A 24 km de San Antonio de Areco y a 127 de la ciudad de Buenos Aires, sobre la ruta 41, un pueblo conserva las calles de tierra que se mueren en el campo apenas empiezan, el aroma a madera quemada, el ladrido de los perros cantando a la luna y, en las esquinas, los antiguos surtidores que custodian el paso del tiempo. Se llama Villa Lía, queda en el partido de San Antonio de Areco y no tiene mucha prensa.
¿Para qué? Si ése es parte de su encanto. Que los paisanos saluden amables. Que a la llave de la Capilla San José, cuando no está abierta, haya que ir a buscarla a lo de María Rosa, ya que el cura viene los sábados desde Areco. Que los caballos desperecen su alma a la vera del camino donde la soja ya amarillea y el maíz se escapó a las ollas de las humitas. Que la plaza José Hernández sea de tierra. Que la ropa cuelgue oronda en la cuerda que atraviesa el andén de la antigua estación Villa Lía, donde sí pasa el tren de carga que llega hasta Jujuy.
Pensar que Villa Lía nació en los albores del siglo XX al amparo de la expansión que prometía el FF.CC. Central Córdoba, hoy General Belgrano, que por aquellos años iniciaba su recorrido desde Córdoba a Rosario y viceversa.
Actualmente, de a poco, algunos establecimientos abren sus puertas al turismo. Como Doña Elena, de la familia Marchi, una chacra familiar sobre el km 291 de la ruta 41, donde no faltan los paseos en carro, el asado campero en un galpón ambientado como pulpería y las actividades de granja. La historia del sitio, adquirido por el abuelo Catalino José Marchi gracias a la lotería de Navidad y las actividades rurales diarias, son parte del encanto de este enclave familiar. A pedido, en la granja se realiza el espectáculo Jugando con Búfalos , de Sara Mozotegui, un espectáculo distinto, novedoso y simpático, que hace las delicias de grandes y chicos. "Llama la atención la mansedumbre de los búfalos que se prestan a echarse, recibir caricias y ser montados por los chicos", señala Sara.
Luz de las crueles provincias
Villa Lía es un cuadrado de 115 manzanas donde sólo la calle San Martín está asfaltada, y donde despuntan algunas casonas de época, como la Casa Bellavista, frente a la estación del ferrocarril, construida en 1928 por la familia Ustariz, con alojamiento y, a pedido, almuerzo. La otra casona que puede visitarse es el Museo Rostros de las Pampas, un verdadero hallazgo, donde se ven objetos de la época de la inmigración comprendida entre 1870 y 1930 referentes a las comunicaciones, como los oficios, el esparcimiento, la vestimenta, la cocina y las maestras rurales, entre otros rubros. Objetos cargados de historia que transmite con orgullo y dedicación Selva Zarazaga de Carugati, su hija Laura y su marido Frider. Ellos administran el museo y también el Centro Cultural Campestre La Segunda, un predio de 10 hectáreas orientado a chicos, jóvenes y familias.
Se trata de un campo recreativo utilizado desde 1995 por colegios y grupos para pasar unos días en contacto con la naturaleza. Los turistas se refugian en el bosque de pinos, realizan cabalgatas y chapotean en el agua cuando esto es posible: el predio cierra cuando está reservado por un colegio. Para pernoctar, hay lugar para acampar, una casa de campo, un vagón rural y un gran galpón/salón comedor equipado con baños.
En el pueblo, el museo tiene algunos cuartos para familias con servicio de desayuno, en una confortable hostería rural. En tanto, la fábrica de chacinados artesanales Falufé, de Fabián Altamirano y sus hermanos, recibe al turista en su puesto de venta de la fábrica, explica el proceso de producción y ofrece salames embutidos en tripa, como chorizo seco y longaniza, y sin ésta, jamones, lomitos y panceta.
En estos pueblos rurales hay verdades de Perogrullo que para nosotros, habitantes de las urbes frenéticas, son importantes. Bicicletas en la vereda sin candado. Autos con las llaves puestas. El saludo de mano de un desconocido. El olor del pan. El trago de los parroquianos en el almacén de Ramos Generales de Caunedo o Pascual, y ese ritmo cansino que atraviesa todo.
Ver el amanecer o el atardecer en estos pueblos rurales alimenta el alma del viajero con esos rostros de la pampa, esa luz de perros ladrando a la luna, luz de los rostros de los inmigrantes, luz de las crueles provincias, como en la novela de Héctor Tizón.
Datos útiles
Cómo llegar
- En auto, tomar por la RN 8, hasta el km 110, doblar a la derecha por la RP 41 en dirección a Baradero por 20 km más. Se puede llegar en ómnibus hasta San Antonio de Areco y de allí tomar el micro El Vasco. Más información: Dirección de Turismo de San Antonio de Areco, 02326-453165; direcciondeturismo@areconet.com.ar; www.pagosdeareco.com.ar
Días de campo
- Campo Recreativo La Segunda; 4799-1106 o 02326-498068; www.crlasegunda.com.ar
- Doña Elena: 02325-15685909 o 15683682; reservas@campoelena.com.ar. Día de campo por persona, $ 75, con comida incluida. www.campoelena.com.ar
Museo
- Los Rostros de La Pampa: abre, de 15 a 18, sábados, domingos y feriados. Entrada, $ 5 los adultos, niños $ 2,50.