Nos juntamos a almorzar con Brenda en Palermo. Hace un calor tremendo y Brenda llega un poco tarde, preocupada: “Chicas, casi les cancelo”, es lo primero que dice. Cuenta que su hijo, Eloy, está con fiebre, que en un par de horas tiene que irse a Zona Norte a buscarlo para traerlo nuevamente a Capital al pediatra. “Pero, bueno, ya está, armé la logistica y me van a avisar cualquier cosa, así que aprovechemos para comer rico y charlar cosas de chicas un rato”, arranca, y de a poco va metiéndose en la charla para repasar cada aspecto de su vida: se la ve contenta, plena, entusiasmada. Confiada. Dejando atrás un año muy intenso a nivel laboral (estrenó dos películas y una obra de teatro) y recibiendo 2017 con una sonrisa, con expectativas, pero con la capacidad de hacerle lugar a lo que venga.
Sabemos que en Amar después de amar (Telefe) vas a tener un romance con un péndex de 18 años, ¿qué te pasó con esas escenas?
Al principio, me chocaba, pero viendo el todo me pareció interesante. En nuestra sociedad bastante machista, cuando una mujer más grande se separa y empieza a salir con un pendejo, es: “Ah, se come un pendejo”. Y sí, bueno, pero cuántos hombres grandes están con chicas que son mucho más jóvenes. Para mí estaba buenísimo tratar de normalizar esta situación, que es lo más normal del mundo. En ese sentido, a pesar de todo lo que avanzamos en el último tiempo, sí creo que todavía hay una herencia social de cómo debemos ser en la pareja que está muy mal transmitida. Todo parte de la familia, desde la religión, desde la educación, se nos muestra una mujer un poco dominada: adentro de la casa, ama de casa y que se ocupa de cuidar al hijo. Por suerte me di cuenta y pude correrme de ese lugar de, por ejemplo, decirle a una amiga: “Ah, esta puta”. Me corrí de ese lugar de estar juzgando a una mujer; empecé a hacerme cargo de mis palabras y de mis preconceptos, que inconscientemente se me han metido. Porque cuando me doy cuenta de los comentarios machistas que empiezo a tener, digo: “Ah, yo también”.
Te corriste del lugar de juzgar en todo sentido, también te animaste a hacer la peli Resentimental, donde tenías una relación gay.
A medida que voy creciendo, voy teniendo menos prejucios sobre las personas y creyendo en la libertad de expresión y de elección amorosa. Antes me costaba un poco más, pero también tiene que ver con una educación un poco estructurada.
Más del lado de tu viejo, porque tu mamá (la modelo Daniela Cardone) debe haber sido súper liberal.
Total. Ella siempre fue una cabeza muy liberal y estuvo bueno tener las dos posturas. Mi papá era más estructurado, del “deber ser”. Yo vivía con él en una ciudad-pueblo, donde se vive muy pendiente del qué dirán. Acá en Capital, nada que ver; entonces, a medida que voy creciendo, me doy cuenta de que también una va descubriendo sus verdaderas pasiones y aprende a sacar la atención de la mirada externa y a ponerla en una. Creo que cuando estás enfocada y hacés las cosas que querés, no criticás tanto; cuando lo hacés, es porque querés lo que el otro tiene, en definitiva, no estás feliz.
Es muy de terapia eso, ¿hacés análisis?
No, nada. Pero me parece que una se confunde y piensa que enfocarse en sí misma es egocéntrico, pero no, hay que hacer ese viaje, esa autoobservación. Porque si no, te quedás poniendo la mirada en el otro, le reclamás, y hay algo de ese reclamo que es también propio.
¿Te pasa a nivel pareja esto de recriminarle al otro? Con Gonzalo (Heredia) están juntos desde hace ya seis años.
Sí, es lo que sale primero. Cuando reflexionás, después de la pelea, es otra cosa. Yo soy muy impulsiva, me decís algo y te contesto enseguida, y después me digo: “Ah, bueno, no tendría que haber dicho eso”, pero por lo menos me tomo el tiempo para pensarlo. No te digo que soy una persona zen, en absoluto, soy leonina y totalmente dominante, me gusta tener las cosas bajo control, siento que puedo abarcar todo y es mentira, en algún momento tengo que pedir ayuda. Pero con el tiempo, tanto en la pareja como en la vida, aprendí a no controlar nada. Una va aprendiendo a hacer pareja en libertad. Nosotros crecimos al mismo tiempo, nos fuimos encontrando y descubriendo desde el amor, desde el respeto. Él no me pertenece y yo no le pertenezco, y obviamente tenemos nuestras peleas y nuestros choques, convivimos, la convivencia ya de por sí es difícil, tenemos un hijo... Pero si hay algo que aprendimos en estos seis años, es que podemos hablar todo; por más que haya una pelea, seguís aprendiendo y te das cuenta de tus errores. El diálogo es la base de toda relación, al igual que la confianza, saber que el otro está y la rema, no es relajarse en el hablar y nada más, hay que enamorarse todos los días.
Mucho hay que ceder, pero no cambiar. Una no tiene que cambiar su esencia por el otro, sí modificar ciertas actitudes o malas contestaciones, pero una es una. Hay cosas que no se negocian, me pedís que negocie, no sé, que deje de trabajar y te digo que no.
Igual, él no parece ser muy controlador.
¡Cero! Es un compañero hermoso, me acompaña en cada decisión.
¿Y con el tema de los celos? ¿Sos celosa?
Quiero aclarar esto por última vez porque es cierto que hay un rumor de que soy hipercelosa, pero no es así. Imaginate si yo fuera celosa de Gonzalo, que es una persona a la que siguen las mujeres, le ponen que lo aman, le sacan fotos en la calle, que está con las mujeres más hermosas haciendo tiras, me tendría que separar. Nunca le rompería diciéndole: “Vos con ella no trabajás”, por más que hayan tenido un romance. No soy quién para decirle. Cuando tenemos que tener celos con alguna situación o marcar un poquito el territorio y decir: “Bueno, hasta acá”, lo hacemos, pero si no, no. De hecho, él es muy relajado; y tampoco uno tiene nada asegurado. La verdad, si tiene que pasar que se enamore de otra persona, va a pasar. Qué ganaría controlando, revisando el teléfono, poniéndome histérica. Eso te hace mal, habla del malestar como persona y de inseguridad ante la vida. Lo importante es vivir esta relación ahora, sin proyectar ni atarnos a nada, ir viendo qué pasa. De hecho, nunca proyecté y estoy desde hace seis años y tengo un hijo, una familia hermosa que ni me hubiese imaginado.
¿Y cuáles son esas cosas que vos decís: “Esto lo tengo que cambiar”?
Tengo que cambiar muchas cosas. Muchísimas. Estoy en “proceso de”. Por ejemplo, a la mañana no sé por qué me levanto de mal humor, creo que porque hace cinco años que no duermo. Por suerte, nosotros tenemos un espacio de cada uno en la casa y me parece que hace al funcionamiento de la convivencia, y no rompo porque tampoco hago las cosas que no me gustaría que me hicieran.
En Instagram subís fotos sin maquillaje, con cara de dormida o haciendo muecas. Ese mensaje de aceptación está buenísimo.
Sí, creo que hay que reírse de una, ya me acepté como soy, hay que subir otras fotos, no tan plásticas. No me interesa lo físico en lo absoluto, para nada, agradezco que me llamen para cosas de belleza, pero para mí, cuanto más natural es una mujer, más bella es. No cuanto más maquillada o mejor vestida esté. Cada una tiene que buscar su propia belleza.
¡Obvio que es fácil ser relajada porque sos diosa!
¡Callate!
No, en serio, cualquiera va a decir: “Yo con esa cara también me saco fotos haciéndome la payasa”.
Puede ser, pero todo es tan relativo. No me interesa la belleza, en el sentido de que me aburre. Además, naturalmente, vas creciendo y hay un día en el que te das cuenta de que la belleza o lo estético no pueden ser lo que te sostenga. Tenés que tener algo más para decir, para mostrar. No alcanza con ser linda.
Siempre fuiste de perfil bajo, ¿cómo vivís la exposición en redes?
Hoy siento que con las redes sociales muestro un poco más mi vida de lo que la mostraba antes, pero sin ser del todo consciente. Lo malo nunca lo voy a exponer, pase lo que pase; de hecho, de las situaciones que me han pasado no hablo, dejo que pasen. Eso forma parte de mi mundo íntimo de verdad, sé hasta dónde quiero mostrar y hasta dónde no. Tengo mis objetivos muy claros, no me mareo por toda esta irrealidad que se genera, porque también nuestro trabajo es muy efímero y muy inestable, entonces, si vos te creés que realmente sos alguien superior, estás perdida. No sos nadie, sos una más, un negocio más.
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Debe ser difícil no creértela.
Sí, claro, pero yo tuve una mamá conocida y la verdad es que eso me ayudó a darme cuenta de que funcionaba de esa manera. Desde chica soy muy observadora. Observo muchísimo cada movimiento.
¿Qué te pasaba cuando eras chica y de repente venías a Buenos Aires y veías el mundo de tu mamá?
Muchas cosas, la verdad es que de adolescente lo detestaba, le decía a mi mamá: “No puedo creer cómo te gusta esto, que te saquen fotos, que la gente te diga estas cosas, me parecen todos unos falsos”. Yo venía de otro universo, nada que ver. Igual, hasta los 7 años fui muy extrovertida, muy personaje, me encantaba venir con mi mamá, me quería sacar fotos, me pintaba, me ponía corpiños con pelotas de tenis. Sentía que éramos dos divas, iba a los eventos con ella y me ponía su ropa. Y después, bueno, por suerte empecé a darme cuenta de que la cosa no era por ahí, me empezó a dar vergüenza toda esa exposición y empezaron a pasar cosas con respecto a mi mamá que no me gustaban. Aparte, ella estuvo en el medio en una época que no era como ahora, las modelos eran muy pocas, era más difícil poder llegar a ese lugar, y ella venía del interior. Pero bueno, también me sirvió para verlo desde adentro y darme cuenta de hacia dónde quería ir y que todo este mundo no es real. De que hay algo que se genera, no sé si la palabra es “frívolo”, es fantasía. Una vuelve a su casa y es un ser humano normal, que se pone chancletas. Tenés que ser consciente siempre de que se puede terminar. Ojalá que siga trabajando de actriz hasta los 70 años o hasta que me muera, pero no se sabe.
Aunque a veces está bueno disfrutar de esa fantasía, ¿no?
Obvio, está bueno también estar en un lugar en el que te digan cosas lindas, pero, bueno, también tomar las cosas malas y saber cuáles son, y saber que los valores y la vida pasan por otro lado, no por estar linda en un evento o en una revista. Es tener los objetivos claros. Yo creo que cuando estás parada frente a tu carrera sabiendo lo que querés, fluye.
¿Y qué es lo que querés?
Despues de que nació Eloy, las prioridades empezaron a reordenarse en mi vida, es muy interesante, y me planté mucho más en todo sentido. Lo súper recomiendo, ojalá que todas puedan ser madres. En mi vida fue justo en una etapa particular, antes de los 30. Igual, no porque seas mamá te va a bajar toda esa información, tenés que estar predispuesta y con ganas de ordenarte.
Nos enteramos que estás embarazada, ¿Querés contarnos algo?
Sí y estamos contentísimos. Pero todavía es muy reciente así que prefiero no hablar mucho. Me encantaría que fuera nena, acá cierro. Hasta busqué en Internet todas las maneras, métodos y posiciones para que salga nena. Igual, nada, te toca, venga lo que venga cierro acá, no quiero ser madre grande. Además, el tema de la responsabilidad que requiere ser mamá. Ojalá nos pudieran educar de esa manera, siendo conscientes de lo que es la llegada de un ser humano al mundo. Vos a ese ser humano le tenés que dar todas las herramientas durante sus primeros años para que cuando sea grande esté preparado frente a la vida. Porque son hijos de la vida. Hoy me toca criarlo a Eloy, es el amor de mi vida y la persona por la que doy la vida, pero sé que lo tengo que preparar con herramientas, y acá va la disciplina y también exigirle y ponerle límites para que el día de mañana esté preparado ante cualquier situación. Pero también esa base de contención, de amor, de educación, una tiene que saber dársela, y tenemos que tener tiempo para dársela a un hijo.
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Acabamos de lanzar nuestra agenda Project Planner 2017, donde proponemos un plan anual para hacer realidad ideas que andan dando vuelta, ¿vos sos de las que posponen proyectos o de activar?
Tengo una mezcla de situaciones. Primero, anoto todo lo que quiero hacer, tengo una lista de todos mis proyectos. Pero como nunca me faltó trabajo, no tuve el tiempo como para llevarlos a cabo y además ser mamá tambien te requiere. Por suerte, ahora la tira ya se grabó y tengo estos cuatro meses para meterme en un proyecto paralelo que nada que ver.
Estás diseñando tu línea de objetos, ¿no?
Sí, algo así. Reciclo botellas, hago vasos, objetos en vidrio reciclado, y mi socio hace velas ecológicas. Pero sí, soy de posponer. Este año me lo propuse, me lo anoté, lo puse en un post-it enorme, voy a ver si uso la agenda de OHLALÁ! para que me ayude a ordenarme. Está muy de moda eso de pedirle cosas al universo, pero los sueños hay que trabajarlos.