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Fede Cyrulnik habla sobre por qué la astrología reemplazó a la religión

Nos hace reír en las redes a partir de la astrología y tuvo su propia revolución solar: hace seis meses nació su hija, India, que dio vuelta su mundo, sus creencias y sus sueños para 2023.




Siendo virginiano..., ¿te cuesta que la vida rompa tus propias estructuras o planes para el año?

En muchas cosas sí y en muchas no. La parte obsesiva que tengo de Virgo no necesariamente la ubico en “no estoy preparado para los cambios”. Sino que cuando aparece algo nuevo soy muy obsesivo con eso o a veces soy obsesivo con que aparezca un cambio. La obsesión a algún lado va a ir. 

Pero la obsesión virginiana típica la tenés... 

Sí, yo no creo en la astrología como fe, sino que es una gran excusa para enfocarte en algo de las personas y para enfocarte en algo para cambiar, para mejorar, algo para observar, algo para vincular. Es una gran herramienta para leer, para abrir, para charlar, para disfrutar, para comunicarse.

La astrología es una de esas tantas respuestas que tenemos los humanos para intentar explicarnos... 

La astrología te dice: “Vos te despertás a las 4 de la mañana a bajarte un alfajor porque sos de Tauro”, no porque estás ansioso y tenés que ir al psicólogo. Listo, sos de Tauro, ya está resuelto. Eso trae la astrología, un poco de respuestas. Porque si nos hacemos tantas preguntas, entramos en un agujero negro como ver un documental de las estrellas que terminás turuleco. Decís: “Ah, ¿yo soy un punto en el medio de la fucking nada?, no, no, yo estoy acá y las estrellas quieren que yo aprenda algo porque tengo el ascendente en Escorpio”. Eso quiero, eso necesito.

¿Y de dónde nace esa búsqueda?

Como buen Virgo, yo necesito estructura para crear. A mí no me sirve mirar un lienzo en blanco para pintar. A mí me sirve que vos me digas: “Te pongo este semáforo y completá lo que queda” y yo con eso armo. Yo soy actor de improvisación y necesito reglas, juego, un reglamento... 

¿Hacías teatro de improvisación?

Sí. Trabajaba para la Liga Profesional de Improvisación (LPI), hacíamos match de improvisación, yo era parte del elenco. Yo me sentía cómodo improvisando porque tenía una estructura para jugar. “Terror, dos minutos, título: el conejo loco, en rima”. Tengo una estructura, puedo ser creativo. Ahora, si me decís: “Hacé lo que quieras, como quieras, cuando quieras, de la forma que quieras, siendo lo que quieras”. ¡No puedo ser creativo así! Necesito estructura. Los signos son esa estructura. Entonces te armo una serie de los signos. Se me ocurre que podemos poner a Sagitario y a Capricornio a jugar al golf porque Capricornio va a querer estructuradamente pegarle a la pelota y Sagitario va a ir corriendo tras la pelota gritando: “Soy un ser libre, quiero viajar como la pelota hacia otro continente y conocer gente nueva”. Listo, tengo una estructura para ser creativo y soy gracioso. Los signos me dan orden y a mí la estructura me da la libertad de ser creativo. 

¿Cómo era Fede de chico? 

Hasta los 12 años era de esos que vos ves por la calle y decís: “Este niño jamás se subiría a un escenario”. Jamás.

¿Por qué? ¿Por introvertido? ¿Por tímido?

Superintrovertido y tímido. Tímido porque no me animaba a hacer cosas e introvertido porque es mi naturaleza, soy callado, observador más que una persona que habla sin pensar tanto. De las dos cosas, la timidez se me fue, la introversión no. Sigo siendo introvertido, no soy más tímido. No hay nada que no me anime a hacer, sí sigo siendo una persona que se resguarda. Me vas a ver en una fiesta, en un lugar, en un evento, más bien en silencio, callado, porque soy así y me gusta ser así. Me gusta hablar y, al mismo tiempo, me gusta estar en silencio, tranquilo, y me gusta mirar.

Hay un gran poder que tienen los introvertidos en ese irse un poquito para adentro... 

A mí me parece que tengo la parte de observar, de entender, pensar solo en silencio, que me llame la atención algo de lo que vi y elegir entre todo eso qué me parece gracioso para salir a contarlo. Si vos me preguntás: “¿Cómo es tu día?”, 80% en silencio. Necesito estar en silencio y pensando para que cuando hable se acomode. No quiero estar en silencio siempre, ni quiero estar solo siempre, pero yo me veo 80% en silencio, 60% solo y lo otro con gente y hablando. No más. Yo caigo a una fiesta y soy genial, la paso increíble, pero ni en pedo soy de los que no se van. Soy de los que se van primero. Aparte, ahora que estoy entrenando, quiero despertarme a las siete de la mañana para ir a correr, ya está. 

¿Cómo llegó el running a tu vida? 

Empecé a correr a los 28 por la crisis de los 30, hace 12 años. Dije: “Le tengo miedo a la muerte, quiero estar mejor y no pensar tanto en esto”. Salí a trotar y dije: “Che, me hizo bien”. Y pensé que con esto podía vivir más años, me flasheó. Y al otro día salí a correr de vuelta, me sentí bien, me compré unas zapatillas para correr, un shortcito más serio y a los 10 meses, literal, corrí el maratón de Buenos Aires. Entrené, miré documentales, leí libros. Con Ricardo Cavanna, un productor que era mi jefe en ese momento, además es profe de educación física, nos juntamos un día y me armó un entrenamiento. Lo seguí como pude y fui a correr los 42 kilómetros a los 10 meses y los corrí en cuatro horas.  

Desde que empezaste a entrenar, ¿qué aprendizajes te trajo el cuerpo? ¿Y cuánto pensás que hay de cabeza?

Desde que empecé a entrenar mejoré todo. Siento que tengo más energía para levantarme, para estar, para dormir poco cuando me tocó, para tener calor, para tener frío, para moverme, para levantar una mesa o correr un mueble. Sentirme fuerte y sano a mí me hace bien a la cabeza. Me trae beneficios mentales, más allá de las endorfinas o la dopamina, que naturalmente generan bienestar. También esto de las no excusas:  vos pensabas que no podías y podés, pensabas que no llegabas y llegás, estando cansado pensabas que no podías más y podés. Miles de lecciones que da las trasladás a otras cosas. A una pareja, a un hijo, a un laburo. “Che, yo no podía hacer tal cosa, pero el otro día estaba corriendo, pensaba que no podía más... y pude”. Y hasta que no te pasó corriendo, por ahí no lo sabías. Nadie te enseña que se puede un poquito más y a mí me ayudó muchísimo eso. Después te genera mucho buen ego. Te da un ego satisfactorio, te hace sentir bien que podés algo que los demás pueden y no hacen. 

 

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