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Julieta Pink: "Todo lo que me divierta me hace sentir viva"

Histriónica, divertida y sincera, Julieta trasciende la radio con su voz cercana y nos cuenta sus aprendizajes sobre la maternidad y la pareja. Conocé su secreto para no aburrirse jamás




Suéter de lana (Vero Alfie, $890), pantalón engomado (Giesso, $1496)

Suéter de lana (Vero Alfie, $890), pantalón engomado (Giesso, $1496) - Créditos: Mariana Roveda

Desde hace un tiempo, estamos en busca de nuevas mujeres que nos representen, nos despabilen con sus palabras y nos abran ese espacio generoso de una verdadera charla de amigas. Esto nos pasó con Juli Pink, locutora y coconductora desde hace más de una década de Metro y medio, con nuestro querido Sebas Wainraich. Muy al comienzo de OHLALÁ!, ella tuvo su blog en nuestra web, como un presagio de que seríamos compañeras de ruta, y el camino vuelve a encontrarnos: hoy con 33 años, casada con Luis y mamá de Baltazar (de un año y tres meses). En un diálogo con humor y lleno de coincidencias, frente a tres tazas de café con leche, tostadas, carrot cakes y french toasts ("un poco gordas con helado", pensamos), sentimos la sincronía de lo femenino cuando no hay un casete puesto.
Cuando se empezó a correr la bola en la redacción de que vos ibas a ser la tapa, comentábamos que sos alguien "como nosotras"... ¿Sentís esa cercanía que generás con las mujeres?
Yo creo que es gracias a la radio, no soy yo. La radio te acerca. Te pongo un caso cualquiera: hace no mucho, un encargado de un edificio al que fui de casualidad me dijo: "Tenés la voz re parecida a la chica de la radio...", y a mí me dio vergüenza. Y entonces me preguntó: "¿Qué, sos Julieta?". Le dije que sí, se le empezaron a poner los ojos vidriosos y me dijo: "No sabés lo que lloré cuando nació Baltazar". Imaginate, yo con las bolsas de la verdura y sin saber ni quién era. Eso es la radio: perfectos desconocidos para mí, pero con una cercanía que automáticamente te conecta, es una cosa de locos. Con lo que más lo noté fue con eso, con el nacimiento de mi hijo. Y no deja de maravillarme.
Es un medio que genera una intimidad muy profunda...
Es superador a cualquier cosa, a la radio la siento como algo muy orgánico en mi vida. Lo decimos con Sebastián: "¿Cuándo nos vamos a cansar?". Y no tengo ni idea, es un milagro que no nos hayamos cansado.
¿Y por qué creés que no se cansan? ¿Cuál es la fórmula para sostener esa pasión, esa conexión con la tarea cotidiana?
Si bien hay una estructura, todo el resto es una hoja en blanco. Nosotros somos los mismos, pero vamos evolucionando. Nos fueron pasando un montón de cosas que nos atraviesan y nos hacen ver el mundo diferente cada año; entonces, somos los mismos..., pero no. Y en la radio no sabemos cómo vamos a abrir o cerrar el programa, no sabemos qué puede pasar. Es como si fuera un río, no un lago; todo el tiempo es lo mismo, pero es otra agua, entonces todos los días tengo las mismas ganas.
Además, se te siente muy cómoda entre hombres.
Es que no tengo eso de mina, de estar haciéndome la linda, eso no lo tuve nunca. No porque no hubiera querido; en la época de la escuela, cuando me gustaba un pibe de 5°, me hubiera encantado tener ese sex appeal. Pero me resulta cómodo estar entre varones, no los estoy queriendo calentar, entonces fluyo. Cuando empecé en la radio, a los 18, era toda modosita, muy pacata; hablaban de infidelidad y yo decía: "Pero ¿cómo, si está casado?". Y en el mundo de la radio eran todos tipos, más grandes que yo, y eso me empezó a curtir. "Hay otro mundo", me dije. Yo venía de Caseros, tenía la escuela a cuatro cuadras, hacía casi una vida de pueblo; y de repente, a los 18 años me pagaban un sueldazo por venir a una radio en Capital. Era un flash, y ahí fue clave no creérmela, no decir: "Ah, llegué". Y empecé a divertirme con eso, a tomarlo como un juego, porque si no, era una desilusión a mi romanticismo de la vida.
Saliste del tupper, digamos...
Salí, hice lo mejor que pude con eso y me empezó a divertir. Y Sebas me dio un súper lugar, generoso, me trataba de igual a igual, y eso me hizo conocer un lado de la radio que yo no había soñado para mí. Y de repente, cuando vi todo eso, que era un parque de diversiones, fue como volver al secundario. Me acuerdo de 4° año, cuando con mis amigas nos reíamos con pelotudeces, rematábamos cosas de la profesora y yo me preguntaba: "¿Qué voy a hacer con esto?". En ese momento no lo podía visualizar, pero lo descubrí ahora, después de doce años de estar al aire con Sebas.
En la radio, ustedes saben reciclarse para no cansarse. Si lo comparáramos con una pareja, ¿qué sentís que es lo que te ayuda a renovar todo el tiempo el voto?
En el caso de Luis, creo que pasa porque él me baja un montón. No es cholulo, no se conmueve con nada..., es un pibe llano. Y tiene una paz que a mí me nivela. Nos complementamos muchísimo; yo soy recontra ansiosa y acelerada y él se cepilla los dientes a 1/2 km por hora, y lo querés matar... Yo siempre digo: "Chicas, búsquense uno del interior, porque son todo".
Está bueno esto que decís de complementarse – tanto con Sebas como con tu pareja –, porque es como las energías del yin y el yang que se encuentran...
A mí me parece tan linda la energía de los varones, tan simple, porque fluyo y me resulta relajado. Muchas veces, estar entre mujeres nos hace..., no sé, ¿no les pasa a veces con alguna amiga que no pueden estar en un mano a mano y que necesitan que haya una tercera para descargar y no tener que estar hablando todo el tiempo? Esa minipresión es femenina; yo estoy con un amigo varón y tengo ese disfrute por el silencio, por una pausa. Tampoco podría vivir todo el tiempo en la profundidad, ni en pedo. Está bueno el mix, yo siempre le tuve miedo al aburrimiento, me parece, y entonces todo lo que me divierta me hace sentir viva.
Suéter (Cher, $998), jeans (Divina Bolivia, $1190)

Suéter (Cher, $998), jeans (Divina Bolivia, $1190) - Créditos: Mariana Roveda

Hablemos de tu hijo, ¿te cambió mucho la maternidad?
Mi hermana dice que tengo una experiencia muy marketinera de la maternidad y me pide que no ande diciéndoles a todos que tengan hijos porque la vida no es así. Pero para mí es así: la vida es lo que vos tenés ganas de que te pase. Yo siento que me programé para que todo fuera genial. "Quiero tener un embarazo hermoso", me lo dije, es medio "autoayuda" esto que estoy diciendo, y me imaginaba dando la teta. Quería hacer todos esos talleres gomas que hacemos las minas; hice el de puericultura, le cambiaba pañales a un bebé de juguete y yo me miraba y decía: "Esto es para el aire". Podés cagarte de risa con eso y podés conectarte, pero está buenísimo, yo necesito esas experiencias.
Y con la llegada de Baltazar, hubo cambios en la pareja también...
A la pareja la tenés que proteger, no se va al carajo por default, tenés que laburar un poco más, que a priori parece un quilombo, pero es orgánico. Yo pensaba: "Estoy en mi mejor momento, laboral, con Luis..., ¿la quiero cagar?", pero no porque tener un hijo sea cagarla, sino porque es alterar una rutina en la que hacíamos lo que queríamos, nos íbamos de viaje cuando queríamos, dormíamos a cualquier hora, nos podíamos tomar un tubo de vino y quedarnos dormidos en el balcón. Todo eso, ¿cómo lo canjeás por una felicidad que todos te dicen que es divina pero que sabés que tiene un lado B?... Porque podés tener un embarazo re jodido, tirás el dado y te puede tocar cualquier cosa.
Hay una entrega total cuando elegís ser mamá, tal cual: eso del "te puede pasar cualquier cosa"...
Hasta estando todo bien sabés que es una tómbola, porque vos cambiás. Es el miedo de no saber con qué "vos" te vas a encontrar, incluso si te va a gustar esa nueva "vos". Y eso es lo que nos pasa por ahí a las profesionales que tenemos este tiempo para preguntárnoslo. Hoy, con la capacidad de elegir, de ser profesionales, de tener una pasión, una vocación, todo lo corrés 10 años. Nosotras nos sentimos geniales, pero los óvulos tienen la misma edad que nosotras. Entonces, si no te suena el reloj biológico, igual te agarra el DNI. No importa si no tuviste ganas de tener un hijo, está todo bien porque ¡tenés tantas opciones! Pero sí tenés que tener el tiempo para pensarlo, y ese tiempo te puede estresar.
Porque a veces la pregunta de los demás es una presión también...
Sí, las preguntas son presiones. "¿Hasta cuándo vas a dar la teta?", esa es otra presión y yo, cada vez que me lo preguntan, contesto una ridiculez más grande. Primero decía: "Hasta que me pinche la barba", ahora estoy diciendo: "Hasta que se case". ¿Querés patológico? Tomá patología. Te preguntan cuándo va a ir al jardín... ¡y ni siquiera lo pensé todavía! Desde el foco que yo le doy, lo uso todo para la radio y canalizo hacia el humor, pero me imagino las minas que no pueden hacerlo... Podés tener una vida de mierda, pero bien enfocada ya es un toque mejor. No soy una brasileña sambando todo el día, pero le pongo onda.
¿Y cómo te manejás en lo cotidiano?
Yo sabía que el día que fuera madre me quería dedicar íntegramente. Le hago la comida, lavo la ropa, hago todo de la casa, soy ama de casa antes que nada; antes que locutora, soy ama de casa. A las cuatro viene Luis, tomamos tres mates y se queda con Baltazar hasta la noche, que yo vuelvo. Cenamos siempre juntos: necesito cenar con él, les he dicho que no a un montón de trabajos que eran a la noche porque "¿cómo no voy a cenar con él?". En eso soy re Susanita.
Pero más allá de ser Susanita, también es invertir en ese vínculo.
Muchos te dicen: "Si es un sacrificio, no sirve", pero hay un punto medio que no es ni sacrificio ni tirarte en el sillón y decir: "No sé, pidamos delivery", porque ahí vos no estás haciendo nada por seguir siendo apetecible para el otro, entonces hay un momento en el que si una se descuida… Pero no descuidarse por ponerse fea, sino descuidar lo fino, la sintonía fina para que siga funcionando. Hay que colaborar; no te digo que tenés que hacer un sacrificio, pero hay que hacer algo para que las cosas duren y ser consciente de que todo lo que construiste no te lo vuele cualquier cosa. Disfruto la estabilidad, ahí me siento bien, me gusta la paz a pesar de ser sacada y acelerada, pero como decía Dorothy en El mago de Oz: "There’s no place like home" ("no hay lugar como el hogar").
Blazer (Kosiuko, $3500), remera (Vitamina, $598)

Blazer (Kosiuko, $3500), remera (Vitamina, $598) - Créditos: Mariana Roveda

¿Cómo surgió "Gorda con Helado"?
A mí me gusta mucho el helado, y un día Sebas me preguntó: "¿Por qué no hacés una sección en la que tomes helado y entrevistes a una amiga?". Probamos, lo hicimos, pero no me divirtió. "Hacela de vuelta, dale una vuelta de rosca, fijate qué puede hacer, me gusta el tema del helado", entonces empecé a llenarme la boca con helado, pero para molestarlo a él. Empecé a hablar mal y a decir pavadas... y ahí arrancó.
¿Y por qué creés que tuvo tanta pegada? Es verdad que puede ser un poco machista, pero el mensaje tiene un sentido para todas...
La verdad es que no sé por qué pegó, por ahí tiene que ver con la identificación, porque muchas de las cosas de Gorda con Helado yo las hacía en mi vida. Por ejemplo, Luis vivía solo, y yo llegué con una planta y le dije: "Acá está la planta del amor, la vamos a regar" y no sé qué. Tenía 20 años, y eso lo escribí, lo puse en negativo y me autobardeaba hablando de la mujer: "Y vos llegás a tu casa, boluda, con una planta y le decís: ‘la planta del amor’... ¡Siete huevos le chupa a él que le llevás la planta!, él no la va a regar, no le traigas un problema, regalale un Tamagochi". Es observar en clave de humor cómo se porta mi hermana, mis amigas, y las cosas que me pasan sobre todo a mí.
Te sentís en un momento de plenitud y no tenés una aspiración de hacer otra cosa, ¿cómo llegaste a saborear lo que tenés?
Yo creo que fue siempre así: cuando estaba en la radio, yo era productora de lunes a viernes y los fines de semana tenía un programa en el que pasaba temas, y mi aspiración era ir a hacer radio a la costa, ese era mi sueño. Me mandaron y estuve plena. Después, conozco a Sebastián, me dicen: "Te vamos a subir el sueldo, vas a tener aire de lunes a viernes"... Listo, espectacular, plena. Es como que todo lo que me fue poniendo la vida como próxima cosa era superior, y pasaba antes de que yo me lo imaginara, entonces simplemente vivo –aunque suene loco– en un estado de plenitud permanente. Por ahí es poco aspiracional o poco ambicioso; está bueno tener cierta ambición, pero no la tengo.
¿Te resuena la frase "salir de la zona de confort"?
Hoy está de moda esa frase, pero a mí me encanta la zona de confort, porque me hace feliz. No es la comodidad de decir "escuchame, voy de 5 a 9 y cobro...". Yo le pongo todo, todos los días es algo nuevo, y me parece todo tan renovador que es como si hubiera entrado el año pasado al programa. Tengo esa alegría, entonces no tengo una falencia para soñar algo que todavía no me ofrecieron.
¿Y qué es lo que te hace elegir cuando te ofrecen un proyecto?
Hay siempre un instinto y también algo de sentido común. Al principio, la sufría más, el no saber cómo decir que no para no quedar mal, para no cerrar puertas, el "agarrá, boluda, agarrá todo", y terminaba diciendo que no pero con esa sensación de que había colegas que no tenían trabajo y yo estaba rechazando tres. Pero también estaba muy nuevita. Hoy por hoy, me siento más sólida. Lo que me gustaría hacer en algún momento es un programa con mi hermana, para cagarme de risa porque tenemos una relación divina. Mi hermana es todo.
Suéter (Ginebra, $1200)

Suéter (Ginebra, $1200) - Créditos: Mariana Roveda

¿Qué aporta una hermana que no lo encontrás en otro lado?
La transparencia total, yo creo que tenemos muchas amistades durante toda la vida: de la infancia, del colegio, amistades de salir, la que te acompaña a un velorio, a sacrificar un perro. Hay como grados de amistades, pero con quien se cubren absolutamente todos esos roles es con tu hermana. Creo mucho en lo sanguíneo, y hay algo de los hermanos que sabés, que sabés que siempre van a estar.
Se te escucha muy clara sobre tus vínculos y tus elecciones.
Cuando tenés esa seguridad, es impagable. Ahora entiendo cuando yo era chica y mi mamá hablaba de la plenitud de ser adulta, yo decía: "Las bolas, yo quiero tener 18 años, salir a bailar, ¿cómo me va a gustar tener 40?". Y hoy estoy más cerca de los 40 que de esos 18 y entiendo que saber lo que querés es algo que llega con el tiempo; y cuando dejaron de pesarme los "no" que decía, me sentí orgullosa y empecé a decir: "OK, puedo mirar para atrás sin arrepentirme de nada de lo que hice". Quiero seguir en este estado de felicidad y de agradecimiento permanente que tengo, porque hace que siempre vengan cosas que ni siquiera deseo.
Producción de María Salinas. Maquilló y peinó Dominique Heslop para Frumboli Estudio con productos Lancôme. Agradecemos a Belgika home & deco, Josefina Bustillo y Macarena Alzaga por su colaboración en esta nota.
¿Qué te pareció esta charla de chicas? ¿Te gustó? Algunas de las anteriores chicas de tapa fueron Luz Cipriota y Pampita Ardohain

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