
Mónica Antonópulos: "Aprendí a perdonarme"
Tiene 29, pero ya pasó por la crisis de los 30: se cortó el pelo, se sacó lolas, viajó sola, aprendió a cuidarse y ¡justo!, le llegó un momento revelador como actriz en El Elegido
19 de agosto de 2011 • 13:03

Es un segundo. Toma aire para atrapar las lágrimas que se le escapan y asiente ante nuestra pregunta: "Sí, finalmente pude perdonarme". Entonces, se seca el rímel apenas corrido, vuelve a mostrar la claridad de sus ojazos celestes y, con una sonrisa, justifica: "Soy muy llorona". Después, sigue hablando de ese momento en el que necesitó quitarse lo que le sobraba para volver a ser la que era antes; pero se dio cuenta de que ya no iba a poder conseguirlo del todo.
Mónica Antonópulos es, a los 29 años, una de las actrices revelación de este año. Y de las más atractivas también. Su papel en El elegido es uno de los más comentados: hace de una abogada gay, ambiciosa, tan superficial como perfeccionista. "A la gente, el personaje de Greta le encanta –comenta–, sobre todo a las mujeres, esta cosa tan fálica pero femenina que tiene, tan fuerte, esa energía masculina cuando se planta ante un hombre y con su pareja, esa cosa más de leona..."
Respecto a la homosexualidad del personaje, ¿qué reacción percibís del público?
Noto que se toma con mucha naturalidad, no genera rechazo. Quizá tenga que ver con que en este personaje la sexualidad es algo más que viene con ella, no se abusa de ese aspecto ni se lo subraya más que otros.
Siempre decís que sos una chica de barrio, ¿qué dijeron tus padres cuando se enteraron de cómo era el papel?
Nada, no di lugar. A mi vieja le da un poco más de pudor. Cuando salió el casamiento gay, se habló mucho, se debatió en las cenas, y ellos son de otra generación... A mí me interesa que mis viejos tengan un poco de amplitud, que no sean tan prejuiciosos y que puedan manejarse con libertad. De pronto algún día con un nieto, con lo que sea. O conmigo, si alguna vez cambio de orientación sexual. Me parece que en esto es mi obligación reeducarlos. Así como ellos me han educado a mí, reeducarlos a ellos ahora.
Y cuando hiciste la tapa de Playboy, ¿qué pasó en tu familia?
A mi padre no le había avisado. No le dije nada, no pedí ni permiso ni nada. Lo que pasa es que lo de Playboy tuvo que ver con una impunidad mía. El otro día, estuve de mudanza y me encontré con otras revistas que tenía guardadas, y dije: "¡Mirá el culo que tengo acá!". Chicas, todo cambia con el tiempo (risas).
Entonces agradeciste haberlo mostrado en ese momento y no en éste...
Dije: "Menos mal". Y lo que pensé fue: "Qué atrevida que era".
Es que, además de Playboy, saliste otras veces medio en bolas.
Antes de eso, hice la publicidad de Isenbeck, la del burro. Ahí tenía el anonimato a favor, me sentía cómoda con mi cuerpo y venía de la publicidad, en la que se valora exhibirse. Hasta que me di cuenta de que no iba por ahí.
¿Ya no sos "atrevida"?
Sigo siendo atrevida como siempre, pero los años me sacaron impunidad. Es que llega un momento en el que tenés que hacerte cargo de lo que hacés, porque no tenés tanto anonimato. Igual, si tengo ganas de hacer algo, todavía me lo sigo permitiendo. No sé si atrevida, en realidad, porque tirarme a la pileta sin agua no. Bueno, y con agua tampoco porque ¡no sé nadar!
Esto de los rumores del mundillo de la farándula, ¿lo presupuestás como un costo que tenés que pagar? Que digan que estás embarazada, que salís con Echarri..., ¿cómo te lo tomás?
No sé si es el costo, pero es claro que son las malas costumbres de este ambiente. Intento que no me tome tiempo ni energía. No lo potencio.
¿Mantenés tus amigas de la infancia?
Tengo algunas, pero no soy muy apegada a los afectos. Me parece que las amistades y las relaciones son momentos. No tengo esta cosa de "porque alguna vez te quise, necesito verte y saber de vos".
Con la pareja sí sos estable, hace mucho que estás con Coraje (Avalos)...
Estamos juntos desde hace cuatro años y medio.
¿Viven juntos?
Sí, convivimos desde hace cuatro años.
Ah, al toque. Ahí sí te tiraste a la pileta...
Se dio. Igual, fue con idas y vueltas, ¿eh? En cuatro años pasan tantas cosas, y nosotros fuimos creciendo, acostumbrándonos, tratando de ver por dónde iba, como toda relación.
¿Vos ya lo habías visto en la tele cuando lo conociste?
Sí, ¡en Jugate conmigo!
¿Y qué onda?
Y... no era de los que más seguía y alguno me gustaba más que él. Pero Coraje también me gustaba, porque era de los personajes que más misterio tenían, era de los tapados.
De chica, ¿eras cholula?
Re cholula, y moría por estar en televisión; ¿vieron esa cosa de mirar la tele y querer actuar, imaginarte ahí? Fue muy gracioso porque de repente un día estaba viendo Sin código y me imaginaba actuando en esa escena. Después se dio, y efectivamente estaba ahí dentro, como lo había imaginado.
¡Lo visualizaste!
Sí, yo creo en la visualización, no hago ejercicios, pero creo que el llamar la cosa, la energía que uno pone, el magnetismo, al menos te acerca bastante a eso. Es como mi religión. Y creo lo mismo para las cosas negativas.
¿En qué sentido?
A veces, sin querer, por miedos tal vez, uno termina corriendo el riesgo de llamar a lo malo. Como a las enfermedades. Yo soy hipocondríaca, y es bravo, porque además de castigarme con el miedo a enfermarme, cuando me doy cuenta, digo: "Callate, callate": me castigo por tener ese miedo.
¿Cómo lo resolvés?
Bueno, hice terapia diez años... Pero trato de tomarlo con gracia: si me doy cuenta de eso, me río de mí misma. Y también me pasa con el miedo a lo bueno. Porque si te va mal, te adaptás. Pero cuando te va bien, pienso que en cualquier momento se viene la tormenta. Puede haber algo de culpa también porque laburo de lo que quiero, me va bien, estoy en pareja, estoy bien, tengo familiares con salud, y hay tanta gente que la pasa mal...
¿Tenés hermanos?
No, hija única.
¿Qué tan "hija única" sos?
Bastante, supongo. "Capricho", me dicen. A veces me gastan.
¿Pensás en tener hijos?
Sí, es como que uno está esperando el momento indicado, y los momen tos indicados no existen y no sabés cuándo es en realidad. Pero bueno, las ganas están.
¿Querés tener muchos hijos o como vos, uno solo?
Imagino que con uno sería muy feliz, sería genial... Muchos hijos únicos sueñan con armar familias enormes. Yo no. Si bien de chica me sentía sola, después dije: "Estuvo bueno". Y además, me parece tan difícil uno, tan complejo, que no puedo ni pensar en más de uno.
Se te ve con un estilo muy personal, ¿te gusta lookearte?
Me gusta mucho vestirme, me divierte, pero no soy de comprar ropa.
¿Con qué te vestís si no comprás ropa?
Con lo que voy teniendo. La ropa me dura mucho y tengo cosas de hace 8 o 9 años que sigo usando.
Habla muy bien de tu cuerpo que sigas usando los jeans de cuando tenías 20...
La verdad es que el talle no me cambió casi nada.
Sos la modelo de Yagmour, ¿eso no te hace tener prendas de nuevas colecciones?
Sí, por suerte te dan vouchers, pero yo no soy mucho de quedarme en una misma marca, y además los comparto con mi madre y mis amigas. Mi personaje sí le pone mucho a su look. Greta es frívola, les da mucha importancia a la estética, a su ropa, a su casa, a lo que usa. Tiene esa cosa estética hasta en la manera de fumar...
¿Vos fumás?
No, y las primeras veces que tenía que actuarlo era un desastre.
¿Te mareaba?
No, porque en realidad había arrancado en un viaje. Estábamos en un grupo de amigos y no tenía otra cosa para fumar. Entonces dije: "Bueno, no pega, pero es lo que hay" (risas). En realidad, yo nunca estuve de acuerdo con que se fume en la tele porque creo que no hay que difundir ese mensaje, pero, al mismo tiempo, cuando me llegó este personaje, estaba escrito que fumaba. Yo no sé si lo hice para justificarlo, pero me parecía que el hecho de que fumara podía ser una crítica a esta gente que está encerrada en la oficina y todo el tiempo fuma, no sé.
¿Te cuidás estéticamente?
Debería cuidarme más.
¡Todas dicen lo mismo!
Pero es verdad, debería cuidarme más, posta... Si bien no soy de engordar, a veces peco porque adelgazo mucho, y tampoco está bueno, porque te queda todo blandito. Pero a su vez me parece un horror esta cosa enfermiza de que hay que estar flaquísima porque es mejor. No me gusta. En este momento, priorizo mi cabeza, hago yoga, que te ayuda más o menos a mantener un poquito también el cuerpo.
Te pusiste y te sacaste lolas, ¿no?
Sí, a los 21 me puse y el año pasado me saqué.
¿Cómo fue?
Me puse porque estaba muy acomplejada y había tenido un quilombo en un trabajo. Fue como una cosa de protesta, un mambo muy personal. Me operé, y la verdad es que me hizo laburar mucho más en publicidad, porque me elegían. Pero algo no estaba funcionando: me había operado para sentirme bien y, sin embargo, la inseguridad iba en aumento. Cuando arranqué en Vidas robadas me quise volver a operar y por una cuestión de tiempo no podía. Cuando terminó el programa, desaparecí, me corté el pelo, las cejas, me molestaba rotundamente tener siliconas: estaba disconforme.
¿Por qué?
Porque eso no era mío y no me podía hacer cargo. Ya no lo quería, me creaba un conflicto enorme, mucho más grande, más profundo y pesado que el complejo anterior. La segunda vez que entré en el quirófano, no podía creer lo que había hecho. ¡Cómo vas a elegir entrar en un quirófano cuando no tenés una enfermedad! Es un garrón, un momento espantoso, una agresividad tremenda... La idea era sacarme absolutamente todo lo que me había puesto, pero el médico me dijo que si hacía eso, iban a quedarme como una pasa de uva, así que tuvo que hacer como un bolsillito, ¿entienden? Me dejaron como una media almohadilla.
¿Como las que traen los corpiños push up?
Sí, adentro. Igual, hay algo que me sigue pasando. Me gustaría volver a verme con mi cuerpo, y ya no puedo. Porque mi cuerpo ya no es el de antes, ya sufrió la manipulación externa. Eso me enojó mucho. Después tuve una etapa de entender, de perdonar... perdonarme.
¿Pudiste perdonarte?
Sí, finalmente pude perdonarme... (llora). Soy muy llorona. Siempre tuve el pelo largo, quería el pelo cortito, pero por los personajes que iba haciendo no daba, y después de la operación, cuando me relajé, viajé y procesé un montón de cosas, metí tijera. Hubo una cosa de salir, una liberación muy grande.
Te sacaste el excedente de equipaje...
Sí, bastante tiene que cargar una como para estar sumándose cosas. Yo pude aceptarme. Fue crecer, madurar, entender que una hace lo que puede y no estar buscando todo el tiempo el máximo, porque no existe.
¿Sos muy exigente con vos?
Sí, soy bastante exigente. No me golpeo, no me pego, pero en algún momento aparece el síntoma que me repercute en el cuerpo.
¿Y adónde fuiste cuando viajaste?
Me fui a Europa por primera vez, sola. Cuando estás sola, empezás a escuchar las voces por todos lados, no estás sola. Tenés un sonajero en la cabeza hasta que decís: "Mierda, callate". Pero bueno, era la idea. Fue hace justo un año. Coraje se había ido a Sudáfrica y, como estaba sin laburo, dije: "Es ahora".
¿Creés que todo esto puede haber sido una crisis de los 30 adelantada?
Sí, siempre siento que a mí algunas cosas me llegan antes, como que tengo un alma algo viejita. La verdad es que después de todo esto, me estoy sintiendo bien con lo que pienso, con lo que quiero, conmigo, y es una sensación que me costó mucho y que trabajé para lograr.
¿Cómo la trabajaste?
Con terapia y charlando. Con amistades y con una pareja nutritiva. Por eso no estoy en un momento en el que me llamen la atención los encuentros vacíos, me aburro y me voy. Me puedo quedar muda una hora, no me interesa. Antes me exponía, hablaba sin parar y capaz después volvía con un desgaste o terminaba engripada. Es que tu templo es el cuerpo, vos tenés que cuidarlo. Hoy lo cuido, y priorizo mi cabeza ?
Por Carola Birgin y Violeta Gorodischer
Fotos de Eugenio Mazzinghi
Producción de Carol Schmoisman
Fotos de Eugenio Mazzinghi
Producción de Carol Schmoisman
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