
Liz Solari: "Necesito aprender todo el tiempo"
Enamorada y en un plan súper zen, dice que está pasando por el momento más equilibrado de su vida y que encontró en la actuación la alegría y la profundidad que buscaba
22 de enero de 2014 • 00:10

Traje de baño (Lody, consultar precio) - Créditos: Juampi Bonino. Producción de Ferni Moreno y Lulu Biaus
¡Wow! Sí, ¡se me pasó la vida en el medio! Pasaron muchas cosas desde la última vez que nos vimos. Soy otra.
En todo. En lo que quiero, en lo que busco, en lo que soy. Hace cinco años, estaba dando mis primeros pasos en la actuación. Arranqué con una tira, Champs 12, y después vino el musical de Barbie Life, que fue un flash. Ese año de teatro, de baile, de canto, de contacto con la gente y especialmente con los chicos me hizo un clic muy fuerte. Quería actuar. Eso es lo que me hace feliz, lo que me hace sentir plena.
Hay un montón de cosas del backstage del modelaje que me parecen muy superficiales y con las que no me siento del todo cómoda. Pero reconozco que fue una experiencia muy interesante porque me abrió un montón de puertas y, sobre todo, me acercó al mundo artístico como para que yo pudiera elegir y decidir.
Fue muy difícil. En ese momento, lo que yo necesitaba era estar conectada conmigo misma, no tanto con el afuera. Necesitaba conectarme conmigo de una manera positiva. En esa búsqueda pensé en hacer un viaje que venía posponiendo desde hacía tiempo. Quería ir a Londres a estudiar teatro, pero lo venía pateando porque siempre tenía mucho trabajo y no me daba desaparecer un año. Pero en ese momento, la necesidad fue más fuerte y me fui.
La exposición es un arma de doble filo. Hay que ser realista y saber que eso, lamentablemente, es parte del todo, porque cuando te pasan cosas buenas, también está bueno tener el apoyo de la prensa en los pasos que vas dando. Mi decisión tuvo más que ver con estar en silencio, no responder y transitar mi camino. Porque para mí, más allá de todo lo que pasó, lo que se decía y lo que no se decía, ese fue un momento de cambio y el viaje fue vital, llegó justo a tiempo. Un viaje de introspección, de bajarle un cambio a lo que venía siendo mi vida, la oportunidad de estar en un ambiente totalmente diferente de lo que era la Argentina.
Tenía 26. Redescubrí el amor por la actuación y vi que mi camino iba por ahí, por todo lo que tiene que ver con el arte. Iba todos los días a cursar el máster de actuación, ocho horas por día en una megaescuela que era como un conservatorio. Después, me dedicaba a las clases de baile y canto con un profesor italiano que era un groso.

Remera de mangas cortas (Akiabara, $226), jardinero de gamuza (UMA, $2880), gafas espejadas (Infinit, $890) - Créditos: Juampi Bonino. Producción de Ferni Moreno y Lulu Biaus
Sí, total. Pero también tenía mis momentos para descansar, disfrutar, salir a caminar. Me reencontré con el silencio y eso me hizo muy bien.
Sí, el silencio me ayudó a estar más abierta a escuchar lo interno. Nuestro interior está todo el tiempo intentando decirnos algo, pero a veces no somos capaces de escucharlo. Para mí era un momento importante a ese nivel, quería escuchar qué era lo que me estaba diciendo mi interior, qué era lo que necesitaba. Simple, no fue nada. Respondí a eso. Y fue una decisión sabia.
El cuerpo y ¡el alma! Pero a mí me encantó, me encanta aprender. Yo siento que necesito seguir aprendiendo todo el tiempo, nunca puedo decir: "Uy, porque hice esto no necesito hacer esto otro". Me parece que sería un lugar de soberbia enorme, es más, el año pasado estuve estudiando con Elena Tritek; este año, con Norma Angeleri, y siempre que hay un curso, un seminario que me encaja con los tiempos laborales, lo hago. Así que para mí fue al contrario, un lugar de mucho disfrute, de encontrarme con mucha gente nueva, de abrirme y, sobre todo, esta cosa de encontrarte con gente que no sabe nada de vos, ni vos sabés nada de ellos, entonces eso te pone en un lugar que está muy bueno.
Me mudé a la Argentina, pero no bien llegué, mi mánager me dijo: "Hay un casting para una película italiana". A todo esto, otra cosa que hice en Londres fue ponerme a estudiar italiano. Estaba hecha Bob Esponja. Entonces, me dijo: "Hay casting para una película, ¿te animás a hacerlo? Tenés que hablar italiano". Y bueno, hice el casting y quedé seleccionada.
Sí, otro año más. Hice Ex Amici Come Prima!, una película comercial de los hermanos Vanzina, que son dos directores muy conocidos allá, donde trabajaba con Enrico Brignano, que es un actor como Francella acá. Les gustó mi laburo y después, tras otro casting, quedé para hacer una tira. Fue todo muy loco, me pasaban unas cosas increíbles. Me instalé un año en Roma, alquilé un departamentito divino en Trastevere, se veía la basílica desde mi terraza. Y todo tan pintoresco, tan lindo. Ese fue un año maravilloso también.
¡Claro! (risas). De repente, estaba la película en todo lados, los pósters. Un día, estaba en Piaza Spagna, en las famosas escalinatas de Roma donde varios años antes había participado de un desfile para Roberto Cavalli, y dije: "Ah, wow, ahora estoy acá como actriz". Me gusta cómo el destino va moldeando y llevándote.
Igual, no es que todo me salió bien. Tengo que decir que todo lo relacionado con Italia fluyó de una forma especial... Me han dicho que tengo buen karma ahí. Es un país que me llama continuamente, de hecho, quieren que me vaya a vivir allá para trabajar, pero bueno, acá estoy, enamorada, viviendo en Buenos Aires con mis perros y mis gatos. Ya no me mueven tan fácil. Entonces, hoy busco que los proyectos sean más de ir y volver.

Vestido combinado de mangas cortas (Clara Ibarguren, $1260) - Créditos: Juampi Bonino. Producción de Ferni Moreno y Lulu Biaus
No, nada es definitivo, pero lo que sí, yo soy una persona que está muy en el presente. Hoy es esto, estoy en pareja, estamos bien con Nacho, apostando de a dos. Ya no es más yo solita y mi mundo. Estoy más asentada, estoy más grande también.
Y, la madurez, la madurez interior.
No sé si son los 30, para mí los números son bastante simbólicos en un punto, yo creo que a medida que vamos creciendo, vamos madurando internamente si se dan las cosas bien, y a mí me pasó eso, como que empecé a trabajar más desde adentro, más conscientemente, no es que antes era una persona que vivía para afuera ni mucho menos. Pero empecé a trabajar eso más conscientemente, y eso va decantando en que deseás que esté todo más equilibrado en tu vida. No caer en los extremos, en los excesos, porque sé que no me hacen sentir bien. Eso es madurar, supongo.
En el viaje a Londres empecé a meditar. Ahora estoy haciendo meditación trascendental, que es una técnica maravillosa, de profundización, de apertura de conciencia. Para decirlo en términos simples, afecta tu sistema nervioso y hace que tu estrés baje a cero. Estás más conectada con la realidad, con lo real, con lo verdadero. Yo lo hago dos veces por día, le dedico un tiempo. Lo comparto con Nacho, lo hacemos juntos. Es como una rutina de trabajo e interiorización; así como voy al gimnasio, bueno, le dedico dos horas de mi vida.
Está bueno poder compartirlo. Te puede pasar que estando en pareja vivas procesos totalmente diferentes, pero por suerte me encontré con Nacho, que es una persona que está viviendo y transitando un proceso similar en muchos puntos al mío. Entonces, sí, es movilizante porque estamos todo el tiempo limpiando, pero también es satisfactorio poder compartirlo porque ves desde un lugar más real al otro. También, decir: "Che, no soy perfecta, tengo esto, tengo aquello y ¡vos tenés esto, esto y esto!". Somos dos. Te parás en otro lugar y, sobre todo, es como que compartir esta apertura de conciencia con el ser que tenés al lado está re bueno para todo, para ver hacia dónde querés ir, qué es lo que realmente querés. Si estás unida desde ahí, hay como una proyección más real que te une desde el cimiento, desde la raíz.
No, pero a veces te cuesta conectarte con lo que verdaderamente te pasa. Y la meditación es genial para eso, te saca de la nebulosa, de la careteada, de lo impuesto. Te lleva a ese lugar muy tuyo, más verdadero, y vos decís: "Esta soy yo, estas son las cosas que me hacen bien, esto es lo que quiero para mi vida al margen de todo el resto". ¿Entendés? Ni impuesto por mi familia, ni por mis amigos, ni por la sociedad. Entonces, para mí, eso fue empezar a meditar, acercarme cada vez más a mi esencia.
Cuando empezás a meditar, empezás a ver más claro y decís: "Ah sí, soy una hinchapelotas, soy poco paciente, okey. ¿Qué tengo que afilar? Uy, bueno, soy un poco explosiva". Está muy bueno porque te clarifica y sabés más qué es lo que tenés que trabajar, en qué hacer foco. Pero no todo el mundo se lo banca, porque a la gente no le gusta ver sus propios defectos.

Musculosa floreada (Akiabara, $348), shorts de denim (Paula Cahen D''''Anvers, $410), ojotas (Adidas, $289) - Créditos: Juampi Bonino. Producción de Ferni Moreno y Lulu Biaus
Y... (risas). Aunque trabajo mucho en eso, en ceder, en mantener la calma, a veces sigo explotando por pavadas. Como dice Nacho, tengo una personalidad bien de tana. Es cierto que siempre fui muy temperamental, de sangre caliente, pero ahora, de a poco, siento que voy evolucionando. También las cosas fuertes que me fueron pasando en la vida me fortalecieron y fueron armando mi carácter. Ahora pienso más antes de hablar. Las palabras, el idioma con el que nos comunicamos, a veces es muy pobre. Y como es tan fácil herir con las palabras, hay que cuidarse el doble al momento de decir algo, al momento de responder. Cuando tomás conciencia de que todo lo que hacés vuelve, hacés un clic interno muy grande.
Es como que sos un río que está todo revuelto, tierra va y viene, y cuando empezás a meditar, baja, baja, baja, el polvo se queda abajo y vos podés ver. ¡Esto es lo que tengo que trabajar! Es fantástico. Yo lo súper recomiendo porque creo que es una herramienta fundamental en la vida, es uno de mis pilares y por eso le dedico el tiempo que le dedico. De hecho, hoy a la mañana me levanté una hora antes, hago mis saludos al sol, hago unas asanas, que son unos movimientos de yoga para ablandar el cuerpo que al levantarse está todo duro, después hago meditación trascendental, y ya con eso arranco el día.
Sí. La alimentación es otro tema que me tiene muy copada, siento que es otro pilar fuerte en mi vida. No es que antes me alimentara mal, siempre comí súper sano. Pero hace un año vi el documental Earthlings y tomé conciencia de cómo torturan a los animales antes de matarlos. Fue muy fuerte lo que me pasó, como que hice un clic y me volví vegetariana. No es que vaya a cambiar el sistema y tampoco critico al que come carne, si querés comer me parece bárbaro, pero yo elijo otro camino.
Él es vegano. Fue vegetariano desde los nueve años, de chiquito, y después volvió a comer carne. Pero cuando yo me hice vegetariana, él se hizo conmigo y después dio un paso más y pasó al veganismo. Yo no llegué a tanto. Consumo leche y queso orgánicos.

Créditos: Juampi Bonino. Producción de Ferni Moreno y Lulu Biaus
Ahora me siento mucho mejor, con más energía. Tengo una despensa repleta de frascos con legumbres para consumir el hierro que ya no tengo de la carne. Tomo wheatgrass, que es un pasto con más proteínas que un bife.
Sí, estoy a full. El año pasado focalicé mi energía en el cine. Rodé dos películas hermosas que se estrenan este año. Primero, Amapola, con dirección de Eugenio Zanetti y un elenco internacional muy power: Camille Bell, Geraldine Chaplin, además de Leonor Benedetto, Luciano Cáceres y Lito Cruz. Después, Ley primera, de Diego Rafecas, una peli muy interesante que habla de cómo despojan de sus tierras a las culturas originarias. Un drama que me movilizó mucho y que me enganchó por el hecho de poder dar un mensaje profundo, de concientizar. Me pegó tanto que terminé contactándome con Unicef para hacer una acción.
Fui al norte de Salta a visitar una comunidad originaria en la que los chicos no pueden estudiar porque están re alejados de cualquier pueblito y se hizo una movida para armar aulas virtuales que permiten que los chicos estudien desde sus casas a través de las computadoras que se les entregan. Siento una conexión muy fuerte con los chicos. Ahora también estoy detrás de un proyecto que recién se está gestando que tiene que ver con la educación consciente y con la posibilidad de ver cómo se puede sumar la meditación a la educación actual. No es que yo venga a hacer una revolución ni mucho menos, pero sí me parece muy interesante que, dadas las exigencias que sufren los chicos en el colegio, tengan una herramienta para poder bajar el estrés.
No. Tampoco es que armo megamovidas yo sola. Siempre me rodeo de gente que está en la misma sintonía. Yo lo único que hago es dar mi pequeño aporte desde mi lugar. Lo que quiero es hacer algo que no sea para mí, sino que tenga que ver con otros y que repercuta en todos. Porque estamos todos en este planeta, todos podemos dar.

Enterito de mórley (Paula Cahen D’Anvers, $410), gafas de carey y metal (Infinit, $1300) - Créditos: Juampi Bonino. Producción de Ferni Moreno y Lulu Biaus
No acciono pensando en el resto, acciono desde el corazón, con mi intuición, y si siento que realmente puedo dar una mínima ayuda, aunque sea chiquita, no me importa nada y voy para adelante con eso. De nuevo, no digo que voy a cambiar el mundo, pero voy a dar un aporte para que el lugar donde estemos se convierta en algo mejor. Estoy convencida de que todos podemos hacer algo, desde lo mínimo, como separar la basura para reciclar en tu casa, hasta algunas otras acciones más grosas. Está bueno hacerse cargo. Si todos aportáramos algo, aunque sea así de chiquitito, estaríamos en un mundo mucho mejor.
Agradecemos la colaboración de la familia Aldao y Michella Bracalenti en la realización de esta nota.
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