Divas XXL

Eso en la ficción. Fuera de la pantalla, hay algunas estrellas que se rebelaron contra los mandatos de la industria y que lograron todo lo que lograron gracias a su talento y actitud, no gracias a su imagen. Ahí están, tan despreocupadas con sus kilos de más, tan seguras de sí mismas: Jennifer Hudson, que ganó un Oscar por Dreamgirls; Beth Ditto, la cantante obesa y provocadora; Queen Latifah, rapera y actriz, y Kelly Osbourne, la hija de Ozzy, que después del reality en el que mostraban todos los rincones de su vida familiar, ganó su fama y está viendo qué hace con ella: si graba otro disco, si actúa en otra película, si vuelve a diseñar ropa, si adelgaza o si sigue siendo la chica gordita y simpática que es.

No es raro que esto ocurra en las colinas de Hollywood, Los Angeles, Estados Unidos. Un país donde más del 60 por ciento de la población sufre problemas de sobrepeso y con una industria del espectáculo que, básicamente, opera sobre los deseos de las personas. Todo con una pantalla de por medio, donde la mirada es algo omnipresente. De eso se trata todo esto: de la mirada del otro, de ser aceptado y reconocido tal cual uno es, y de todo el miedo que provoca que eso no suceda. Tal vez por eso, la presencia de algunas estrellas que lograron romper esa barrera, sobreponer el "yo interno" a todos los preconceptos que hay dando vueltas, puede resultar reconfortante e inspirador.

Y es que, quizás, el mundo necesite de ese tipo de estrellas, que puedan transformar ese mundo de fantasía y brillitos en algo un poco más real, un poco menos plástico. Que puedan mostrar que con talento y dedicación a veces alcanza. Que la industria pueda rendirse ante cien kilos de actitud. Hollywood se vuelve encantador cuando el cuento de hadas se desvanece y todo es menos obvio, más humano.