La hora de los Oscars

Por Javier Alcácer

Cada año, los cerebros de la American Academy of Motion Picture Arts and Sciences enfrentan la misma pregunta: ¿cómo hacemos más entretenida la entrega de los Oscars? De un tiempo a esta parte, el encendido cae, y las críticas ya no se limitan a los desastres de vestuario de las actrices, sino que también atacan la organización. En 2011, Anne Hathaway y James Franco, embajadores de la nueva camada de Hollywood, fueron convocados para la conducción. Hasta hoy, muchos se preguntan por qué salió todo tan mal. "Anne es un demonio de Tasmania", opinó Franco sobre el entusiasmo desmedido de su coequiper. El actor de 127 horas, por su parte, parecía como sedado, igual que Mike Amigorena en nuestros más humildes pero no por eso menos dorados Martín Fierro. Adiós entonces a la nueva generación: la decisión fue ir a lo seguro con un viejo conocido que hizo un papel más que digno cuando le tocó. Billy Crystal, el hombre cuya declaración de amor en Cuando Harry conoció a Sally debe ser lo más plagiado del cine en la vida doméstica, conducirá por octava vez la ceremonia. Desde acá, les ponemos fichas a estas candidatas:

Es claro que los ingleses vienen con ganas de premios, y ahí está Meryl Streep con su imitación maníaca de Margaret Thatcher en La dama de hierro. Aunque ya lo ganó dos veces (Kramer vs. Kramer y La decisión de Sophie), la recreación tan humana de un personaje controvertido como la Primer Ministro británica durante la década del ochenta viene cosechando elogios y nada más que elogios.

Es que se sabe: si hay algo que atrae a los votantes es un actor que se entierra bajo kilos de maquillaje y tics para recrear con lujo de detalles a una celebridad (recordemos Ray, recordemos Capote). La encargada de dirigir esta película fue Phillyda Lloyd (Mamma mia!), y la decisión fue armarla en torno a los recuerdos de una ya anciana (y no por eso débil) Margaret Thatcher.

Emma Stone viene pisando fuerte. La actriz de apenas 23 años, revelación de las comedias Super cool y Se dice de mí, tiene serias chances de quedar nominada por su trabajo en la película Historias cruzadas, genial adaptación de la novela de Kathryn Stockett.

La historia es la de una periodista que se junta con criadas y niñeras negras para narrar la discriminación racial en el sur de Estados Unidos en la década del 60. De más está decir que la Academia suele levantar el pulgar a las películas con contenido social. Por si fuera poco, ésta anduvo especialmente bien en la taquilla. Viola Davis, por su parte, interpreta a una criada que perdió a su hijo y debe educar a los de sus empleadores. Su nombre también suena como posible candidata al oro.

Y sí, a Hollywood le gustan las historias reales. Y también le gusta el trabajo de Clint Eastwood. Mientras podemos no estar de acuerdo con lo primero, ¿cómo desmentir que Clint es un director imprescindible? A los 81 y sin señales de detenerse, el ganador del Oscar por Los imperdonables y Million Dollar Baby se metió con el hombre que revolucionó los servicios secretos: J. Edgar Hoover, el creador del FBI, en torno a quien circulan innumerables leyendas y mitos, como el que dice que nunca se animó a reconocer su homosexualidad. J. Edgar está escrita por el guionista de Milk y y es protagonizada por Leonardo DiCaprio, quien debió interpretar tanto al Hoover de 30 años como al de 70. Aunque el maquillaje le da una mano, DiCaprio es otro gran talento que hace rato viene sumando motivos para llevarse el premio.

¿Se acuerdan de la cara de David Fincher cuando se enteró de que no había ganado el Oscar a la Mejor Dirección por Red social?  Pobre Fincher, nadie cuestiona su talento, pero ni siquiera le dieron el Oscar con esa fórmula para la lágrima fácil que fue El curioso caso de Benjamin Button. Esta vez, tiene una oportunidad con una película bastante más sórdida que las anteriores: La chica del dragón tatuado, adaptación del policial sueco Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson. A pesar de Daniel Craig, la revelación es la diminuta Rooney Mara, que por medio de tatuajes y piercings, cambió su look para convertirse en la brutal hacker Lisbeth Salander. Busquen una foto de Kate antes de convertirse en la chica del dragón tatuado. Van a entender por qué podría quedarse con el premio a la Mejor Actriz.

Amado por ellas, envidiado por ellos, George Clooney tiene boleto doble en la lotería de los Oscars, y hay quienes dicen que hasta triple. Resulta que su actuación en Los descendientes, en la que le toca ser un padre de familia con problemas de relación con sus hijos y una esposa que queda en coma (y que, descubrirá, le era infiel), lo ubica como candidato a Mejor Actor. Esta vez, el realizador es Alexander Payne, de Entre copas y Las confesiones del Sr. Schmidt. Claro que Clooney, que cumplió 50 y quiere que la crisis de la mediana edad lo encuentre trabajando, también tiene un thriller político que él mismo dirige y protagoniza: Secretos de estado. Ahí se pone en la piel de un gobernador que inicia a un joven idealista en la realidad sucia y no del todo legal de una campaña.

Cuando parecía que Red social iba a llevarse todos los premios, El discurso del rey dio el batacazo y se quedó con los rubros principales. Este año, decíamos, los ingleses quieren seguir con la racha. El topo es un thriller que adapta la novela de John Le Carré, alguien que sabe por haber trabajado en los servicios de inteligencia británicos durante la Guerra Fría. Ambientada en los 70, el fracaso de una misión secreta hace que el agente George Smiley reciba el encargo de descubrir la identidad de un infiltrado. Dirigida por el sueco Tomas Alfredson y con las actuaciones de Colin Firth, Tom Hardy y Mark Strong, la gran chance de la película es un postergado de la estatuilla: el gran Gary Oldman. Parece mentira, pero el actor de Drácula, El perfecto asesino y JFK hasta ahora nunca recibió ni siquiera una nominación.