
Regalar es un arte
Dar y recibir es hermoso, pero no siempre resulta fácil; si te estresás con el tema, no dejes de leer esta nota
14 de diciembre de 2011 • 17:01


Créditos: Corbis
Por Rodolfo Vera Calderón (experto en protocolo)
En esencia, regalar es demostrar el cariño de una forma material. Hasta ahí, todo divino. Pero en el medio, hay matices que pueden volver el asunto un poquito complicado: cuando hay que regalarles algo a personas lejanas, cuando no sabés qué elegir para la ocasión, cuando el presupuesto no alcanza, cuando te invitan a una comida... En fin: hay quienes se ponen tan nerviosas con el tema que, al final, la terminan pifiando. Si es tu caso, no desesperes. Emily Post, conocida en los Estados Unidos como "la reina de las buenas maneras", dice en su libro Etiquette que lo primero que hay que considerar cuando hacemos un regalo es el placer que vamos a ocasionar con él y no la incomodidad. Nada mal como primer consejo. Acá, otros cuantos que pueden serte muy útiles en esta época del año.
¿Qué le compro?
Antes de comprar cualquier regalo, es imprescindible tantear el gusto de la persona a quien se lo vas a dar. Si es alguien cercano a vos, pará las orejas y tratá de registrar qué cosas llaman su atención en los días previos (los comentarios sobre ropa o consumos culturales son temas casi obligados en cualquier charla cotidiana). Si, en cambio, no tenés mucha confianza, tranquila: siempre hay algún must que te hace quedar bien. ¿Los básicos? Flores, libros de arte, chocolates, vinos y licores (esto último siempre y cuando el otro no esté a dieta, obvio).
Un toque personal
Para sumar ese detalle "que hace la diferencia", podés envolver el regalo vos misma. En Japón, por ejemplo, existe el furoshiki: una tela cuadrada, de seda o algodón, que sirve tanto para el transporte y el almacenamiento de cosas como para envolver regalos (si querés saber más detalles, entrá en www.furoshiki.org.ar ). Todo un arte eco-friendly que, además de darle tu sello, permite reutilizar la tela y no desperdiciar papel. Por supuesto, dejá siempre la etiqueta (nunca el precio) o un ticket de cambio del lugar donde lo compraste.
Cuando te invitan a comer
Si vas a un asado o a una cena, tenés que llevar algo como forma de agradecer la hospitalidad: una botella de vino o champán, un postre helado o, por qué no, algo rico que hayas hecho vos misma, como una torta o un budín. Ojo, si los anfitriones te piden que lleves algo específico, quedás excusada. También está bueno que si invitás vos y te regalan algo que luego tenés que devolver (un postre en un molde que no es tuyo, por ejemplo), agregues el detalle de un obsequio, o por lo menos una notita de agradecimiento.
Ausente con aviso
Si fuiste invitada a un festejo importante (sea Navidad, cumpleaños, aniversarios o casamientos) y no pudiste ir, corresponde que mandes un regalo en el caso de que la persona que festeja sea importante para vos. Si no sentís un especial afecto ni tenés ningún tipo de compromiso pero sospechás que te incluyeron en la lista con el fin de que mandes algún tipo de presente, no tenés por qué sentirte presionada. Relajate: con una tarjeta cariñosa es más que suficiente.
Si no te gusta
Si te regalan algo que no te gusta, tratá de tener exactamente la misma reacción que si te regalaran dos pasajes para un crucero por el Sudeste Asiático. La habilidad de aparentar sorpresa o agrado es, a su vez, otro regalo: el que das a cambio del que te hace el otro, así sean unas pantuflas de peluche de color rosa. Si tenés muchísima confianza con la persona, siempre está permitido sonreír y decir: "¡Qué lindo!", con cierto gestito irónico y la esperanza de que, la próxima, te dé algo un poco mejor.
Ni muy muy, ni tan tan
Un punto importante: los regalos siempre tienen que ser acordes con tu presupuesto. No tienen que causar angustia ni ser una manera de presunción. Si venís mal de efectivo, tené en cuenta que, cuando hay afecto, unas ricas galletas homemade en un lindo packaging son perfectas, sea quien fuera el homenajeado. En el caso contrario, si estás holgada y elegís un regalo como para la duquesa de Alba (bueno, eso sí que sería difícil), ni se te ocurra hacer alusión a que te costó una fortuna: es de pésimo gusto.
Reparar "errorcitos"
Hay veces en las que regalar un pequeño detalle, como una regia caja de bombones, puede funcionar a modo de disculpas. ¿Por ejemplo? Cuando no cumplís un compromiso, cuando dejás colgado a alguien, cuando vas a una fiesta y tomás de más, cuando llevás a tus hijos a jugar a casa de una amiga y le destrozan los adornos del living. En definitiva, en todas las ocasiones en que el sentido común te lo indique. Seguí tu instinto: en estos casos, es difícil equivocarse.
Costumbres orientales
Si hay un país que le da al regalo la importancia que se merece, es Japón. Lo fundamental es lo que rodea al acto de regalar: el envoltorio, el motivo y los detalles. También hay cosas que prefieren evitar:
- Cuchillos, tijeras y abrelatas: para ellos, significan rotura, separación, corte de relaciones.
- Flores que se usen en ritos funerarios, como los crisantemos blancos.
- Ropa interior: no está bien visto regalar prendas que toquen las partes más íntimas del cuerpo.
- Artesanías hechas por uno mismo. No son demasiado apreciados los regalos self made.
¿Qué tipo de regalos te gusta hacer? ¿Cómo te organizás para comprarlos?
¿No sabés qué regalar? No te pierdas la nota de Regalos de Navidad .
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