Paola Krum: "Soy mucho más corajuda de lo que creía"
Durante cuatro años, hizo un impasse en su carrera; se conectó con ella misma, fue madre y conoció un tipo de felicidad que ignoraba; ahora, volvió al ruedo y transita un momento de plenitud
13 de mayo de 2011 • 14:34
La cita era en Martínez: martes al mediodía en los estudios de Telefe durante el break de grabaciones de El elegido, la tira que ella protagoniza. Definitivamente, no era el mejor de los planes para hacer una entrevista relajada con Paola Krum, mucho menos íntima.
Dimos vueltas y vueltas, pero no había demasiadas opciones: ella trabaja casi doce horas por día, y no daba para encontrarnos a charlar un fin de semana, porción de la agenda que reserva como potestad exclusiva de su familia: su marido, Joaquín Furriel, y su hija, Eloísa, de 3 años.
Recordábamos situaciones parecidas y nos agarrábamos la cabeza: bares ruidosos donde actrices incómodas y nerviosas recitan con apuro respuestas de casete. Pero (afortunadamente) la suerte desafió nuestros pronósticos y las cosas fueron muy distintas.
En la confitería que está donde alguna vez funcionó la "casa" de Gran hermano no había casi nadie, apenas un actor (Federico D’Elía) repasando un libreto en una mesa y unos adolescentes vestidos de colegiales en un sillón. En la tele, Zapping a un volumen aceptable.
Paola llegó puntual y muy tranquila. Al vernos, bromeó sorprendida: "¡En OHLALÁ! siempre se manejan en duetos! El otro día vinieron dos fotógrafas y ahora, dos periodistas".
Y así, después de la aclaración de rigor ("dar notas me da un poco de vergüenza, me siento medio ridícula, rara; esto de tener que hablar y que el otro te lea, digo, ¿por qué sería importante lo que uno piensa o hace? Qué sé yo. Pero bueno, es parte del trabajo"), entre cafecitos y tostados, fue sucediendo, se armó una charla de chicas.
¿Cómo estás, Paola?
Recontenta. Éste es un muy buen momento para mí. La maternidad es lo mejor que me pasó, no hay dudas: esto es la felicidad, y yo no la conocía. Cada encuentro con mi hija y el tiempo que estuve con ella son fundamentales y significan un antes y un después: con la llegada de un hijo, hay algo que se ordena diferente, mejor. No siempre es perfecto, y hay cosas que me siguen sucediendo igual que antes, pero una va mutando todo el tiempo, y yo siento que este último cambio me lleva hacia un lugar mejor.
¿Qué hacés ahora que no hacías antes?
Disfruto más de las cosas y de mi trabajo. Yo me tomé mi tiempo para volver, trabajo desde muy chiquita y con mucha responsabilidad: a los 19 años protagonizaba Drácula, por ejemplo, y más allá de que era teatro, tenía mucha responsabilidad sobre el escenario. A partir de ese momento, mis espacios siempre fueron de mucha exposición y no tuve tiempo de un crecimiento más paulatino.
¿Por qué decidiste hacer un parate laboral de tantos años?
Paré porque tenía muchas ganas de ser madre. Me tomé mi tiempo, ¿eh?, fui madre a los 37 años y, cuando sucedió, estaba tan llena de deseo que lo único que quería era estar ahí. De hecho, me costó mucho salir del búnker amoroso, de esa especie de cápsula amorosa.
¿Y cómo lo venís llevando?
En realidad, un poquito me obligué a salir, porque me parecía que era importante para las dos, para Eloísa y para mí. Y una vez que lo hice, me di cuenta de que había recuperado el placer que me da mi trabajo, que lo había olvidado o no sé si alguna vez lo había sentido así.
A veces, cuando hay un hijo en casa, ese tiempo que no estás con él tiene que valer de otra manera para que se justifique, ¿no?
Sí, pero también es lindo cuando volvés y te encontrás con tu hija de otra manera. Yo antes tenía una actitud más torturada en lo laboral, de mucha exigencia, como que era una cosa de vida o muerte...
Como mamá, ¿también sos así de exigente?
No, soy muy relajada. Es muy natural, no planeo mucho las cosas. Voy viendo si me gustan más o menos, pero también intento ver quién es mi hija más allá de mí, de lo que yo quiera o me proponga.
A partir de los 30, se empieza a sentir más la presión de la maternidad. ¿Vos lo sentiste?
No, la verdad es que no lo había pensado hasta que empecé a sentir el deseo. No creo que haya sido algo anterior, porque si no, habría sido madre más chica. Digo; podría haberme embarazado antes.
En ese tiempo que te tomaste de "licencia", ¿fuiste mamá 24 horas? ¿O también te lo tomaste para vos individualmente?
Fui madre full time porque no tenía nadie que me ayudase. Me encantaba quedarme todo el día con ella, la pasé muy bien durante ese tiempo. Y creo que fue valioso para Eloísa. Ahora estoy mucho tiempo fuera de casa, pero no veo un cambio negativo en ella. Y a veces paso todo el día sin ella porque encima estoy lejos acá (en Martínez) y no puedo hacerme una escapada.
Hasta empezar con las grabaciones, ¿estabas, literalmente, todo el día con ella? ¿No hacías ninguna actividad?
Tomé clases de pilates hasta el final del embarazo. Es más: el día que parí, fui a una clase. Y hacía todo, también iba a yoga; durante el embarazo la pasé genial. Después, al tiempo de haber parido, la profesora venía a mi casa. Era un poco complicado porque le pedía que me ayudara, yo hacía los ejercicios mientras ella tenía a la beba en brazos, era un papelón. O hacía toda una movida previa para que se durmiera y no lo lograba nunca. Al mismo tiempo tomaba clases de inglés, pero todo sucedía en casa. El otro día, me acordé de los primeros días que salí con la beba, era algo tan vulnerable, salís con el cochecito y sentís que las calles están tan desparejas...
¿Salías sola? Porque a vos no te gusta mucho la exposición pública.
Pero yo hago una vida normal: a la última marcha del 24 de marzo, me llevé a Eloísa en el subte. Para mí, es importante no caer en esa cosa de encierro.
¿Te interesa la política?
Sí, me interesa. Ahora siento un interés creciente, sobre todo porque hay algo nuevo, las decisiones van a parar a algún lugar y las personas están hablando de algo. Hay diferentes ideas y todas pueden convivir; se respira una sensación de empatía, como en estas marchas, donde están todos por lo mismo, y es muy emocionante. Tiene que ver con la política, con creer en algo, eso me entusiasma. Es algo bastante nuevo en mí.
¿Involucrarte en algo de derechos humanos tiene que ver con el papel que hiciste de hija de desaparecidos?, ¿eso te llevo a acercarte a este tipo de problemática?
No en ese momento. En general, los personajes te acercan a ciertas cuestiones, te produce interés lo que tenés que contar y se abre un nuevo espacio en tu vida. En este caso, yo me interesé y participé, pero me sentía un poco hipócrita si hacía un uso demagógico con respecto a eso. Incluso podría haber sido bien visto, pero no era mi interés. Por eso me parece que la marcha del 24 está buena, porque tiene que ver con que estamos todos juntos ahí, siendo parte de algo en lo que creemos de manera genuina.
Si los personajes a veces te conectan con intereses nuevos, el papel que hacés en El elegido, ¿te trajo algún tema?
Bueno, algo de lo que hablábamos recién... Mariana es muy idealista, y hay algo heredado a través de su padre: un montón de causas y de ideología, y entonces es como si su cabeza estuviera dividida entre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, lo moral y lo inmoral.
En los últimos capítulos, se vieron escenas con mucha violencia de género, con golpes e intento de violación. ¿Qué te pasó con eso?
Bueno, cuando yo elegí hacer este programa, fue porque me habían contado que la protagonista no iba a ser la típica heroína, que un poco me aburre. Pero en el caso de la violación, hubo una duda. Era fuerte meter a la heroína en toda esa circunstancia y hubo mucho temor al respecto. Finalmente, ella no es violada, hay un intento y hay violencia, y está buena esa cosa intermedia, porque fue terrible lo que le pasó, pero, al mismo tiempo, tiene la capacidad de recuperarse. Mariana puede pararse nuevamente y seguir en su lucha. Estuvo muy bueno que se contara como se contó, de una manera tan descarnada. A mí me permitió, como actriz, meterme en lugares que son impensados para una heroína.
La verdad es que nos sorprendieron la cantidad de notas en los diarios y los comentarios en la radio sobre lo cuidada que estuvo la escena.
Sí, me llamó la atención la reacción de la gente. El otro día, fui a grabar a una plaza y las mujeres se me acercaban llorando, en ellas había mucha identificación, no de cuestiones personales, sino de género. Hacer la escena fue durísimo, fue todo un día en el que el personaje era golpeado, literalmente, arrastrado por el piso, fue heavy, terminé llena de moretones. La verdad es que estoy muy satisfecha con el resultado.
Tenerlo a Pablo Echarri de productor, ¿cambia la relación de pares que tenías con él?
Al principio, yo tenía esas sospechas. Además, como nos conocemos desde hace tanto tiempo, pensé que sería raro, ¿no? Que él se pusiera distinto, o no saber cómo hablarle... Pero hay algunas conversaciones que no las tengo con Pablo, hay otros productores. Y la verdad es que la relación no cambió en nada, es cada vez mejor. Nos conocemos desde hace muchos años y es muy fácil trabajar juntos.
¿Son amigos fuera de la tele?, ¿sus familias se conocen?
Sí, yo soy muy amiga de Nancy, nuestros hijos también se conocen.
Cuando vos tenés escenas de sexo con su marido, ¿no hay una cosita con Nancy...?
Yo, cuando me encuentro con Nancy, no percibo nada de eso. Además, si ustedes pudieran ver o estar ahí, desnudas y metidas en una cama de un set, se darían cuenta de que es imposible que te pase nada.
¡Lo que suena imposible es que a una no le pase nada estando desnuda con Pablo Echarri!
Pero con todos los camarógrafos ahí, vos sólo pensás en vos, estás pendiente de tu cuerpo y de que hay otros viéndote. De repente, tenés un técnico con una cámara a centímetros de tu cola: "Chicos, por favor, no quiero una intravaginal".
¿Cómo te llevás con el Twitter? Vos tenés uno, ¿no?
¡No soy yo! Me contó María Carámbula que hay dos. Pero ninguna soy yo. No me llevo bien con la tecnología. A veces me gustaría colgarme un poco más en la compu, hay gente que está todo un día con la compu, ¿qué hacen?
Se conectan con gente, hacen las compras...
Yo voy al súper, me gusta ir, y ahora que manejo, es todo más fácil.
¿Hace poco que manejás?
Sí, empecé ahora. Durante mucho tiempo, tenía registro pero no manejaba. Lo que me mata son las creencias que una tiene: "Nunca voy a manejar, no sirvo para eso", nos enseñaron que las mujeres somos un desastre, que es cosa de hombres. Pero nosotras podemos tener la cabeza dividida en mil espacios diferentes y justamente manejar es eso, disociación. Yo ahora ¡disfruto tanto de manejar! La verdad es que soy mucho más corajuda de lo que creía.
Al trabajar con la imagen, ¿te cuidás mucho el pelo, la piel...?
Siempre hago algo físico; ahora, con el trabajo, es más difícil, pero siempre hago algo que me gusta. Me encantan el yoga y pilates. A los 40, es hora de cuidarse, es hora de ir a una dermatóloga, así que empecé a ir...
¿Antes nunca habías ido?
Iba una vez por año, me daba unas cremas y cuando se me terminaban, se me terminaban, iba con poca creencia.
Ahora, además de creer, ¡le rezás a la dermatóloga!
¡Claro! Ayer fui a un lugar que era como un centro de estética; me dijeron que hacen cosas para el cuerpo y bueno... Me parece que estuvo bueno porque no es magia; pero sí, algo hay que hacer, los 40 son un momento especial para la mujer.
¿Seguís pensando, como alguna vez dijiste, "cero cirugías"?
¿Yo dije eso?
Sí, en una nota.
No sé, qué sé yo, hay que ver. Yo creo que mi profesión es muy exigente en ese sentido; no me puse botox ni nada y a lo mejor tendría que estar poniéndome, porque de pronto veo a algunas actrices y no me gusta cómo les queda, pero también veo a otras que me encanta cómo están, sé que se hicieron pequeñas cosas y que están divinas, así que hay que ver cada caso en particular.
¿Te pegaron los 40?
Me pegaron, pero bien. Siento que tengo que estar conectada más que nunca conmigo y con lo que deseo, porque la vida no es eterna. Hay algo de la finitud, empezás a ver que las cosas terminan: los afectos, las personas y uno mismo. La vida no es tan larga, no es para siempre, y entonces...
¿Y entonces vas a un centro de estética? (Risas.)
¡Sí! Nos lo podemos tomar a risa, pero es un poco el adentro y el afuera. No sabés por dónde empieza, pero te sentís más linda y, en definitiva, se trata de un todo.
Por Carola Birgin y Violeta Gorodischer
Fotos de Paula Teller y Anahí Bangueses Tomsig
Producción de Carol Schmoisman
Fotos de Paula Teller y Anahí Bangueses Tomsig
Producción de Carol Schmoisman
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