
Nicolás Cabré: "Hoy conozco el amor más puro del planeta"
Después de dos años de ausencia en las pantallas está de vuelta en la tele y se concentra en disfrutar de su paternidad
11 de septiembre de 2017


Créditos: Gisela Filc. Producción de Mume Boskovich
Nicolás Cabré se prestó a este minirrepo en el que nos cuenta cómo cambió su vida en los últimos dos años en los que logró bajar un cambio y retirarse para comenzar con todo su nuevo desafío en la tele.
P: Después de cuatro o cinco años, volvés a hacer una tira con Cuéntame cómo pasó, por la TV Pública. ¿Qué fue lo que te motivó?
R: Es una oportunidad de hacer algo diferente. Cuéntame arranca con la muerte de Perón en el 74, pero no es un programa político, es la historia de una familia. El equipo está muy atento a la actuación, a las maneras, los modos y la mirada de la sociedad de aquella época, porque hoy ya no es la misma. Se trata de un gran desafío.
P: ¿No volviste porque extrañabas el ritmo?
R: No, había parado de trabajar entre locuras y la vida, el nacimiento de Rufina y la muerte de mi papá. Estuve más de dos años sin hacer nada. Lo necesitaba, pero no me daba cuenta, metido en la velocidad y el vértigo que va tomando todo.
P: Ese parate, ¿te sirvió para dar de nuevo?
R: Sí. Empecé a ocuparme de lo que me hace bien, empecé a hacer bien las cosas. Por ejemplo, dejé de fumar. Prioricé mi vida, revisé mi felicidad. El nacimiento de Rufina me cambió todo. Puse un freno. Yo soy un privilegiado por hacer lo que me gusta, pero sé que si no trabajo, no me muero.
P: ¿Qué hacías todos los días, sin trabajar?
R: Nada. Disfrutaba de ser padre. Me levantaba y llevaba a Rufi al colegio, íbamos a natación. Los días que no estaba con ella, me juntaba con mis amigos. Me reencontré conmigo.
P: ¿Le cocinás a Rufina?
R: No es mi fuerte, pero hacemos algo. Aunque no tengo variedad de recetas. Igual, ella te lo hace fácil. Yo nunca tuve niñera y estamos solos desde que tenía 6 meses. Cocinamos, comemos, limpiamos. Después va a llegar un momento en que diga: “Mi papá cocinaba horrible”.
P: ¿Vos eras parecido a ella de chico?
R: No era tan dado. Ella ya es un extremo de la hipersociabilidad. Me asombra la capacidad que tiene de relacionarse. Con cada persona maneja un código diferente. A veces, no sé cómo se llama una persona y le pregunto: “Chiru, ¿cómo se llama?”. Me lo dice a los tres segundos.
P: Sos un tipo de perfil bajo, ¿te molestaba mucho que se hablara de tu intimidad?
R: Nunca me afectó. Se dijeron barbaridades. Lo que quedó claro con el tiempo es que no era una postura, que si me ponés a hacer una nota y tengo que estar una hora remándola, no te sirve porque no me sale, no me gusta.
P: ¿Cómo vivieron tus viejos tu exposición?
R: La sufrían un poco, no entendían. Yo les decía: “No digan ni A”. Es el día de hoy que se dicen barbaridades y a mí me da alegría estar en la vereda opuesta de esos personajes, hace que me vaya a dormir con tranquilidad. No soy como ellos porque aprendí lo que mi papá me enseñó.
P: Tu papá era tu fan número uno...
R: EI viejo amaba verme en el teatro. Cuando tenía 15 o 16 años, venía a buscarme. Hacía que llegaba cuando terminaba la obra, pero yo sabía que se quedaba durante toda la función. Y hoy hacer teatro es mirar para arriba y saber que en algún lugar, en algún huequito, él está.
P: Hablar de tu viejo te emociona. ¿Qué otras cosas te tocan una fibra sensible?
R: Yo creo que las relaciones. Recordar que pude conocer gente maravillosa y saber que hoy me sigue pasando. Soy muy consciente de eso, cuando recuerdo a personas que me dieron mucho, que quise y con las que me sentí querido.
P: ¿En qué creés? No te veo leyendo el horóscopo del diario del domingo...
R: No me aferro a nada. Espero que haya otra cosa. Cuando necesito o estoy triste, me acuerdo de personas que tuve y sé que están. Quizá sea una ilusión. No sé si creo, pero me hace bien sentirlo. Si algo me da miedo o vergüenza, sé que hay algo ahí que me impulsa.
P: ¿Qué queda en vos del pibe de Mataderos?
R: Cuando remarcás que sos un pibe de barrio, ahí te fuiste del barrio. Quizás algo cambié, pero los que me conocen saben quién soy. Cuando era más chico, nos juntábamos en un café con mi viejo, sus amigos, mis amigos. Cuando puedo, voy a ese café. Llego y sé que no se espera nada de mí más que el hecho de que sea yo. Saben que soy callado. En esos lugares soy el hijo de Perico, el hermano de Duilio y el amigo de Leo.
P: ¿Se puede encontrar un amor “para toda la vida” o no existe?
R: No es algo en lo que pienso. Si vos me hablás del ideal de conocerse e ir volando por ahí, sería increíble... ¡o no! Hay parejas que pasan toda su vida juntas y, cuando te enterás del día a día, te preguntás por qué no se separaron. Hoy disfruto de la buena compañía, de ser bien querido y de querer bien. Hoy conozco el amor más puro del planeta y es el que se puede tener por una hija. •
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