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José Bianco: "Cuando uno hace algo con la cabeza, el corazón y el alma, hay más probabilidades de que salga bien"

José Bianco es Ingeniero químico y orfebre. Su búsqueda personal lo llevó a hacer una alquimia interior. Logró combinar la ingeniería con el arte para lograr los sueños.


Créditos: Florencia Trincheri



Después de veinte años como ingeniero químico, José Bianco tuvo una revelación: "No me quiero morir como ingeniero, quiero morirme como artista". El arte siempre había sido una puerta hacia la libertad, desde sus primeras vacaciones adolescentes se bancó la temporada en Mar del Plata vendiendo artesanías hechas con carozos, corteza de árbol, coquitos de palmera. Pero como buen geminiano, dentro de él laten dos fuerzas: "Yo quiero más al hippie, pero también convivo con el yuppie", y acompañado por el mandato familiar, decidió estudiar en la UTN en Villa María, Córdoba, su ciudad natal, y después venir a trabajar a Buenos Aires. Su sueño en ese primer comienzo era hacer alimentos a gran escala, dejaba atrás la posibilidad de continuar con el negocio de su papá, que tenía una fábrica de muebles, pero conocía ya los secretos de una línea de producción, sabía que todo es un fluir creativo.

La ingeniería química le enseñó sobre el milagro de la vida: "Si uno se queda en la superficie, parece una especialidad dura, muy fría, pero en realidad te enseña sobre los procesos orgánicos, y te das cuenta de que ¡Dios está ahí!, sos consciente de la magia de la vida", se emociona José, que aún hoy se asombra al reconocer el crecimiento de un simple pasto. "Si observás, todo es un proceso químico, incluso nuestros vínculos: o chocamos o nos llevamos bien con quienes nos rodean; hasta los objetos tienen energía", explica este joyero que cree que cada pieza que hace lleva esa mística, la energía que nosotros le imprimimos. Si es amor y pasión, amor y pasión tendrá.

Alquimia personal

Así como una piedra se puede convertir en una joya, José emprendió desde muy joven su camino espiritual: practicó meditación trascendental y alquimia, estudió la sabiduría de George Gurdjieff, creador del cuarto camino, y también la de los chamanes mexicanos, entre otros sabios. "Traemos la semilla de la búsqueda de otra vida, quise descifrar de qué manera funciona el mundo, cómo ser cada día más sabio y lograr que las cosas no me golpeen, en definitiva, cómo ser una hoja en el viento"; desde esa paz interior y con su practicidad ingenieril planeó en quién quería convertirse. Sabía que su nueva vida, después de haber trabajado dos décadas en Ingenios Ledesma, tenía que cumplir con tres requisitos: desplegar su arte, tener libertad y, al mismo tiempo, poder mantener a su familia, su mujer y sus dos hijos. La orfebrería lo había acompañado siempre como un hobbie, haciendo cursos de perfeccionamiento cuando su carrera se lo permitía, incluso vendiéndoles piezas a sus colegas y a algunos locales, pero necesitaba cierta seguridad para dar el salto.

Encontrar el tesoro

Así fue que decidió llevar adelante un plan de acción, que, según su mujer, él aplica en todo, ¡incluso en la pareja! Primero, se preguntó quién quería ser y qué vida quería llevar, y después, averiguó qué había que hacer para alcanzar su objetivo. "Vos estás en un lugar y hay que llegar a este otro lugar, por ejemplo, tengo harina y quiero fabricar galletitas: OK, qué se necesita para lograrlo, qué hay que aprender y avanzar", con esta fórmula continuó su transformación existencial, y cuando el destino lo favoreció con una reducción de personal (indemnización incluida), él ya tenía andando su marca, De Dios, con una línea mística, con cruces, mandalas y piedras. "No todo el mundo tiene la sensibilidad de apreciar una joya, su perfección, y hoy lo que se valora es que tengan significado", cuenta. Recién entonces sintió que volvía a nacer, y aunque al principio no se encontró con esa libertad tan anhelada, porque el freelancismo implicaba trabajar más que las horas de oficina, era feliz, estaba siendo él mismo su mejor piedra preciosa. "Cuando uno hace algo con la cabeza, el corazón y el alma, hay más probabilidades de que salga bien, y si algo falla, sacar la lección y seguir adelante", remata.

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