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Julieta Díaz: "Con la maternidad es inevitable no conmoverte"

La protagonista de Silencios de familia nos cuenta que la maternidad y el amor la enfrentaron a sus miedos más profundos, pero también la elevaron.




TRENCH (LAS PEPAS, $1990)

TRENCH (LAS PEPAS, $1990) - Créditos: Gisela Filc. Producción de María Salinas.

Julieta almuerza una vianda vegetariana en el pequeño camarín, mientras nosotras –una en un sillón, la otra sentada en el piso– nos tapamos con unas mantas y armamos una especie de pijama party improvisado en un alto de la grabación de Silencios de familia. Sabemos que el tiempo es poco y que también SUS tiempos ahora son otros: la última vez que la habíamos entrevistado, nos había recibido en la intimidad de su casa y hasta había preparado un té ohlalero. Pero Elena, su hija, cambió todo su mundo. Incluso sus prioridades y la logística de sus días; entonces, este ratito de almuerzo se transforma; Juli se ata el pelo en un rodete, se despatarra en un silloncito y –mientras nos ofrece una y mil veces compartirnos su chocotorta de postre–, nos cuenta sobre los aprendizajes y lecciones que le está dando esta nueva etapa de su vida.
Nos copa tu color de pelo. Es como un Julianne Moore, un ginger…
Yo siempre quise ser pelirroja. Cuando tenía 17 años, me corté el pelo corto y me lo teñí de naranja con una tintura que se llamaba “rojo televisión”.
Yo creo que todas las mujeres tienen la fantasía de ser pelirrojas. Eso sí, es medio rompebolas mantener este color, y yo voy una vez cada mil años a la peluquería. Me gusta crear personajes desde lo estético también, porque siento que es tan distante a mí que puedo no ser yo y jugar.
VESTIDO (GIESSO, $1800), ZAPATOS (A PIE BY GRIMOLDI, $1100)

VESTIDO (GIESSO, $1800), ZAPATOS (A PIE BY GRIMOLDI, $1100) - Créditos: Gisela Filc. Producción de María Salinas.

¿En qué sentís que sos muy diferente de Elisa, tu personaje?
Te diría en qué quisiera ser diferente a Elisa, porque a lo mejor me parezco un poco. Siento que, a veces, no es que ella sea mala madre, pero sí es un poco egoísta. No ve a los hijos, y es como si no tuviera filtro, dice cosas demasiado íntimas. Es negadora. Yo creo que no soy negadora. Tengo muchos años de terapia y seguramente hay un montón de cosas que no veo, pero estoy muy pendiente de lo que no veo. Trato de pensar en el otro, porque soy actriz, soy hija única, y este es un mundo muy hacia una, entonces soy consciente de mi egoísmo y egocentrismo. Por eso, estoy atenta de incluir al otro, pensar en el otro. Y en ese sentido trato de hacerme cargo también de mi parte, y de estar, de registrar al otro, lo que le pasa. Ese es un trabajo que intento hacer, y Elisa creo que ni lo intenta.
También tu personaje fue mamá muy joven, y es muy diferente ser mamá más grande, ¿no?
Nada que ver, 20 años después fui mamá yo. Ella tenía 18 y yo, 38. Te da una madurez necesaria. Igual, me siento bien siendo mamá más grande, quizá podría haber sido un poquito más chica como para tener un changüí si quisiera tener otro. También porque, qué sé yo, ¡me duele la espalda! En ese sentido, nuestros padres tenían más energía. Ahora es como que estamos tan psicoanalizadas que sería ideal un punto medio, también está bueno relajarse, porque hay algo del instinto y del “dale que va” y que se vayan criando un poco solos que es más natural. Por otro lado, también hay una parte de mucha crueldad en la crianza, por ejemplo con dejarlo llorar, esos que te dicen: “Che, te tomó el tiempo...”.
Claro, te dicen: “¿Quién manda, vos o el chico?”.
Claro, los ponen en un lugar en donde son el enemigo público número 1. Yo soy mamá desde hace un año y medio, así que no puedo dar cátedra de madre, pero mi experiencia hasta ahora, la sensación que tengo, es que la teoría del apego es la que funciona. Me parece lo más lógico del mundo.
TRENCH (LAS PEPAS, $1990)

TRENCH (LAS PEPAS, $1990) - Créditos: Gisela Filc. Producción de María Salinas.

Pero no es una teoría, sino una vivencia, te sale así...
Es lo que te sale, eso de que si llora la mamá va a buscarlo... Y te dicen: “Pero dejalo que llore, que aprenda”... Hasta los nueve meses, el pibe piensa que vos y él son la misma cosa. No tiene límite de cuerpo, ¿cómo lo vas a dejar? ¡No! Cuando tiene cuatro años y hace un berrinche porque no le querés comprar tal cosa o se pone caprichoso por algo, ahí podés cambiar.
Viste que entre mujeres hay como una “mami war”, ¿no? Somos muy críticas, y es clave respetar la voz de la otra también.
Es bravo lo que pasa con la maternidad. Me acuerdo de que, cuando yo estaba embarazada, otra mamá me contaba: “En el posparto a mí me sangraban las tetas”. Yo no digo que sea mentira, porque seguramente ella la pasó re mal, pero ¿es necesario contarle eso a una primeriza? Hay como un morbo. Podés decirle como me dijo una amiga a mí: “Es muy importante la lactancia, fijate quién te va a aconsejar, no te cuelgues porque si lo hacés mal después te duele, estás cagada porque ya no podés”, o sea, fijate el “cómo”. Por eso, después, cuando me venían a contar algo, les decía: “Si me vas a decir algo lindo, bárbaro, te escucho, pero si me vas a contar algo feo, disculpame, pero prefiero que no me lo cuentes”.
Pareciera como si la llegada de un nuevo bebé habilitara al resto del mundo a aconsejarte.
Es muy gracioso, sí. A mí no me molestaba que me tocaran la panza. Hay mujeres a las que les molesta, pero yo siempre les pregunto: “¿Puedo tocarte la panza?”.
¡Y flor de panza además tenías! Estabas divina.
Ah, sí, es que engordé 20 kilos. Gracias, chicas, pero era un tonel. Es que me gusta comer mucho, y embarazada, imaginate. Nunca comí así en mi vida. Hice la típica de “bueno, ya está, adelgazo todo junto después”. Me acuerdo de que una vez llegué a la casa de unos amigos y después dije: “No puedo creer lo que comí hoy”. Comí picada con guacamole, nachos, palitos con crema, queso y aceitunas. Después, dos platos de ravioles con gaseosa, queso rallado y pan. ¡Dos platos de ravioles! Y después repetí dos veces helado.
TRENCH (LAS PEPAS, $1990)

TRENCH (LAS PEPAS, $1990) - Créditos: Gisela Filc. Producción de María Salinas.

¿Y Brent era un testigo compasivo de la situación o te decía: “Empezá a cerrar un poco la boca”...?
Lo que me decía era: “Human bites, baby” (mordiscos humanos).
Y después de parir, ¿hiciste algo para volver a sentirte cómoda con tu cuerpo o estás volviendo naturalmente?
Naturalmente no, eso le pasa a Pampita... Yo nunca fui muy del gimnasio, nunca fui fibrosa, y no tengo esa piel turgente. Siempre fui más...
Medio Shimmy...
¡Claro! Tenía buenas lolas, estaba bien de panza, y todo eso ahora se está acomodando un poco. Y después hice una dieta desintoxicante, cuando sabía que iba a empezar a trabajar acá, y empecé antes a caminar todos los días, a cuidarme con las comidas, a bajar con la harina, porque soy medio adicta a las harinas. Y aflojé con eso y bajé un poco más. Había bajado, ponele, 10 kilos con el parto y la lactancia. Y después, con la actividad física y la dieta bajé otros 10.
Bueno, pero te tuviste paciencia con el cuerpo, eso está bueno...
Sí, me tuve paciencia, pero nunca fui una obsesiva del peso; me gusta comer y siempre tengo unos kilitos de más. El tema es la actividad física. ¡Cuando no hago, me duele todo!, pero si hago mis dos clases de yoga por semana, estoy bárbara. ¡La levanto a Elena y todo!
¿Y qué onda tu mamá abuela?, ¿cambió el vínculo?
Ya había cambiado cuando quedé embarazada. En el séptimo mes estuve con dolor de cintura y no podía caminar muy bien, y ella me vino a cuidar y nos veíamos re seguido. Siempre nos llevamos muy bien, pero somos muy independientes, y con Elena nos empezamos a ver re seguido. Mi vieja todo el tiempo me dice: “Bueno, no voy”, porque no me quiere estar encima, y yo: “Sí, mamá, vení, vení”.
Hay como un entendimiento, esa cosa de “vieja, te banco tanto”...
Recién ahí las entendés. Es increíble. Me agarró como una cosa de agradecimiento, de saber que, además de mamá, es una mujer. Que trabaja, que hace un montón de cosas, que tiene su familia, que tiene su mamá, y que además es mi mamá, y que me tuvo a mí y sintió todas las cosas que yo estoy sintiendo. Y los miedos. Una se imagina que va a llegar a ser madre siendo “adulta”, crece pensando que los padres son adultos experimentados que tienen todas las respuestas y tienen una autoridad. Y yo me siento inmadura para un montón de cosas como madre todavía. Para mí, esas personas como mi vieja, que encima tenía 24 años cuando me tuvo, son héroes. Mi mamá no tenía ayuda, trabajaba, no tenía un mango, vivía en una casa súper chiquita y, encima, en esa época los hombres no eran como ahora que se involucran más, eran como más distantes.
Remera y falda (VERO ALFIE, $1300 y $1200), ZAPATOS (PRÜNE, $1600)

Remera y falda (VERO ALFIE, $1300 y $1200), ZAPATOS (PRÜNE, $1600) - Créditos: Gisela Filc. Producción de María Salinas.

¿Y también te cambió la visión de Brent con la paternidad?
Sí. Igual, me imaginé que iba a ser el padre que es hoy. Lo que veo es que él es muy exigente y a veces digo: “Ay, tan exigente”, pero por otro lado es tan responsable, tan trabajador, tan amoroso, tan divertido. Se divierte mucho con ella, están re enamorados. Con la maternidad es inevitable no conmoverte, pero, bueno, te enfrenta también con tus demonios.
Es que la maternidad te abre realmente a una nueva dimensión.
Es súper descontrolador. Elena estuvo 22 días en neonatología apenas nació y fue onda: “¿Qué pasó acá?”. Es loco porque en ese momento sos la persona más feliz, pero al mismo tiempo no sabés qué catzo va a pasar. Fue muy angustiante. Aunque no terminaba mucho de caer en lo que estaba pasando. Brent, al estar más alejado, estaba destruido. Pero pasa eso con los hijos, como esa cosa que tenemos a veces las madres de “uy, no la escucho respirar, a ver”...
Es estar dispuesta a que se te abra el corazón. Eso implica un riesgo.
Te da una cosa como de miedo de la muerte. Sobre todo en una etapa cuando están tan vulnerables, pero después, cuando empiezan a ser independientes, también.
¿No estabas segura de tener hijos?
Es que era un tema para mí. Yo tenía tanto miedo y Brent me decía angustiado: “Yo no me imagino la vida sin hijos”, y yo le respondía: “Cuando nos casamos, yo te dije que no sabía si quería tenerlos”. Tampoco quería tener un hijo porque sí...
Para darle el gusto a él.
También me pasaba esto de ver mujeres embarazadas, ver parejas con chicos, y no me producía indiferencia ni rechazo, sino lo contrario. Yo pensaba: “Cada vez que hay un bebé yo quiero tenerlo en brazos, y me encantan los bebés y las embarazadas las veo y me parecen tan hermosas. Y cuando veo a las parejas con los chicos me parece un buen plan, no me parece ‘uh, que bodrio’”.
Hay algo de atractivo en ese quilombo.
Sí, es un quilombo, pero a mí me parecía atractivo. Hay gente que dice: “No, yo quiero viajar y hacer esto y lo otro”, y yo decía: “Yo lo amo, pero no sé si quiero pasar toda la vida con Brent los dos solos, y tampoco sé si ser actriz es lo único que quiero para mi vida”. Yo me casé con un chancho de Cáncer. Un canceriano, ¿entendés? Con los padres juntos desde hace 55 años.
Con un Susanito, te casaste...
Y sí, si no, ¿para qué lo elegí a él? Si me hubiera casado con un bohemio, te la entiendo más, pero si me casé con un tipo que con los ojos llenos de lágrimas me dice: “Yo no me imagino la vida sin hijos”, es porque yo también quería tener un hijo.
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CHAQUETA (UMA, $9000), REMERA (KOSIUKO, $400), PANTACOURT (UMA, $1000), ZAPATILLAS (KEEDS BY GRIMOLDI, $1300) - Créditos: Gisela Filc. Producción de María Salinas.

Qué poderoso es el amor del otro que espera y te empuja a la vez...
Sí, a mí no se me armaba porque yo era hija única, con padres separados... Y Brent me decía: “Bueno, vos no tuviste una familia así, ¿no querés armar la tuya?”. Y la verdad es que lo que se me armó, se me armó con él, porque no me daba la sensación de “bueno, si no tengo un hijo a los 40, me insemino y tengo un hijo porque lo quiero tener”. Hay minas que hacen eso y me parece perfecto.
¿Y les costó volver a encontrar el espacio más de pareja o volver a armar ese lugar que era solo de ustedes?
Tenemos los viernes a la noche. Mi mamá me dio la idea, así que ella viene a mi casa y nosotros salimos con amigos. Es difícil, igual. Nosotros hace nueve años que estamos juntos. Si tenemos una crisis –porque tuvimos una hace poco, que nos hizo muy bien–, sabemos salir muy bien de ahí. Le decía: “No solamente salimos porque tenemos una hija y nos queremos, sino también porque hace nueve años que estamos juntos...”.
Tu último papel en cine fue en Refugiado, donde encarnaste a una mamá víctima de la violencia de género. ¿Qué te pasó con eso?
Fue re fuerte trabajar ese personaje, tener que charlar con las mujeres víctimas de violencia, porque suelo involucrarme mucho emocionalmente y fue toda una experiencia. Me parece que la película suma un montón desde el hecho artístico, pero también crea debates, crea un pensamiento.
¿Y qué sentís que tenemos que hacer como mujeres para colaborar con el #NiUnaMenos, además de participar de las marchas?
Es un compromiso de todos los días, es el día a día. El tema de lo femenino, el lugar de la mujer, el tema de la violencia y el machismo: echar luz sobre eso todo el tiempo, y así controlarlo, frenarlo. Una misma darse cuenta de su propia mirada machista que tiene a veces. Pero es un trabajo de todos los días, iluminar en lo cotidiano. Marcarlo, no dejarlo pasar, pero también ver cómo hacer para no crear más violencia. No agredir, no enojarte con la situación sino defenderla y crear justicia desde el amor. •
¿Qué te sorprendió de esta nueva charla con Julieta? ¿En qué te inspira esta actriz? ¿Te identificás con algo de lo que le está pasando? También: Renée Zellweger contra los medios: “Hablemos de nuestros verdaderos retos sociales y sobre cómo podemos mejorar”
Maquilló Costy Yabes para Costy Yabes Make Up & Skin Care Studio. Peinó Nacho López Fagalde para Shoot Management. Agredecemos a Juana Maers por su colaboración en esta nota.

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