
Eddie Fitte: "No tengo ningún interés en tener los abdominales marcados"
A los 28 años, el notero canchero de Telenoche, escritor y flamante modelo revela qué hay detrás de su fachada cool y muestra su lado más sensible, autocrítico y ermitaño
8 de noviembre de 2015 • 00:11

Créditos: Xavier Martín
P: Hagamos doble clic en las frases de tu perfil de Twitter: "Poochie de noticiero". ¿Te referís al perro de Los Simpson que hace cosas extremas?
R: Sí, noté que era uno de los insultos más comunes que me decían en las redes. Porque me hacía el pendejo, el rockero, porque usaba palabras cliché. ¡Y a mí me parecía divertido! Tengo una tendencia a hacerme el canchero.
P: ¿Y lo extremo en vos sería sacarte la camisa en el programa de Mirtha, por ejemplo?
R: (Risas). Ese episodio eclipsó mucho de lo que hice profesionalmente, pero, a la vez, me dio más popularidad.
P: Vayamos a la siguiente: "grafómano"...
R: Me refiero a mi permanente necesidad de escribir lo que nos pasa a mí y a quienes me rodean. Por suerte, un día me di cuenta de que, si les cambiaba los nombres a las personas y a las ciudades, tenía un cuento.
P: Te definís como un "bueno para nada".
R: Es que no sé si hay algo en lo que la rompa.
P: ¡Es tremendo cómo jugás la carta del loser!
R: Me siento un perdedor. Y soy muy feliz sintiéndome así. Si sos una parodia de vos mismo, ¿quién se puede reír de vos?
P: No es fácil reírse de uno mismo. ¿Siempre lo hiciste?
R: Sí. Porque me causan gracia cosas mías. Me miro y pienso: "Qué pelotudo sos".
P: Tenés un pasado de chico bien de country. ¿Qué te quedó de eso?
R: Ser un bon vivant. Un buen vago. El mejor vago que conozco. Para mí, el plan perfecto para un sábado a la noche es preparar un asado con la mejor carne y el mejor vino.
P: ¿Te considerás sensible?
R: Muy. La sensibilidad me pega más por el lado de observar a las personas y conectarme con ellas. Eso a veces me ayuda y otras no, porque no todos les ponen la misma onda a las relaciones. Yo soy muy agradecido y me esfuerzo en demostrarlo, pero no todos son así. ¡Me enrosco mal con eso!
P: Estás de novio desde hace nueve años, ¿también sos así de dedicado con ella?
R: Para mí, que no soy una persona religiosa, el infierno es estar con gente que no me quiere o que no quiero. Por el contrario, mi cielo o mi paraíso es estar con la persona que más quiero y que más me quiere. Me sale sin esfuerzo.
P: Y ella, mientras lee esto, seguro se está haciendo pis...
R: ¡Ojalá! Pero no lo digo de manera forzada. Disfruto mucho de estar con ella. Ahí no me tengo que esmerar por ser agradecido, feliz, hablador ni verborrágico. Cuando no hay ganas, no tengo que hacer nada al respecto.
P: Antes eras muy gordito, ¿le gustaste así?
R: Ya había bajado de peso unos años antes, pero sigo siendo el mismo. De hecho..., ¡soy gordo! Tengo el privilegio de salir maquillado, con tomas de la cintura para arriba. Odio el gimnasio y la actividad física. Soy un militante del sedentarismo. No tengo ningún interés en tener los abdominales marcados.
P: ¿Añorás la soltería o te gusta esta estabilidad?
R: Me gusta esto. No soy un tipo chamuyero. No me gustan los boliches ni el ámbito de la noche, ni el lugar en que se pone el hombre al salir. Creo que mucha gente se imagina de mí cosas que no soy... Que soy fiestero, por ejemplo. Pero en el fondo, soy retraído. Disfruto de comer asados, jugar al póquer, mirar fútbol... Un día como hoy, con 27 grados, mi plan es bajar las persianas y tirarme a leer o ver series con mi novia. El "vamos a hacer algo porque hay sol" me rompe los huevos. Yo prefiero salir con lluvia, me gusta el gris, el olor de la lluvia, menos gente dando vueltas...
P: Ahora, además, sos la cara de la marca de ropa Bolivia. ¿Cómo maneja los celos tu novia con tu nueva faceta de modelo?
R: Bien. Intenta transmitírmelos lo menos posible y yo la hincho para que me suelte todo y no se quede con la angustia. Se esmera por no interrumpir la evolución de mi carrera. Desarrolló una gran tolerancia a la mirada de otras mujeres.
P: Y vos, ¿cómo te llevás con esa mirada?
R: A mí todavía me choca mucho, porque la tele genera un idilio enorme. Me sorprende, me enorgullece, me incomoda. Me cuesta aceptar la aceptación del otro.
Por Cecilia Alemano
Agradecemos al bar El Banderín su colaboración en la realización de esta nota.
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