Conocé a los papis de la plaza
Seguro que ya sabés de qué te hablamos. No hay nada más sexy que un padre divirtiéndose con su hijo. Acá están, ellos son, ¡y hay para todos los gustos!
21 de junio de 2014 • 15:50
Créditos: Ilustración de Érica Villar
El online
Se instala en un sector de la plaza donde haya "buena señal" con su laptop, tablet o, en su defecto, iPad, iPhone, lo que sea, que le permita chequear redes sociales contestar mails y chatear por WhatsApp. No se sabe cómo hace, pero con un ojo mira la pantalla y con el otro, el arenero. A cada rato, lo saluda con la mano y le dice: "Bancá, idolo, que chequeo esto y voy". El niño siempre se la banca, estoico, pero fue genial esa vez que, tras una hora de no captar ni un poquito de su atención, le robó la tablet cuando estaba desprevenido ¡y la enterró en la arena.
El langa
"¡Que hacés, papáaaaaa!". Con solo escuchar esa voz inconfundible, ya sabés que es él y que llegó el show a la plaza. No para de hablar por su celular para organizar el dancing del finde, mientras sus hijas se pelean por las Barbies y le preguntan ¡cuándo las lleva de nuevo a Miami! Se viste muy cool, siempre está bronceado, camina con actitud ganadora y regala sonrisas y ojitos a toooodas (vos incluida). Pero su mayor diversión consiste en juntarse con algún amiguete –tan langa como él– y tratar de que la personal trainer con boobies enormes los registre.
El perfecto
Lo ves llegar de punta en blanco, peinadito, afeitado, con la camisa y el pantalón divinos y con sus dos hijos tan (¡o más!) impecables como él. Sube a las adorables criaturas a las hamacas, mientras les canta todas las canciones de Adriana (y, lo mejor de todo, no te parece un huevón por eso). Más tarde, no lo podés creer cuando ves que les ofrece ¡barras de granola caseras! ¡Ah, nooo! ¡Es demasiadooo! Mirás de nuevo y ves que los niños ponen caras de asco y –¡menos mal!– ¡terminan haciendo cola para comprar pochoclos y Coca-Cola!
El relajado
Su hijo menor se tragó medio kilo de arena, la más grande se agarró de los pelos con otra nena y el del medio llora porque se cayó de la hamaca. Mientras, él lee el diario al sol y escucha música como si nada. Al rato, ves a una mami enojada que se acerca para decirle que hace media hora que sus hijos no paran de molestar a los suyos. Él, reee tranquilo, le dice: "¡Son chicos!". Y continúa con su filosofía de "dejarlos ser". Notás que otras madres comentan por lo bajo y lo miran, furiosas, pero él, en vez de darse por aludido, les sonríe. ¡Paz y amor!
El miedoso
Es padre de un hijo único e hiperprotector. Aunque el niño ya está por entrar en primer grado, el hombre no es capaz de soltarlo. Llegan a la plaza y extiende una lona en el arenero para no estar en contacto con la arena "llena de gérmenes y focos de enfermedades", lo sostiene en el tobogán como si se tratara de un bebote de uno o dos años y anda con el frasco de alcohol en gel, las toallitas con lavandina y el Off listos para proteger a su principito. OK. Es un obse terrrrible, pero por momentos pensamos que sería lindo estar con alguien que nos tenga en sillita de oro y ¡nos trate como reinas!.
El sometido
Suele aparecer los sábados con la mujer y los dos hijos. No entendés cómo la banca, ¡ella siempre lo reta por todo! "Pero, Charly, ¿no trajiste repelente? Te dije antes de salir, ¡andá ya a la farmacia y fijate si conseguís uno porque a Oli la están matando los mosquitos!". Y como esa, miles. El pobre la liga porque los mates que cebó están fríos, porque no trajo pañales para el más chico y porque perdió los boletos para la calesita. Cuando puede, se escapa con una de las niñas y los perros mientras su mujer queda en casa con el otro. Pero su libertad dura poco, enseguida suena su celu y ¡vuelve la locura!
El papiño (papá-niño)
Nunca dejó de ser un niño, ¡y se nota! Cuando aparece, la plaza es una verdadera fiesta ¡y las madres agradecen la diversión gratis! Juega a las escondidas con sus hijos, barrena en el sube y baja, es el rey de la calesita y se tira al pasto e imita a un caballo para que los más chicos se suban a su "lomo". Incluso despierta la atención de otras criaturas (femeninas y algo más grandes) ¡que compiten entre sí para subirse también a dar una vueltita! Pero la última vez, una mamá tuvo que llamar al SAME porque después de una ronda de caballito, no podía levantarse del pasto...
El DT
Está siempre en el mismo sector de la plaza, la cancha de fútbol, con sus tres hijos varones vestidos con las camisetas de la Selección Argentina y unos botines de fútbol igualitos a los de Lío Messi. Se cree, posta, un director técnico y no para de darles indicaciones a los pibes (y algunos gritos un tanto violentos del estilo: "¡Dale, burro, pateá!"), además de usar un silbato molestísimo. Tiene unos tubos de gimnasio impresionantes y, aunque es obvio que tiene el mal del futbolista frustrado, más de una se entretiene en la tribuna de la canchita.
¿Conocés a papás de estos estilos? ¿Se te ocurre alguno más?
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