Hace un mes que Lupe, viendo el desfile de amigas de China en casa, me pedía (en su media lengua, sí, pero de manera muy clara): "ma, ¿pede vení Abil a casha? Yo quero que Abil venga a casha, mami".
Yo la escuchaba pero en la diaria veníamos estando tan acompañadas por otros niños (las amigas de la hermana ya mencionadas, y los hijitos de mis amigas madres, compañeros varones de Lupe) que no podía reparar en el deseo de ella de invitar específicamente a ESA niña.
Así hasta la semana pasada en la que no sólo pude detectar su insistencia, sino que marido también intervino ("decile a mamá que hable con la mamá de Abril", escuchaba que le decía a nuestra hija). Fue entonces, el viernes mismo, que me acerqué a dicha madre, a quien ya conocía, y fui concreta: "Lupe está queriendo invitar a Abril, ¿el lunes podrá venirse?" "Eee, no sé... Creo que sí". "Bueno, ¿te parece que ya quedemos?" Parece una estupidez cerrar este acuerdo, pero fundar el hábito con niños chiquitos tiene su resistencia.
Lo curioso fue descubrir que vivíamos a metros, una media cuadra separando su edificio del nuestro. "Y sí, no hay excusas, tenemos que hacerlo".
"Ya está, mi amor, Abril va a venir a jugar a casa". No sólo Lupe sino también su hermana estaban exultantes con la inminente visita. La mayor, obse con la medición del tiempo, no paraba de interrogarme: "¿Hoy qué día es?" "Sábado". "¿Y mañana?" "Domingo." "¿Y después?" "Lunes." "¿Y el lunes Abril viene a casa?".
Lo que no teníamos previsto era que el domingo a la noche Lupe, después de dos días picoteando mucho y variado, terminaría vomitando. Ni que el lunes lluvioso, por las dudas, sus padres preferirían preservarla (que no salga).
"Pobre", pensé ayer a la mañana, "tanto que insistió". Pero al rato me dije: "esperemos. Que no vaya al jardín, pero si sigue bien (venía aparentemente curada), la paso a buscar por casa para retirar a China, ¿y quién te dice? también a su amiguita".
Y finalmente pudimos hacerlo. Y la enana no sólo no volvió a vomitar más, sino que de estar pachucha pasó a reírse como el sábado lo hacía la otra loca linda. "¿Estás contenta, Lupe?", acabo de preguntarle (estoy escribiéndoles con el trío dinámico dándome vueltas) y ella asintió con la cabeza. En eso su hermana le propuso: "¿Vos querés ser la abuela de Abril?" y mientras la mayor peinaba a la invitada, mi chiquita se metió en el cuarto para a los segundos salir del mismo... e irrumpir en el living, diciéndole a su amiga: "hola, sho so la abela, ¿vo queré venir a mi casha?"
Sin palabras.
¿Cómo gestionan las invitaciones de sus hijos a su casa y/o casas de amigos? ¿A partir de qué edad, cuán seguido? De niños, ¿era de ir a jugar a casas de sus compañeritos? ¿Alguna imagen o recuerdo?
Flor de despelote
Las 3 con galletitas de agua (acompañando a Lupe)
En su casita
Jugando a la mancha (sí, su amiguita es alta)
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