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Vivir del prana




Mariela Tiboni es Licenciada en Nutrición. La conocí durante el evento "Mi comida me sana" y después la entrevisté junto al doctor Delupi en "Una charla sobre cambios". Aunque vive en El Calafate, con su Nutrimóvil recorre el país, brinda charlas y organiza encuentros en los que difunde el cuidado de nuestro cuerpo de una manera integral, en donde cada órgano tiene importancia.
A principios de enero fui al festejo de su cumpleaños número 36. Se había cortado el pelo muy corto, como parte de un cambio que estaba generando en su vida. Esa noche brindamos antes de que partiera para hacer su ayuno de once días junto a Víctor Truviano, una persona que vive del prana. Quedamos en hablar a su regreso para que me contara cómo había sido esa experiencia.
Nos encontramos en un bar de Palermo, para mi sorpresa, no se notaban cambios físicos, apenas había bajado un kilo y medio, pero la emoción todavía se podía percibir en su relato.
-¿En qué consistió el proceso?
-La idea era no hacer nada. Uno no está acostumbrado a eso. No podíamos llevar música, celulares, era mejor estar en silencio el mayor tiempo posible. El primer día comimos muchas frutas. Como nutricionista yo tengo nociones sobre la combinación de alimentos, sin embargo mezclé sandía, durazno, frutillas, ciruelas, damascos, melón, cerezas... Me entregué a disfrutar la última cena sólida. El segundo día nos dieron dos vasos de jugo de manzana en todo el día, el primero más fuerte, el segundo más suave. El tercer día lo mismo pero con jugo de pera. El cuarto, quinto y sexto, 72 horas de seco. Yo había hecho 24 horas de seco antes. A los pacientes, cuando empezamos un tratamiento de desintoxicación y reconexión espiritual que va más allá de lo físico, suelo darles ayunos hídricos, de agua y limón. Pero nunca había estado tanto tiempo así, fue intenso porque se empezaron a remover muchas cosas.
-¿Qué sentías?
-Estaba con otra energía, otra sutileza. La presencia de Víctor Truviano es diferente a lo que uno puede ver en internet, tiene una energía suave, sutil. Solamente con su presencia o su mirada era suficiente para ingresar en su sintonía. Transmite calma, paz, una sabiduría que demuestra en sus movimientos. Las primeras noches dormí todo el día y toda la noche. Me bañaba y seguía durmiendo. Mi cuerpo lo necesitaba. Es la primera vez que estuve doce días incomunicada, fue un desapego hermoso.
-¿Cómo era el grupo? ¿Con quién estabas?
-Era un grupo grande, más de 34 personas. Había un chico de 7 años, otro de 12 que ya lo había hecho el año pasado, gente que lo hacía por octava vez. Otros dos, cuatro, una, ninguna. Hasta compartir la habitación fue impecable. Cada uno estaba en su proceso, cada uno tenía sus vivencias diferentes. Estaba con una chilena, con una señora mayor, uno que había vivido en la India.
-¿Notaste cambios?
-El tercer día empecé con dolores de cabeza bastante fuertes. Ahí hubo debilidad, cansancio, muchos sueños reales. Fui con situaciones muy puntuales para trabajar, yo tenía que sanar algunas heridas. No solo las elaboré, sino que las solté. Y me bajó información de una manera muy clara sobre lo que tenía que hacer hacia adelante: visualizarme como un vehículo, prestarle atención a las cosas que me salen, que intuyo. Cuando uno empieza a estar en un nivel de vibración más sutil, no hay forma en que te equivoques.
-¿Se podría haber hecho sin los días de ayuno?
-Fue importante la presencia de Víctor. Todos los días nos juntábamos, hacíamos una respiración porque él manifestaba la importancia de la oxigenación celular (porque toda la información la tenemos en el cerebro) y la introspección, la calma, el silencio. La aceptación de uno mismo. Lo que tenemos que aquietar es la mente, los órganos van a funcionar mejor si nuestras neuronas están al cien por ciento. Y para eso es importante la respiración.
-¿Cómo eran los ejercicios de respiración?
-Hacíamos una respiración intencionada hacia el cerebro y otra más larga hacia el músculo cardíaco. Cinco minutos, de esa forma oxigenás el cerebro. Todas las noches entrábamos en esa sintonía de no necesitar más. Estamos llenos de cosas que creemos que necesitamos. Y no. Estuvimos 72 horas sin agua y no sabés lo que fue volver a tomarla, fue emotivo. Él dice que lo que se saca con este proceso, es una "resaca" que se forma en el estómago y se libera después de los días de seco, al volver a ingerir líquidos e hidratarse. Después te das cuenta lo que es volver a tomar agua, sentirla cómo llega al estómago, su temperatura. Es increíble. Si tenemos esa conciencia con todo lo que hacemos, es imposible que no podamos modificar este mundo que está así de cargado de energías innecesarias. Nos llenamos de amor hacia los demás, no significa que todas las personas tengan que estar en mi círculo de afecto, pero todos somos del mismo lugar. Entendí que no necesito vivir en mi país para generar un cambio, se puede generar en cualquier lugar del mundo porque somos todo lo mismo.

Conciencia pránica

Víctor Truviano era violinista y profesor de música, llevaba una vida "normal" aunque sentía una cierta conexión espiritual con otro plano. Hasta que a través de unos amigos realizó un proceso durante tres semanas en la costa argentina, que le recordó el potencial que tenía. Y durante el siguiente año fue dejando de sentir la necesidad de consumir alimentos y líquidos. Tal como él lo define en una entrevista: "El proceso respiratoriano no es para dejar de comer, ni muchas cosas de las que dicen. El proceso de veintiún días, en parte, te hace recordar lo mejor que tenés adentro y las consecuencias de ese bienestar en tu presente".
Prana significa en sánscrito: "aire inspirado". Respiracionista. Pranariano. Retroalimentación celular. Términos que no están en nuestro vocabulario habitual y que cuesta imaginar porque no se encuentran dentro de nuestros parámetros de lo posible.
Mariela Tiboni asegura que a ella le pasó lo mismo la primera vez que supo de la existencia de Víctor Truviano. Pero a su mente científica le tocó aceptar que algunas cuestiones trascienden cualquier explicación. Hace seis años tuvo un problema en su columna y durante un tiempo no se pudo mover. Entonces decidió viajar a Puerto Rico, y en el instituto de Ann Wigmore, comenzó un proceso de recuperación, con alimentación viva y elongación, que hoy la mantienen en buen estado. También abrió su mente después de las jornadas, los retiros, las vivencias propias y las de sus pacientes. No había vuelto a sentir ese dolor hasta unos días antes de terminar el retiro, Cuando le consultó a Víctor, le dijo que todavía estaba liberando. Así como había aparecido, el día de la despedida el dolor desapareció.
-¿Es posible recomendar un ayuno durante tanto tiempo?
-La responsabilidad es de cada uno, no se delega. Más allá de que tengamos matrícula, como nutricionistas tenemos que enseñar a la gente que aprenda a reconocerse. Creo que no es estimular a que la gente que no coma, ni que haga un montón de ejercicios. Es inspirar a la gente se anime a volverse hacia adentro, escucharse, reconocerse, sentirse y hacerse cargo. Hablamos de lo mismo: energía, sutileza, sabiduría con uno mismo, conciencia, amor. La finalidad es conocernos y no caretearnos. Víctor dice: "en este proceso de 11 días yo soy responsable, después no". Él tampoco recomienda hacerlo por cuenta propia. Cuando hago los intensivos de desintoxicación con los pacientes, si están conmigo y están en tratamiento, obvio que yo soy responsable. Pero no puedo hacerme cargo si te vas al medio de la nada y dejás de comer. Hay documentales en los que se muestra que ha muerto gente por hacer los 21 días de vivir de luz. No es por bajar de peso, esto va más allá.
Cuando Mariela salió del retiro, ya en medio de la ciudad de Buenos Aires, se miró al espejo después de bañarse y lloró. No podía entender cómo había estado con una persona que no comía nada ni tomaba agua, en anatomía le habían enseñado otra cosa.
-A veces la mente hay que dejarla de lado y aceptar, usar menos la cabeza y mas el corazón. Aprendí mucho, logré internalizar más y afinar el oído del cuerpo. Uno está acostumbrado a escuchar lo que la mente dice, a veces lo que tu boca y tu corazón. Pero rara vez lo que dice tu estómago. La idea es que vos sos lo que pensás con la mente, la boca, el corazón, tu hígado. Antes de hacer algo hay que ver qué dice la gran mayoría. Para tomar conciencia hay que estar en armonía con uno, y para eso creo que sirven los retiros, es una buena estrategia para ir evolucionando en este camino. No me interesa dejar de comer, pero sí poder tener más energía pránica de la que hablan. Si mi respiración es mejor y estoy energéticamente activa, me genero yo misma la energía, no solo a través del alimento. Yo no quiero ser igual a Víctor, esa es su misión, la mía es la de difundir una alimentación más consciente, un equilibrio más armónico entre lo que decimos, sentimos, contamos. Escuchar nuestro cuerpo, controlarlo. Si el cuerpo está fuerte, no hay forma en que no haga lo que tenga que hacer. Es lo mismo con la elongación, siempre podés un poquito más. Cada día puedo más porque soy responsable de una máquina perfecta. Ese es mi camino, e inspirar a la gente a que busque su cien por ciento.
-¿De dónde viene el respiracionismo? ¿Tiene relación con alguna religión?
-Hay muchos documentales que hablan de eso. Mucha gente que lo hace. Esto es un alerta. La vida sin alimento también es posible. El tema es cuánto mal estamos haciendo los seres humanos que nos quedamos en un estado de comodidad y resignación. Él habla de que el dolor tiene que pasar por un lado que sea confortable, no cómodo. "Si te duele, buscale la felicidad al dolor". Es una invitación a sentir que sos dueño de esa máquina perfecta y te lo tenés que creer, sino vas a sentir que sos un desdichado porque te duele la columna o no tenés el cuerpo que te gustaría. Depende del lugar en el que quieras estar. No tenemos ni idea de todo lo valioso que tenemos, tenemos todo lo que necesitamos. Lo que necesitamos es el tiempo de uno con uno, conocernos y animarnos a volver a empezar todas las veces que sea necesario. Tenemos que limpiarnos de lo que deberíamos hacer, de los mandatos sociales, tomar conciencia de las prácticas que nos hacen mal, y modificarlas. A todo el mundo le va a llegar. A los que nos llegó, no hay forma de volver atrás.
Mientras Víctor Truviano continúa con sus seminarios alrededor del mundo, Mariela Tiboni después de los once días de ayuno, sigue su camino hacia el sur. Ya está en Cipoletti para dar nuevos talleres detox junto a Matías Papini de Jugox, que compartió el retiro con ella y con el que organizarán juntos un retiro de purificación interna.
Quise escribir sobre el tema porque es algo que me interesa compartir, creo que hay mucho por investigar todavía desde la ciencia para explicar aquello que no comprendemos. Considero que está bueno saber que existen seres humanos que viven de esta manera, Víctor Truviano no es el único que vive del aire inspirado, pero no invito a seguir su ejemplo. Sí, pienso que el ayuno puede ser útil como una forma de liberación y desintoxicación, que puede brindar beneficios a nuestro organismo, y que uno debe prepararse para transitar ese proceso cuando sienta necesidad de hacerlo.
Víctor Truviano y Mariela Tiboni con el Nutrimóvil, durante el proceso de purificación.

Víctor Truviano y Mariela Tiboni con el Nutrimóvil, durante el proceso de purificación.

Les deseo que disfruten del sol y espero que puedan estar en contacto con la naturaleza en estos días de calor. Me encuentran en kariuenverde@gmail.com
¡Abrazo grande!
Kariu

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