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Una computadora para China




Así como no soy una mamá que se deleite recreándoles historias (a sus nenas), ya sea leyéndoselas o inventándolas, tampoco soy una mamá que las estimule, ni siquiera les doy permiso, para que toquen (toqueteen) mi computadora.
Una vez más: en casa de herrero, cuchillo de palo.
El hecho de que yo escriba en un blog y de que trabaje la mayor parte del tiempo a través de la computadora (¿quién no lo hace hoy en día?) hace que, cuando llega el momento de estar con hijas, ese tiempo acotado (sagrado), lo último que quiera es volver a encender la netbook.
Ah, sí, hay un detalle no menor y es que madre, en un arranque de despojo tecnológico, sólo se quedó con una, con esa netbook. En casa no hay sino una única computadorita que yo cuido, por razones obvias (es mi principal herramienta de trabajo), como si fuera oro.
En realidad, confieso que si mañana me ganara la lotería, por traer una hipótesis de abundancia, no estaría pensando en sumar más aparatos tecnológicos a mi vida.
Ni para mí, ni tampoco –de momento- para hijas.
Estoy más ocupada en no dejar de brindarles espacios en los que habiten y desplieguen el cuerpo, que en sumar hábitos que convoquen al hemisferio izquierdo del intelecto.
Por supuesto, tampoco voy a criarlas en una burbuja... Y de hecho, asisten a una escuela pública que, sin ir más lejos, semana pasada le hizo entrega a hija mayor de su primer computadora (también netbook).
Por otro lado, el padre sí les prestaba la suya, para juegos (digo "prestaba" porque hace unas horas me contó por teléfono que se le había roto la pantalla).
Ahora bien, ¿en qué momento es conveniente empezar a introducirlas en este universo? ¿De qué manera? ¿Bajo qué límites o condiciones? ¿Durante cuánto tiempo?
Confieso que cuando veo nenas 10 años en fotos selfies haciendo trompita a cámara (a la pantalla o al celular que las fotografía) e imagino a las propias, se me viene una inquietante sensación de inocencia perdida.
¡No, no quiero!
¿Pero acaso eso de andar haciendo trompita y escribir tonterías no es una expresión de pre-adolescencia que trasciende el marco y la herramienta?
Sí, el abanico de herramientas es amplio (hay juegos, programas de edición de texto, de fotos, de edición de video y sonido, etcétera) pero es inevitable que, en la medida en que hija mayor empiece a familiarizarse con el teclado, con el cursor, con el mouse, con íconos en una pantalla (y teniendo la posibilidad de conectarse desde el colegio y desde casa), una piense en internet, en Instagram, en Facebook.
Ya sé, estoy adelantándome. Todavía me faltan varios años.
Hija mayor recién está aprendiendo a prenderla y apagarla. Me da ternura ver las yemas de sus dedos digitando el cursor. Y como a la mayoría de ustedes, como a la mayoría de adultos de una generación que se inició en la computación al ritmo de la tortuga de Logo (una generación que se fue metiendo muy de a poco), me impresiona la velocidad con la que hija caza la cosa. Agarra la cosa. Quiero decir, la domina.
Como si hubiera nacido con esos saberes.
O como si desde el día que nació no hubiera hecho sino mirar a una madre trabajando en su netbook.
Ah, sí, el principal estímulo es el ejemplo.
¿Qué piensan? ¿Usan sus hijos sus computadoras? ¿Tienen computadora propia? ¿Cuánto tiempo ocupan en ella? ¿Para qué la usan? ¿Juegos, videos, redes sociales? ¿A qué edad los chicos empiezan a tener una cuenta en Facebook, por ejemplo? ¿Cómo los controlan?
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PD: Como siempre, para escribirme por privado, me encuentran en inessainz@msn.com . Se re-abrieron un par de vacantes del taller "Un cuerpo que dicta". Info por email o FB. ¡Que tengan un excelente fin de semana!

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