Vecino hace contacto última hora de oficina. Manda mail (desde gmail, muy conveniente) y al ratito opta por el chat. Me quedo en la oficina mucho tiempo más que el indicado y cuando Gran Jefe partió y me vio tipeando desesperadamente me sonrió complacido mientras saludaba con el habanito ya listo en la boca. No sé cuándo los prende. Para mí es pura ansiedad oral y necesita tenerlos en la mano y llevárselos a la boca cada tanto. Un asco. Están todos chupados como los juguetes de un bebé. Pienso en la baba de Gran Jefe y me vuelven las náuseas. (Vengo 2 y medio K abajo, ¿lo dije? A puro tecito y arroz hervido. Ahora, seguro en cuanto agarre los sólidos se me depositan todos en las cachas y el traste).
Hablamos de todo con vecino, no podría empezar a enumerar temas. ¿Cómo es que chateando llegás a hablar de tantas cosas? ¿Cómo es que de repente da la confianza para hablar lo que nunca se te ocurriría preguntar en persona? Me contó de la ex, el laburo, los problemas de su familia, su falta de vacaciones (y yo de las mías) y cuando miré el reloj eran las 9 de la noche y yo seguía ahí.
Sofi: Chau, me voy. Vos viste la hora que es?
XXX: Vos viste lo q vuela el tiempo cuando la estás pasando bien?
Sofi: Je, sí, re.
XXX: nos vemos por acá, vecinita, o por allá. Beso
Sofi: otro. Nos vemos.
XXX: Vos viste lo q vuela el tiempo cuando la estás pasando bien?
Sofi: Je, sí, re.
XXX: nos vemos por acá, vecinita, o por allá. Beso
Sofi: otro. Nos vemos.
¿Por acá, por allá? ¿DÓNDE, nene?
Tengo que admitir que me tuve embobada moviendo los deditos por el teclado durante dos horas y lo único que quiero es un nuevo encuentro. Qué rápido me agarra la ansiedad por el cuándo y el dónde. Definiciones, quiero definiciones. Ja. Voy a tener que aprender a ejercitar la paciencia.
Veremos si hoy hace contacto. Por ahora su circulito en gris. Offline. Me deprime. Yo, por mi lado, verde, redondita y disponible.
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