Nos encontramos con Carla en un café frente al Botánico. “Cuando volvimos a Buenos Aires, vi este coffee store y me encantó. Cerca de casa no había un cafecito con onda como para juntarme a charlar”, nos cuenta, y asegura que ella siempre está atrás del último dato gourmet. “Para eso soy especialista”. Volvió hace poco más de un mes de su paso por Washington, donde su pareja, Martín Lousteau, ejerció como embajador y ella aprovechó para pasar más tiempo con su hijo, Gaspar, y conocer gente interesantísima.
A punto de estrenar Mamá se fue de viaje, hablamos de la experiencia de vivir afuera, su forma de compatibilizar proyectos en pareja, las redes sociales, la amistad y su momento personal y profesional: “Hoy solo hago lo que me da ganas de hacer”.
Viniste a la producción de fotos con tus amigas del colegio, ¿qué dijeron cuando las invitaste a participar?
Estaban copadísimas. Les dije: “¿Quiere venir alguna a la produ de OHLALÁ!?”, y se coparon todas, ¡todas! No pude elegir. Nos conocemos de toda la vida, hicimos toda la primaria y la secundaria juntas en un colegio religioso solo de chicas. Tenemos muchísimos recuerdos y una unión incondicional.
CARLA: VESTIDO (COMPLOT, $1990), CAMPERA DE DENIM (LEVI’S BY VERO ALFIE, $4900), BOTAS (JOSEFINA FERRONI, $5650). AGUSTINA: ABRIGO (WANAMA, $4990), CAMISA A RAYAS (TUCCI, $1600).PENÉLOPE: POLERA CON CUELLO (AYRES, $2798). MELINA: PONCHO (BECCI, $2490), JEANS (TUCCI, $1980), BOTAS (SOFI MARTIRÉ, $279 - Créditos: Gustavo Sanricco
¿Qué recordás de esa época?
Cómo nos divertíamos. Claramente no éramos las que más estudiábamos. No es que éramos las peores, pero siempre salíamos mucho y en esa época, cuando empezaba con mis primeros bolos en la actuación, ellas fueron mi primer club de fans, mi público cautivo. ¡Siguen viniendo a todos mis estrenos!
En Instagram te mostrás muy genuina, sin maquillaje, más real, y a veces recibís respuestas muy críticas; ¿cómo te llevás con ese costado de las redes?
Ahora estoy bloqueando más a los que me empiezan a hablar de política o alguna cosa, eso no va. Chau, chau, chau. Porque a veces son muy irrespetuosos, muy pesados. Yo, igual, no entro en el juego, no respondo nada. Incluso cuando te critican, me han dicho “fea, vieja, ¿te hiciste algo?, ¿qué te hiciste en la cara?” o esas cosas. Eso no me importa. Solo una vez respondí algo que me dijeron de lo de la cara, qué sé yo..., yo me había visto re linda; está bien que a veces subo cosas sin tener los anteojos puestos y yo no veo bien.
“Ah, ¿no estaba re linda, chicas?”, jajaja.
Claro, dije: “¡Qué linda que estoy!”, y después dije: “Mmh, no estaba tan bien”, pero yo me veía bien. Fue una vez que me había puesto una flor que me había regalado mi hijo..., y todos: “Estás hecha m...”. ¿Para tanto? Me parece que se desvirtúa un poco todo.
Y después subiste la misma foto, pero con Photoshop.
Y sí, me photoshopeé y puse las dos, a ver si se quedaban más conformes. Igual, a mí me pasa así, siempre prefiero estar más natural, sin tanto make up, sin tanto filtro, y transformarme para actuar. El resto del día, es la vida real, como todas. Un poquito de BB cream y a la calle.
Además, es muy loco, las mujeres nos la pasamos pidiendo que se bajen las exigencias y después criticamos así...
Y eran todas mujeres las que me ponían que era fea. Igual, también sabés que no es real eso que pasa ahí, es solo una parte, muchos son trolls, gente que se dedica a desparramar odio.
También sacaban conjeturas de cómo la estabas pasando en Washington, si se volvían por vos, que estabas aburrida...
Sí, yo miraba y decía: “¿De qué están hablando?”, “aprovecho que tengo posibilidad de responder...”, y no. Todo se mezcla, se confunde todo. Mejor ni me meto, dejo que hablen.
¿Y vos adaptándote a la vida de allá? ¿Era lo que esperabas?
No, me sorprendió para bien, estuvo muy bueno. En realidad, no tuve ni tiempo de imaginarme cómo iba a ser. Fue muy rápido todo: la propuesta y en menos de un mes ya estábamos allá.
¿Qué sentiste que tuviste que ceder para poder irte?
No, no lo viví así, nunca pensé “dejo lo mío por un tiempo”, porque, en realidad, yo seguí trabajando, seguí en contacto, lo aproveché para crecer, para conocer gente que hacía lo que yo hacía, para observar o para estar con mi familia. En ese momento era más importante eso que hacer un programa de televisión o una obra de teatro, porque sabía que Gaspar dentro de poco ya empieza a ir al colegio todo el día o a tener más actividades, entonces era el tiempo para estar con ellos. No lo sentí como “bueno, estoy dejando de lado mi carrera, mis cosas”, no lo pienso así, yo no pienso nunca en “la carrera”, no planeo, voy viviendo lo que me pasa.
Tampoco es que dejaste un proyecto por la mitad para irte...
No, es que de golpe podría haber dejado una tira para irme, porque para mí lo más importante siempre es mi familia. Igual, no lo sentí como un “dejo todo y te acompaño”, me parece que también era una responsabilidad muy importante y muy interesante para los dos.
Una oportunidad familiar.
Si bien el que iba a representar a la Argentina era Martín, cuando llegás ahí te das cuenta de que vos sos la cara de tu país. Argentina somos nosotros dos, atrás hay un equipo, hay una embajada, un montón de gente, pero... lo tomé como eso. Entonces, yo también voy a representar a mi país desde lo que yo conozco, lo que yo sé, y era interesantísimo.
¿Cómo fue ese rol?
Yo era una mujer del embajador bastante particular. Cada una le pone su impronta, obvio. Todos sabían que era actriz, porque antes de invitarte a un lugar todo el mundo averigua para saber qué temas tratar, ver puntos en común. Igual, ojo, no es que yo iba a todos lados; cuando no me cerraba mucho, aprovechaba para quedarme en casa con Gaspar. Si el plan es ir a hablar de política y relaciones internacionales toda la noche, prefiero quedarme con él y disfrutar una noche de madre e hijo.
¿Llegaste a hacerte grupo de amigas?
Re. Al principio, era gracioso porque todos estaban preocupados por buscar chicas de mi edad o un poco más grandes, pero que les gustara lo que yo hacía, que tuvieran hijos, armaban encuentros...
¿Te hacían citas a ciegas con posibles amigas?
Suena rarísimo, pero algo así. Yo iba, yo la paso bien siempre. Conocí muchas argentinas, me hice un grupo de amigas, con grupito de WhatsApp y todo. Te acompañás mucho, te van ayudando en cualquier cosa que necesitás, funcionan como una red, te pasás datos.
Decías que fuiste a un montón de cenas y eventos súper interesantes, ¿cuál fue tu escena más cholula?
Yo siempre, desde que era chica, seguí los premios del Centro Kennedy de Washington a la cultura. Lo veía porque se los daban a artistas muy copados, músicos, actores, y es un homenaje muy televisivo además, como hacen todo en Estados Unidos, llaman a alguien que vos no tenés idea a cantar una canción de Barbra Streisand, pero lo hacen bailando hip-hop y atrás de una cortina aparece Michael Jackson. Ese año justo se los dieron a Martha Argerich y a Al Pacino, que estaba con su mujer, también argentina. Me copó, bailaron tango y aparecía la imagen del Colón. Igual, mi momento cholulo no tuvo que ver con ninguno de ellos. En la fiesta me encontré con Linda Carter y no pude evitar la selfie.
¿Con la Mujer Maravilla te salió la cholula?
Sí, estaban Obama, Michelle, dándole la medalla, Kevin Spacey, un montón de artistas, pero yo me saqué la foto con la Mujer Maravilla. Pero por un chiste con mis amigas de que siempre, por una cosa u otra, termino disfrazada de la Mujer Maravilla. Y la vi y no pude evitarlo.
Obama pasó a tercer plano, jajaja.
Con Obama después me saqué. Fui a la Casa Blanca, a la despedida que dio a los embajadores, su último discurso adentro de la Casa Blanca.
En todos esos eventos, cenas y discursos, ¿cómo percibiste la hipocresía yanqui, te sentías dentro de un House of Cards?
Hay buenos, malos, hay de todo. Pero hay una cuestión de respeto, ante todo, que, aunque sea un valor básico, me sorprendió. Será porque acá el respeto al legado, a los tiempos, a los intercambios, no se ve mucho. Allá, en el momento del traspaso presidencial hay mucho respeto a pesar de que sean extremadamente diferentes. Vos hiciste tu trabajo y se lo vas a dar a otro a quien eligió la gente. Entonces están todos ahí.
Aunque estén totalmente en contra y no se puedan ni ver...
No importa. Muchas veces me pasó de estar en una mesa de demócratas y republicanos y cuando una persona hablaba la escuchaban y, si les gustaba lo que decía, la aplaudían igual. Está buenísimo, aceptar “esto también está bueno”. A veces nos olvidamos un poco. Hay otro pequeño ejemplo que me gustó: allá la primera dama del ex presidente y la primera dama del presidente actual trabajan juntas durante todo el mandato. Son las responsables de la fundación que apadrina y recauda fondos para mantener parques nacionales, monumentos y otros lugares públicos. Obviamente puede haber hipocresía, tanto en este detalle como en otras cuestiones políticas, pero el ejemplo de trabajar juntos está buenísimo.
¿Pensaste en trabajar como actriz allá?
No, no. Me ofrecieron hacer algunas cosas, pero como íbamos a volver... Hice contactos, conocí gente, pero qué sé yo, yo trabajo en Argentina. Lo que sí hice mucho y me encantaba fue asistir a distintos festivales.
Te convertiste en embajadora del cine argento.
Súper orgullosa. Pero ¿a vos no te pasa que viajás y te preguntan de dónde sos y decís “Argentina” y ya está? Te ponés la camiseta, las rayas así celestes, te creés mil. Lo haría siempre.
¿Te costó la decisión de volver o ya extrañabas?
Me dio tristeza separarme de esa gente que conocí, de mis nuevas amigas. Cuando estás sin tu familia, sin tus grupos de amigos de siempre, y estás en un lugar nuevo, surge eso del vínculo que, aunque haya sido poco tiempo, fue muy intenso. Eso fue lo único que me costó dejar. Lloraba. Porque cuando me fui de acá sabía que iba a volver, si todo estaba bien, todo iba a estar igual, pero lo que dejé allá, nunca más. Puede que vuelva, pero esta etapa que viví, con la misma gente, ya no se repite...
Volviendo a tu lugar al lado de Martín, ¿seguís manteniendo distancia y sin meterte tanto en sus campañas políticas?
Lo acompaño en la vida, en todo. Y creo que ya es suficiente.
No públicamente sino más con él.
Sí, yo voy a estar para cuando necesite descansar, desconectarse, y en los momentos importantes, obvio que sí. Pero después, lo otro..., están todos los que trabajan con él, tiene un montón de gente que, si necesita algo, lo puede ayudar. No tenemos que estar pegados. Es como si él me acompañara todos los días a las grabaciones. Qué raro sería, ¿no? O sea, está bien que esté el día del estreno o en una entrega de premios, que me pase a buscar de vez en cuando, como cualquier trabajo, ¿por qué tenemos que mostrar tanto la imagen familiar, que es una persona sensible?
Pasa que eso es parte de la política a veces, la imagen.
No sé, ¿desde cuándo? Desde que se puso esa moda. Porque yo no les conocí a las mujeres a algunos presidentes, mucho menos a los diputados y senadores. Imaginate si todas las mujeres de todos los diputados estuvieran ahí, ¡qué pesadilla! ¿Cuántas seríamos? ¡Un montón! No solo no me sale exagerar la familia feliz, siento que mi vida pasa por otro lado. Y aunque voy a estar para todo lo que necesite, no tengo por qué estar demostrando nada a nadie.
¿Y ahora qué estás haciendo en Buenos Aires?
Terminando de instalarnos, volviendo a la rutina, reencontrándome con el barrio. Igual, ya tengo un montón de planes laborales. El 6 de julio estrenamos Mamá se fue de viaje con Diego Peretti y en septiembre empiezo a rodar El recreo con Juan Minujín.
Sí, creo que el año que viene voy a hacer tele. Todavía no sé qué, pero tengo ahí un par de cosas. Tengo otros proyectos, cosas que quiero hacer y desarrollar. Seguir haciendo cine. Estudiar. Me compré un piano, un teclado. Un amigo que es director de orquesta me ayudó.
¿Habías estudiado piano?
Nunca. Pero soy cabeza dura, es algo que quiero hacer y lo voy a hacer.
Estás así con todo, ¿no? Haciendo solo lo que tenés ganas de hacer...
Creo que en todo, en la pareja como en las decisiones de vida, familiares o profesionales, cada una hace lo que quiere, como le sale. No podría ser de otra manera. •