*Este texto me conmovió mucho (mi abuelo también tenía Alzheimer) y quería compartirlo con ustedes. Iba a publicarlo ayer, pero tenía tal urgencia de expresarme que invertí los días. Fue escrito por Camila (CPirenR) en el marco del taller de expresión escrita, bajo ninguna consigna. Y titulado: "Círculos".
Esta semana estuve pensando mucho en las vueltas de la vida, en los ciclos... Y dado que tomé la escritura como terapia alternativa, voy a bajar a palabras concretas este asunto que me tiene dando vueltas en la cabeza, a ver si de una vez por todas consigo destrabarme, ordenarme, liberarme.
Mi abuelo tiene la enfermedad de Alzheimer. Es probable que la haya tenido por mucho tiempo antes de que se le desencadenaran todos los síntomas, que haya estado dormida y un buen día, o mal día, se despertó y dijo: "aquí llegué y no pienso irme".
Si bien la familia trató de no dramatizar el asunto, cuando se descubrió ya no había muchas maneras de detener el avance. Es una enfermedad muy dañina, muy cruel, que empieza atacando la memoria, llevando al paciente lejos... muy lejos en el tiempo (al punto tal que no reconoce a nadie porque para la época en la que él "está" la mayoría aún no ha nacido), y termina por inmovilizarlo y quitándole el habla. Lo más triste de todo es que no tiene cura.
Hace unos días lo encontré a mi abuelo temblando, no pudiendo expresarse bien, no encontrando las palabras ni reconociendo sus propias piernas. De inmediato llamé a la ambulancia y lo que yo creía que era un ACV resultó ser una recaída propia de la enfermedad. Algo así como una "vista previa" de lo que puede llegar a ser.
Y todo ese panorama, los 10 minutos que tardó la ambulancia en venir y decirme que iba a estar bien, la impotencia de no saber ni poder hacer nada para aliviar ese sufrimiento me llevó a pensar en cómo se suceden las cosas... en cómo se invierten los roles, en las vueltas de la vida.
A los 4 años veo a mi abuelo como un tipo cabrón, recientemente jubilado pero híper activo. No hay cosa que no pueda arreglar. Siempre de camiseta, bermuda y alpargatas. Compra galletas marineras para el mate. Maneja un Siam Di Tella color celeste.
A los 10 maneja un Escort verde agua. Me lleva al colegio a la mañana y me busca al medio día. Es el tipo más puntual que conozco. Al mediodía me parece genial, porque salgo y él ya está en la puerta del colegio (dormido en el asiento del auto). A la mañana es una tortura, me apura siempre para que "no nos agarre la barrera del tren".
A mis 14 se convierte en mi enemigo. Me da un sermonazo porque me vio apretando con mi novio en la puerta de casa, el monólogo dura todo el viaje al colegio... ya está, ésa es la última vez que me lleva en auto.
Para mis 20 años pierde a su compañera de una manera rápida e inesperada. Lo veo igual de invencible que a mis 4 años, fuerte e inquebrantable. Pero todos, incluso él, somos vulnerables frente a una pérdida tan grande… Es a partir de este momento que ese hombre al que admiré y temí comienza a tomar otra forma para mí.
Todo empieza cuando choca su auto, un descuido, nada grave. Pero no es sólo eso, pierde todo (cédula, llaves, etc.).
Se olvida de hacer trámites importantísimos.
Se vuelve repetitivo para contar historias.
Ya no sabe qué día es.
Ya no puede bañarse solo.
Ya tengo 26, y lo acompaño a ver a los médicos, al banco a hacer los trámites, y a su casa cuando no la encuentra. Lo llevo a la cama y espero a que se duerma, lo ayudo a vestirse y lo reto cuando hace alguna macana (como ponerse 2 pantalones, uno encima del otro, o salir desabrigado en invierno). Incluso elegí para él su "maestra", tres veces por semana repasan los números y las letras. Recortan, pegan, dibujan y escriben. Hacen rompecabezas y juegan a juegos de encastre.
No dejo de pensar todas las cosas que vivió desde el año 1927. Vio un país crecer, un mundo destruirse y volverse a armar. Vio nacer la tv color, las calles pavimentadas, las computadoras, y los teléfonos celulares. Vive su año número 85 y estoy segura de que nunca se imaginó cómo iba a cambiar todo. Siempre me pregunto si se imaginó tener una familia tan grande, si se imaginó poder conocer a su bisnieta, si alguna vez pensó en llegar a cumplir 53 años de casado. Y si está arrepentido de algo, si lo hubiera cambiado, por más mínimo que fuese. De lo único que estoy segura es que nunca especuló con dar tanto amor para cosecharlo algún día, de que nunca se imaginó que un día sería su nieta quien cuidaría de él, de lo orgullosa que está ella de él, de lo agradecida que está por poder devolverle un poquito de todo ese amor y cuidado que recibió cuando era chica... ¿será así el círculo de la vida?
¿Qué piensan? ¿Cómo es –o cómo fue- el vínculo con sus abuelos?
PD de Inés: Aprovecho para recordarles a los papás que si quieren participar del "espacio del papá", pueden escribirme a elespaciodelpapa@gmail.com . Y que sigue abierto el Seminario de expresión escrita en enero. Quienes estén interesados, pueden escribirme a inetaller@gmail.com
En esta nota: