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“Ahora soy la jefa de mi amiga”

Comparten todo y se entienden casi sin hablar. Pero... a vos te ascendieron. ¿Cómo transitar los cambios en el vínculo sin que la amistad se ponga en juego?




Créditos: ilustración de Elda Broglio

Al principio, era solo una compañera copada, pero con el tiempo, escritorio de por medio, forjaron una amistad que ahora se ve modificada: te nombraron jefa. Y donde antes todo era de igual a igual, apareció una jerarquía laboral en medio de un territorio en donde las jerarquías no existían. Es paradójico, porque hay afecto y confianza entre ustedes y, sin embargo, no sabés cómo manejarte. Por eso, es un buen momento para salir en busca de herramientas, desarrollar una nueva competencia y adoptar una mirada estratégica frente a esta situación tridimensional, casi holística, en la que se cruzan dos variables: sos jefa y amiga de la misma persona.

Cuentas claras...

... conservan la amistad, dice el refrán popular. Pero las charlas concienzudas también. Ante este novedoso panorama, es imprescindible que se junten a tomar un café fuera de la oficina y pongan sobre la mesa los sentimientos encontrados que puedan haber surgido a partir de tu ascenso. Por ejemplo, si sabés que tu amiga también esperaba ser promovida, ¿no vas a decirle nada? Ninguna puede mirar hacia un costado y hacer como si nada. Esta charla funciona como base para que después puedas plantearle qué esperás de su trabajo sin estar pensando en cómo se sentirá ahora que ya no sos su par (porque ya se lo preguntaste en el contexto adecuado).

Sacate de encima la culpa

Inevitablemente, las reglas del juego cambiaron entre tu amiga y vos. Ahora vas a tener que marcarle un rumbo con precisión o darle un feedback sobre algo que debe mejorar. Pero ¿cómo vas a pedirle que se quede después de hora sin sentirte mal? Decíselo con la seguridad de saber que es lo mejor para las dos. Si te guiás únicamente por el cariño, es probable que a corto plazo no haya ningún efecto negativo y te creas una divina por mantener las aguas quietas. Pero, en realidad, lo que estás haciendo es resguardarte en tu zona de confort, sin hacerte cargo de tu estatus laboral actual ni de sus responsabilidades. ¿El resultado? Vas a obstaculizar su crecimiento y adoptar una actitud que termina siendo egoísta para ella y perjudicial para vos.
Si dejás que la impulsividad o el afecto te ganen a la hora de tomar decisiones, probablemente te cueste mucho sostener el laburo o la amistad. Hacer un zoom out y encontrar una perspectiva menos emocional es un paso fundamental para resguardar ambos frentes.
Una de las claves para no sentir culpa es tener presente que, como jefa, sos estimuladora del desarrollo de tus colaboradores. Entendé que vos necesitás gestionar y que tu amiga va a valorar aquellas observaciones y sugerencias que la ayuden en su crecimiento profesional. Si no te das cuenta de esto y dejás vacante este lugar para no sentirte “la mala de la película”, no solo pierde tu amiga, también perdés vos.

Potenciá el vínculo

Si sabés que una devolución crítica o un límite no te convierten en Meryl Streep en El diablo se viste a la moda, aprovechá para potenciar la relación. ¿Cómo? Pidiéndole a tu amiga que te ayude a ser una mejor líder. Planteale este desafío para empoderarla y no caer en el lugar común de que una está por encima de la otra. Establecé una relación laboral en la que la colaboración sea la protagonista y no la jerarquía. Ella, que te conoce mucho más que el resto de los empleados, puede aportarte una mirada afilada y ser positivamente dura con su feedback..., ¡el cual vos también te tenés que bancar! Tu amiga es una aliada dentro de la oficina y sus observaciones son un capital enorme. El desafío es que cada una se piense y actúe como desarrolladora de la otra. Con el tiempo, vas a ver cómo esta modalidad más colaborativa fortalece el vínculo que tienen fuera de la empresa.

Es tu amiga, no tu favorita

Si estás al frente de un equipo, olvidate de tener un trato diferencial. Tampoco vas a hacer como si nada porque sería algo forzado (todo el mundo sabe que es tu amiga). Acá entra en juego tu capacidad para liderar de manera equitativa. Es casi inevitable que, ante un reconocimiento que ella reciba, lo primero que comenten, desde el prejuicio, sea: “¿Viste? Tiene privilegios porque es la amiguita”. Es muy fácil para el contexto caer en el surco del “amiguismo”. Por eso es importante que no te dejes llevar por los sentimientos y priorices a todos tus colaboradores. Sé siempre muy clara al momento de comunicar tus decisiones y pensá en el impacto que tendrán sobre tu amiga, pero también en las posibles lecturas que pueden hacer los demás.

Poné las cosas en su lugar

Otro desafío es manejar el “after office”, para que cada espacio esté lo menos contaminado posible. Si están en un cumpleaños, tu amiga te pide un aumento y vos sentís que están fuera del marco, le decís sin vueltas: “Lo charlamos el lunes en el laburo”. Acá no hay estructuras, simplemente hay que manejar cierta lógica y sentido común. Si se trata de una amistad madura y sincera, no debería ser arrasada ni teñida por lo que suceda en el ámbito laboral; más bien es un desafío y un período de aprendizaje que las va a fortalecer.
En cambio, si te das cuenta de que fuera de la ofi no pueden hablar de otra cosa que no sea de trabajo, que la relación se distorsiona, que hay ruidos o que no podés actualizar la amistad a partir del nuevo contexto, quizá no haya valores compartidos tan profundos como creías y estés forzando un lazo que ya era superficial pero que fue funcional para ambas en algún momento. Tomate el tiempo necesario para procesar que ya no son ni pares ni amigas sino que solo trabajan en un mismo equipo que vos coordinás. En cualquiera de los casos, ser jefa te desafía: no solo te pone a prueba como líder, sino que hace un diagnóstico riguroso de tu amistad.

medir el desempeño

Por Julieta Gálvez*.
Si hay algo clave para la transparencia en el vínculo, es plantear cuáles son los objetivos, en cuánto tiempo esperás que se alcancen y cómo van a ser evaluados. Esto sirve para evitar los grises, porque los resultados van a estar dados por las métricas. Hay empresas con formas sistemáticas de medir el desempeño. Cuanto más mensurable vuelvas cada tarea, mejor.
Esto te aleja del peligro de la confusión o el favoritismo. Si tu amiga recibe un bono o una promoción, no hay espacio para las especulaciones, porque fue evaluada igual que todos los integrantes del equipo y no hay lugar para el prejuicio•
¿Estuviste en alguna situación similar? ¿Tenés alguna recomendación que te haya funcionado? Además, inspirate con: Hillary Clinton se empodera con su vestimenta de la mano de Anna Wintour y Tres consejos de una mujer que se proyecta
Expertas consultadas: Andrea Churba, nuestra especialista en coaching laboral, creadora de Business Therapy, Eribel Cullari, psicóloga especializada en dirección estratégica de RR. HH. y Julieta Gálvez, psicóloga especializada en conducción estratégica de RR. HH y terapia cognitiva.

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