
"Mi amiga me quema la cabeza"
Si tu "hermana del alma" está más densa que nunca con sus conflictos existenciales o, directamente, sentís que están en distinta sintonía... ¡leé esta nota!
18 de julio de 2013


¿Tu amiga te deja cansada de tanto escucharla? - Ilustración de Erivil
Por Flor Faragó
Son amigas de toda la vida y se adoran. Pero últimamente tenés que contar hasta diez... ¡para no mandarla a freír churros! Claro que siempre fue súper intensa y no podés decir que cambió de golpe, pero cuando te llama tres veces por día y "te interna", tenés que armarte de paciencia para no estallar. Si no es el laburo, es que está angustiada y quiere largar la carrera, o está eufórica, porque conoció un tipo divino y parece que la cosa pinta bien. O te tortura con ese viaje pendiente, porque no sabe si elegir Marruecos o las Islas Maldivas. Es cierto, la querés muchísimo, pero están en momentos tan distintos que ya no sabés qué decirle. Hablan todo el tiempo –bueh, habla ELLA todo el tiempo– y, cuando le contás algo, sentís que no te escucha y que solo le preocupan sus problemas. OK, puede ser que estés menos tolerante y esas situaciones que antes te bancabas hoy te están empezando a "hinchar". " Ella es así ", te repetís mil veces. Pero vos estás agotada y tampoco querés pelearte. ¿Serás vos, que justo atravesás una etapa de estabilidad y no querés sobresaltos? ¿O es ella, que, de pronto, está en crisis con todo?
Y ahora... ¿cómo sigo?
En primer lugar, tranquilizate y pensá que se trata tan solo de una etapa del vínculo. Recordá las veces en que fuiste vos la insoportable "quemabocho" cuando no sabías qué carrera elegir, te peleabas con tu jefe todos los días y tu actual pareja no te daba ni la hora. Entonces..., ¡calma! Las relaciones de amistad no son lineales y siempre vale el "hoy por ti, mañana por mí". Y por más que hoy tu amiga esté re densa, estamos seguras de que tu intención no es pelearte con ella ni perderla. Por eso, trazamos algunas posibles situaciones para que puedas atravesarlas sin caer en el enojo:
Estás en una reunión importante y ella te llama al celu sin parar. No atendés, pero ella insiste y además te incendia el WhatsApp con mensajes del tipo " ¡Porfi, atendeme! " o " Necesito hablar con vos ¡YA! ". Obviamente, te preocupás y huís de la reunión para llamarla. Entonces, te enterás de que el motivo de su ansiedad es que le ofrecieron un laburo nuevo y tiene que contestar... ¡en tres días! ¿No podía aguantar y llamarte a la noche? En fin, la escuchás mientras mirás la cara de tu jefe, que se asoma por la puerta de la sala de reuniones, respirás hondo y le decís: " Negri, te llamo cuando vuelva a casa, estoy en medio de un lío acá ". No le copa mucho tu respuesta, pero la realidad es que en ese momento ¡realmente no podés hablar! Entendés su ansiedad y todo, pero... ¡que te banque! En estos casos, ni se te ocurra llamarla apenas termina tu reunión. Ya habrá tiempo de conversar más tarde, cuando estés tranquila en tu casa y dispongas de margen real para escuchar el tema con paciencia y serenidad.
Estás cenando con tu pareja en casa y ella cae sin previo aviso. Suena el timbre. " ¿Quién será? Si no espero a nadie... ", pensás. Pero es tu amiga, que llega en un mar de lágrimas porque la cita de anoche fue un fracaso y está re bajón. Y la notás tan mal que, sin dudarlo, te abrigás, bajás y la consolás durante… ¿hora?, ¿hora y media? Cuando volvés, tu chico está dormido en el sillón y tu plato de ensalada sigue en la mesa. ¡Chau al plan romántico que habías armado! Tu enojo con vos misma no se hace esperar: " ¡Al final, siempre estoy disponible full time! ¿Y mi vida, qué? ", pensás. Y sentís que tu amiga no sabe valorar el tiempo que le dedicás y que no le importan tus cosas. Es una sensación que conocemos TAN bien, pero, para cuando se te pase la bronca, acordate de las muchas veces en que ella te bancó a vos. Y si mañana tu novio te reclama, invitalo de nuevo y prepará otra rica cena. ¡Y no atiendas el timbre ni el teléfono, sea quien fuere! Tu amiga tendrá que entender que no sos un 0800...
Arreglaron para cenar juntas tempranito..., pero ¡llega tardísimo! Aunque estás agotada, aceptaste salir a cenar con ella porque morís por saber detalles de los tres hombres con los que se está "viendo". Volaste temprano del laburo (por más que era un caos), faltaste a pilates y estás lista, ya con el tapado puesto, esperando que pase a buscarte. Pero te empieza a bombardear con mensajes para avisarte que "ya está llegando". Estemmm... Pero pasan dos horas y seguís en tu casa. Ya te bajaste un paquete de galletitas, se te fue el hambre, se te corrió el rímel de tanto bostezar y tu malhumor es indescriptible. Cuando la ves, tu cara de pocos amigos le da la bienvenida. Escuchás sus excusas de siempre –que ya las sabés de memoria–: que "intentó" salir temprano pero no pudo, que el bondi no venía, que tuvo que pasar por la casa y justo la llamó la madre... Bla bla bla. El viaje hasta el restó puede llegar a ser un poco tenso, pero apenas empiezan a charlar, entre tragos y anécdotas, no podés evitar reírte e interesarte a full . ¿Ves? Ya se te pasó la mala onda y, a pesar de que sabés que a veces te deja de garpe, juntas la pasan genial y ella siempre sabe compensarte con sus historias jugosas.
Desde que fue mamá... ¡está más densa que nunca! En los últimos tres años, tu amiga se casó, se embarazó y fue mamá. ¡Auxilioooo! Esto quiere decir que no hay tema de conversación posible que no gire en torno a mamaderas, pañales, la crianza con apego (o sin él), las estrías y sus tratamientos. Y los dilemas son si Luqui va media jornada o jornada completa al maternal, o si Luqui tiene dos o tres dientes. Tu casilla de correo está saturada con fotos del niño que ella te manda a diario, y la última vez que te invitó a su casa... ¡hablaron de papillas toda la tarde!, sin darte chance de que le contaras de tu nuevo novio. A veces es peor: te suma a las "juntadas" con otras madres que solo hablan de sus criaturas. La verdad es que querés mucho a tu amiga y sentís adoración por Luqui, pero... ¿no hay posibilidad de una charla sobre otras cuestiones? Vos no tenés hijos por ahora, ni está en tus planes tenerlos, y por eso extrañás conversar con ella sobre laburo, tu pareja, pilchas o lo que sea. Quizá puedas invitarla a tomar un café las dos solas con la excusa de contarle algo, o decirle que necesitás su asesoramiento para elegir un vestido de fiesta, o algún tópico que la saque de la temática maternal por un rato. ¡Tal vez resulte!
¿Conclusión?
Siempre, en nuestro grupo de amigas hay variedad. Están las casadas, las divorciadas, las solteras, las madres, las que no tienen hijos, esas a las que siempre les va súper con todo, y esas otras que están deprimidas full-time . Es lógico sentir que nuestros "momentos" no están coincidiendo en lo más mínimo. ¿No te pasó muchas veces que una o varias –incluso vos misma– desaparecen de la escena por un rato? Todo tiene que ver, muchas veces, con la situación y el estado de ánimo que esté atravesando cada una. Y después, cuando regresa la "desaparecida"... ¿no es como si siempre hubiera estado ahí?
Y con esa amiga en particular, la que más queremos, por supuesto que también vamos a atravesar situaciones de mayor y menor empatía, pero no por eso la amistad debería enfriarse ¡y menos aún hacerte llegar al hartazgo! Lo bueno es que vos sabés que, cuando se juntan a charlar, volvés a encontrar su esencia, y tenés esa linda sensación de que la química entre ustedes sigue intacta. Poné en tu "presupuesto" mental que sí, que van a seguir existiendo esos días en que te deja colgada. Y esos otros en que te enrosca con sus rollos infinitos. Pero, así como existen esos..., también están los otros, esos en los que comparten y vuelven a ser las mismas de siempre, con sus cosas buenas, con las risas y la complicidad, equilibrando la extraña fórmula de la amistad (no tan) perfecta.
Y a vos, ¿te pasó?
María Ángeles Pérez, 25 años, Lic. en RR. PP. "Mi amiga fue mamá y todo gira alrededor de su bebé. Adoro hablar con ella y apoyarla, pero... ¡yo estoy en otra! Laburo todo el día, y hoy nuestras conversaciones no tienen nada en común".
Daniela Fernández, 34 años, Asist. de Marketing. "Odio los reclamos: que no la llamo o que no paso a verla, pero la que no lo hace es ella... ¡porque está siempre a mil! Al principio, me enfurecía, y ahora me resulta gracioso. ¡La conozco TANTO!".
Laura Gambino, 28 años, traductora de inglés. "Mi amiga, ahora soltera, quiere que salgamos las dos solas todos los sábados ¡hasta las 6 de la mañana! La adoro, pero hablando le hice entender que no puedo seguirle el ritmo en este momento".
¿Alguna vez te pasó algo así con una amiga? ¿Qué hiciste?
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