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Violencia estética: las 4 premisas que la sostienen

La escritora Esther Pineda G, autora de "Bellas para morir. Estereotipos de género y violencia estética contra la mujer", reflexiona sobre los ideales de belleza y los riesgos de los procedimientos estéticos.


Silvina Luna murió a los 43 años como consecuencia de una mala praxis.

Silvina Luna murió a los 43 años como consecuencia de una mala praxis. - Créditos: Redes sociales



La reciente muerte de la modelo y actriz Silvina Luna luego de padecer durante más de una década las consecuencias de un procedimiento estético que le realizó Aníbal Lotocki reavivó el interés, la preocupación y la discusión social en torno a los ideales de belleza, los riesgos de los procedimientos estéticos, pero sobre todo, de la realización de estos por parte de profesionales de la salud antiéticos e inescrupulosos quienes, en un afán de enriquecimiento, son capaces de llevar a sus pacientes a la enfermedad y la muerte, en el contexto de sociedades que exigen y demandan -principalmente a las mujeres- la realización de estos procedimientos y cirugías con el fin de responder a ese canon de belleza tan esperado y promovido.

Esta presión para satisfacer esos ideales de belleza es lo que he denominado violencia estética; esta presión puede realizarse de forma indirecta, por ejemplo, mediante la socialización de la idea de que la belleza es un factor definitorio, imprescindible e indivisible de la feminidad, pero también puede ejercerse de forma directa mediante la ridiculización, discriminación o exclusión de quienes no responden a ese canon de belleza.

Esta violencia estética se sostiene sobre la base de 4 premisas: el sexismo, el racismo, la gordofobia y la gerontofobia porque exige a las mujeres feminidad, blanquitud, delgadez y juventud.

No obstante, esta exigencia social de belleza sobre las mujeres en muchos casos es aprovechada por profesionales de la salud antiéticos -como decíamos- que, sin tener las credenciales y especializaciones necesarias en materia de cirugía estética, en instalaciones no habilitadas o suficientemente equipadas para la realización de determinados procedimientos o, conociendo los riesgos para la salud y las posibilidades de muerte ante la aplicación de productos no aptos para el uso médico como aceite vegetal, de automóviles, de avión, cemento, metacrilato, biopolímeros, entre otros, en su afán de lucro deciden someter a sus pacientes a este tipo de procedimientos.

Lotocki no es el único caso, aunque sí el más visible por el alcance mediático que logró acumular hace algunos años al convertirse en “el cirujano” de las y los famosos. Sin embargo, la realidad es que muchas mujeres, al igual que lo experimentó Silvina Luna, están viviendo severas consecuencias de salud, lesiones en sus cuerpos como resultado de estos procedimientos estéticos y, en numerosos casos, lamentablemente, muchas terminaron muriendo.

Ante esto, es necesario que como sociedad comencemos a realizar una reflexión sincera y profunda sobre los ideales y mandatos de belleza, pero sobre todo que comiencen a demandarse y realizarse los cambios necesarios a nivel de jurisprudencia para evitar que estos estafadores continúen poniendo en riesgo la salud y vida de las mujeres mediante la realización de procedimientos estéticos insalubres. Necesitamos decirle basta a la impunidad. 

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