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Bruselas con Juli López May

A una hora y media en tren desde parís, esta ciudad es la cuna del mejor chocolate y otras delicias gourmet. Allí fuimos con Juli López May.




Vista de la calle Rue Ravenstein 2

Vista de la calle Rue Ravenstein 2 - Créditos: Juana Kelsey


Texto y producción de Soledad Simond

Chocolate

Juli acompaña a un rico chocolatero de la casa Godiva

Juli acompaña a un rico chocolatero de la casa Godiva - Créditos: Juana Kelsey


Laurent Gerbaud
Con 2 grados de temperatura –a eso se debe lo emponchadas que estamos en las fotos–, lo único que queríamos hacer cuando llegamos a la capital belga era comer chocolate. Esta ciudad tiene una chocolatería en cada esquina céntrica, así como nosotros tenemos tiendas de camperas de cuero en la avenida florida. Entonces, ¿por dónde empezar? Nos recomendaron arrancar en el local de Laurent Gerbaud, que es de los pocos chocolatiers que aún diseñan su propio chocolate con tabletas traídas de Perú, Ecuador, Venezuela y Madagascar de la marca Valrhona ("el mejor chocolate del mundo", según Juli), sin azúcar ni manteca ni saborizantes: al natural. Entonces, decidimos probarlos... ¡aguante el chocolate amarguísimo! Te comés dos y se te dilatan las pupilas...
Detrás de escena en la fábrica Laurent: Gracias a la cinta antideslizante, la terminación de los cubanitos es súper prolija

Detrás de escena en la fábrica Laurent: Gracias a la cinta antideslizante, la terminación de los cubanitos es súper prolija - Créditos: Juana Kelsey


Chocolatería

Los bombones de Neuhaus

Los bombones de Neuhaus - Créditos: Juana Kelsey


El chocolate belga se derrite en tu boca, como si cataras un vino. Pero, claro, hay de distintas calidades.
Pierre Marcolini : si bien este chocolatero vendió su marca, la cadena aún conserva su eslogan "alta chocolatería". Sus bombones están presentados como joyas, en vitrinas, y luego son empaquetados en sobrias cajas negras (los comprás por 20 euros). También se consiguen a 10 euros infusiones de granos de cacao y jazmín, que simulan un brebaje precolombino. También cuenta con pastelería propia, donde se puede degustar minicakes, como la fuccia de la foto, con corazón de mousse de frambuesa. Más info: www.marcolini.be .
Neuhaus : pensada para el turista, chocolate no tan premium, pero con marketineros packs de Tintín o Los pitufos, made in Bélgica.

Waffles

¡Nos sorprenden trabajando!

¡Nos sorprenden trabajando! - Créditos: Juana Kelsey


Son un clásico de Bélgica. También conocidos como gaufres , en el nacional idioma flamenco, no tienen nada que ver con los waffles que hacemos en casa. Estos son más bien gorditos y crocantes, más parecidos a un pan que a un panqueque. Se consiguen en todos lados en carritos ambulantes por 2 euros, y son una perdición. Comés uno y tirás toda la tarde. Pedilos frescos, porque a veces te ponen uno ya cocinado a calentar. Y no abuses de los toppings, como Nutella: solo es más que suficiente.

Gourmet

El interior de Cook and Books

El interior de Cook and Books - Créditos: Juana Kelsey


En Bruselas se come muy bien, especialmente desde la última década, en que se convirtió en sede administrativa de la unión europea. Cada vez más cosmopolita, podés encontrar excelente comida italiana –por ejemplo, en sale pepe rosmarino (Rue Berckmans 98), atendido por un fortachón cocinero en musculosa– o parisina, como en Gaudron (Place Brugmann 3, más info: www.gaudron.be).
Cook & Books: de los creadores de Le pain quotidien, fue nuestro gran hallazgo. Se trata de nueve restaurantes ambientados con diferentes temáticas –como viajes, cocina italiana, biblioteca, cómics, bellas artes– con sus respectivos libros, que uno puede comprar u hojear mientras toma un café. Nosotras tuvimos allí nuestros brunch, por 20 euros.
Más info:www.cookandbook.be .

Imperdibles

Juli en el mercado de la Plaza Châtelain

Juli en el mercado de la Plaza Châtelain - Créditos: Juana Kelsey


Bruselas tiene algunos imperdibles que le dan personalidad a esta capital europea: desde su Grande Place, que en agosto siempre se viste con una impactante alfombra de flores, hasta el bosque de la Cambre, donde podés –luego de cruzar el lago– tomar el té en el Chalet Robinson. Si algo lindo tiene Bruselas, es su despliegue de naturaleza y su arquitectura art noveau , desarrollada a finales del siglo XIX (más info: www.hortamuseum.be ). Sus habitantes son más relajados que el apurado y sofisticado parisino, y también grandes anfitriones. ¿dónde compran para agasajar a su invitado?
Mercado de la Plaza Châtelain: abre todos los miércoles desde el mediodía. No solo comprás frutas y verduras, sino también productos premium, como queso de cabra con polvo de speculoos . Allí comimos al paso comida tailandesa. En el happy hour, los amigos también se juntan a tomar vino especiado caliente por 5 euros.

Brujas

Créditos: Juana Kelsey


Es la ciudad más visitada del país y nombrada patrimonio de la humanidad en 2000. Desde Bruselas, llegás en tren por solo 28 euros, y después allí el plan es caminarla y recorrer sus canales en botecito por 8 euros. ¿qué comer? ¡papas fritas!, también un clásico belga.
Cómo llegar: podés volar por Air France, desde us$ 1713, hasta París, y luego tomarte el tren.
Más info: www.airfrance.com .

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