a día. Y habiéndoles escrito el viernes en llamas como estaba, corresponde ponerlas al tanto).

Lo que descubro, a decir verdad, es que la soledad me funciona. La soledad me es funcional en ciertos trayectos de mi vida. Si hago un repaso de mi historial, voy a encontrarme en los giros, en las maniobras vitales más delicadas... en solitario, sola. Conmigo misma.
No es la condición que elijo para el resto de mis días, pero aquí y ahora... volver al silencio del departamento, a seguir sólo el impulso y el deseo de mi cuerpo, se me hizo necesario.
He podido, además, volver a focalizarme en la corrección del guión, trabajo infinito que había suspendido hace 6 meses... por no encontrar nunca el tiempo (ni el estado).
Ojo, tampoco les niego que si bien puedo hallarme en esta estado, a la vez me desconozco. Me extraño y extraño. Y lo extraño.
...
Me tomo unos minutos. Me echo en la cama.
Inhalo, exhalo.
Lo extraño, decía, sí, de hecho, les voy a confesar que hace unas horas me bañé y al momento de vestirme, elegí ponerme una remera suya, verde, vieja, agujereada.
No iba a salir a la calle con esa remera puesta, lo sabía, aun así elegí ponérmela (por 2 horas y media).
También elegí hacerme una tostada con manteca, iba a untarle sólo manteca pero me tenté, le puse la mermelada de cereza que el mismo cocinó y me trajo a casa.
...
Lo extraño, sí.
Lo que no extraño es el bochinche mental, el griterío que estaba padeciendo.
Si bien en el primer momento ese bochinche se agudizó, parecían gritos agonizantes, se estaban resistiendo a irse... ya hoy domingo, siento cierto alivio. Ninguna voz desconfiada. Ninguna voz desconfiando del otro. Se fue esa desconfianza.
No estaba soportando sentir esa desconfianza.
¿Cuán propia será esa desconfianza?
¿Seré yo o será el otro?¿Cuánto de cada uno?
Repito: No lo sé.
Sí sé que para estar con otra persona, para estar en pareja, no puede no haber confianza. O puede, pero yo no lo elijo. Elijo estar con alguien en quien confíe.
Lo necesito.
¿Pero bastará con que yo me sacuda, con que trabaje a fondo heridas pasadas, con que cosa las roturas o sople los raspones? No. No basta.
La confianza se gana. La confianza se inspira.
Sé, por propia experiencia, que cuando uno apuesta y no duda, cuando nuestras acciones son coherentes con esa certeza íntima... el otro acusa recibo y se alinea.
...
Y no sigo escribiendo porque me siento un poco hipócrita, no quiero que parezca como si yo entendiera de tema cuando, ya saben...
...en los hechos hago agua.
(Vuelvo a pedirles paciencia. Ya el viernes escribo acerca de mis hijas).
¿Ustedes qué piensan? ¿Han tenido crisis de confianza con sus parejas?

¡Compartilo!

En esta nota:

SEGUIR LEYENDO

“Muchacha, hacete el Papanicolaou”

“Muchacha, hacete el Papanicolaou”

Tapa de revista OHLALA! de mayo 2025 con Lali

 RSS

NOSOTROS

DESCUBRÍ

Términos y Condiciones


¿Cómo anunciar?


Preguntas frecuentes

Copyright 2025 SA LA NACION


Todos los derechos reservados.

QR de AFIP