A los 37 años, volvió a la tele y se prepara para cumplir el sueño de su vida: lanzar un disco. Nos cuenta cómo se corrió del lugar de la mujer fatal para dedicarse a lo que le hace bien.
Suéter de hilo (Paula Cahen D’anvers, $1410), Colgante de metal bicolor (Ginger, $256) - Créditos: Martín Pissotti. Producción de Carol Schmoisman.
Hace mucho que Romina no da notas. Decidió alejarse de la imagen de mujer sexy y atravesó una crisis que, asegura, la situó en otro lugar. Hoy, de vuelta en la televisión con una tira diaria y a punto de lanzar un disco, se sienta a charlar por primera vez con nosotras sobre lo que dejó y encontró en este tiempo de reflexión y aprendizaje.
Es la primera vez que sos tapa de OHLALÁ! Siempre que pensamos en vos, terminamos diciendo que no porque nos dabas muy mujer fatal...
Tenía otro estilo, es verdad. Pero hace tres años que busco cortar con esa imagen de mina sexy que había generado... Empecé a correrme de eso, porque yo, básicamente, cambié.
¿Y qué desencadenó ese cambio?
Empecé a oír cada vez más fuerte algo que resonaba dentro de mí. Sentía que tenía ganas de hacer otras cosas. Hacía 17 años que trabajaba en tiras sin parar, y necesitaba hacer una pausa, dedicarme a otras cosas más allá de la televisión. Cuando terminó Herederos de una venganza, dije: "Es el momento".
Y este cambio, ¿cómo te afectó?
Fue algo muy personal. Con replanteos del estilo "¿para qué elegí esta profesión". No preguntaba "¿por qué?" sino "¿para qué?". Me pasó que me empecé a ver en notas donde se mostraba esa parte sexy que ya todo el mundo conoce, o está plasmada en los personajes de las telenovelas, y me generaba una pelea interna de decir "yo soy más que eso". Ahora veo que no supe correrme a tiempo y decir "hay otra cosa más allá de la chica que puede salir sexy en ropa interior en la tapa de una revista". Creo que dejaba que eso pasara porque me quedaba fácil, porque los personajes de televisión se abocaban mucho a eso y porque también el público compra ese producto y no quiere sacarte de ese lugar por más que lo intentes.
También viviste una búsqueda espiritual muy fuerte, ¿no?
Hace más de 10 años que estudio metafísica. Fue surgiendo de la nada, un libro que te llega, cursos, seminarios... Ya después me fui metiendo muchísimo, durante la semana grababa y los fines de semana hacía mil talleres. En esa búsqueda fue cuando surgió la contradicción de decir "¿cómo convive esa femme fatale que muestro con todo lo que tengo adentro?". Ponía una especie de coraza y no le prestaba atención. Pero cuando la imagen se hizo clara, decidí moverme. Me paré en otro lugar y descubrí que todas las facetas pueden convivir: la mina espiritual, la trabajadora, la sexy, la amiga, la compañera, la novia...
¿Y en qué disciplinas o métodos buceaste?
Melquisedec fue el primer método de meditación que empecé a estudiar, y en paralelo trabajé con Gaiadon, que es una maestra que viene de la India a dar talleres puntuales. Pero muchas de las disciplinas o de las herramientas de búsqueda las encontré en los viajes. Soy de viajar mucho y siempre las culturas maya, inca y azteca me interesaron mucho. Muchas de las canalizaciones y meditaciones, y hasta de la metafísica cuántica, tienen que ver con esas culturas, por eso suelo ir mucho a Centroamérica.
¿Vas sola?
Sí, me gusta viajar sola y disfruto muchísimo. Me encanta hablar con gente, poder ser una más y mezclar los tiempos como quiero. A veces voy con poca organización y en otros casos armo el tour desde acá porque hay algunas zonas de Centroamérica que están complicadas. Igual, me mando a todos lados... Crucé de México a Guatemala en canoa, en Colombia me quedé durmiendo sola en el Amazonas. Fue un momento de transformación groso. Ese viaje, que lo hice justo en este tiempo de quiebre, me ayudó para decir: "No sé lo que quiero para mi vida, pero no quiero actuar desde la conveniencia, no sé si quiero seguir en tele, no sé si grabar un disco o volverme directora, no sé si me voy a casar y me voy a dedicar a mi familia".
Sombrero calado (Compañía de sombreros, $760) - Créditos: Martín Pissotti. Producción de Carol Schmoisman.
¿La crisis te liberó?
Sí, fue una crisis muy buena, como toda crisis que te gira 360°. Aprendí mucho de la gente que me rodea y también de las propias sombras. Hizo que empezara a enorgullecerme de mis errores, de todas esas luces y esas sombras que una tiene, abrí un portal interesante para que viniera lo que tuviera que venir.
¿Qué encontraste ahí que te haya hecho estar orgullosa de vos?
Soy sincera, soy verdadera, ya no la careteo más, ni a mí misma. Cuando veo que perdí, perdí y me la banco, y cuando veo que algo está bueno, está bueno y le doy para adelante. En este año en el que además falleció mi papá, y me encontré en un lugar de orfandad, de alguna manera, sentí que había surgido en mi una cosa instintiva, animal, algo que me empujó a dejar de hacer las cosas que no me gustan y dedicarme a lo que me hace bien. Ya no voy a estar con alguien ni hacer nada por conveniencia.
En concreto, ¿qué cosas activaste a partir de esta crisis?
Estuve durante tres años alejada de la tele, dejé de hacer notas en bolas, y después de todas estas vueltas, ahora estoy en otro lugar. Para empezar, grabé un disco, algo que quería desde hacía mucho. Era el sueño de mi vida. Hacía 10 años que venía con la idea de armar una banda. Tomé clases de canto, cuando podía hacía baile, y hace un año y medio que me dedico a full. Empecé a producir un disco con Oscar Righi, que fue el primero que me dijo "ponete a componer", y así fue como el papel en blanco, que para mí antes era como un abismo, empezó a llenarse de canciones. ¡Y ahora ya se está mezclando en el estudio de Santaolalla, en Los Ángeles! increíble. Además, dirigí un videoclip de Bersuit, y hasta me llaman ustedes para hacer esta tapa para OHLALÁ! Quizás hace cinco años, por la imagen que mostraba, era difícil que encajara dentro de esta revista. Y ojo que muchas veces me pasó de decirle a algún maquillador o productora: "Qué ganas de hacer una nota en OHLALÁ", porque es una revista que consumo, pero veía que no me llamaban y suponía que era por esto que les digo, era muy fuerte la imagen de mujer sexy.
Por un lado, iba todo tu laburo interior, y por otro, lo que mostrabas.
Total. Y ahí empezás a preguntarte: "Qué estaré mostrando yo para que la gente me vea de tal o cual manera". Yo no soy eso, o quizá sí. Por ahí lo fui durante un tiempo o quizá todavía sea una parte de mí, pero solo una porción, no soy solo eso. Admiro a la mujer que es mujer por lo que es, por lo que piensa, por lo que hace, más que por el envase o los patrones sociales. Y esa es la mujer que quiero ser, por eso me corrí del lugar de la mujer objeto.
También imagino que te debe haber dado miedo dejar eso que te funcionaba, que vendía.
No sé si era miedo, era no saber correrme. O no tener un representante que dijera: "Tenés tu back up como actriz o como persona, no hace falta esto".
Claro, dejá de mostrar el culo y mostrá tu cabeza.
O tu talento, o lo que sos. El otro día, estaba escuchando a una diseñadora argentina que hablaba de esto. Definía a la mujer que se viste con su ropa, decía que era una mujer que puede tener un look relajado y seguir siendo sexy, y dije: "Claro, es genial", y es lo que me está pasando. Una mujer es interesante por lo que piensa y por cómo ella se sitúa en la vida, no por lo que se pone.
Igual, todos los cañones apuntan a mostrar otra cosa.
Todo el tiempo, de hecho, en el tercer capítulo de Día y noche salí con doble push up y hacía de prostituta. Cuesta un huevo, y más siendo televisión.
Pero está en nosotras las mujeres decir "bueno, basta".
Es así. Te hice de prostituta, me vestí, me puse la peluquita, te hice todo el juego, ya está. Ahora dame qué leer y qué actuar. De hecho, una de las obras de teatro que hice era todo lo opuesto a lo que se puede ver en televisión; en la última estaba tapada íntegra con vestuario de Pablo Ramírez. Apuesto al teatro y al disco para mostrar todo lo que no se ve en la tele.
Camisa sin mangas (Clata, $800).Gafas (Infinit, $1900), traje de baño (Caro Cuore, Consultar precio) - Créditos: Martín Pissotti. Producción de Carol Schmoisman.
¿Qué te empujó al disco?
Muchísimo. Mi viejo hubiese soñado con ser músico. El disco lo hice y lo llevo a cabo en su nombre. Fue decir: "Bueno, quiero ser feliz". ¿Y cuál es el termómetro de que vas por el buen camino? La felicidad; si sos feliz, vas por el buen camino; si algo no te hace feliz, no vas bien, ni con esa persona, ni con ese laburo, ni con la tapa en ropa interior, ni con nada. Y también un poco asumir el cuerpo que una va teniendo, asumir los años, la madurez. Me acuerdo de que el año pasado, cuando estaba haciendo teatro, vino un periodista y me preguntó: "¿No tenés miedo de que otras chicas más jóvenes ocupen tu lugar?". No, al contrario, me parece que está bueno ir cambiando. Me gusta tener un pensamiento de abundancia, saber que hay lugar para todos.
¿Toda esta manera de ver las cosas surge recién ahora?
Y, lo de mi viejo fue decisivo. También me hizo descubrir a las personas que tenía alrededor, ver cómo se cayeron varias caretas. Redescubrir con quién contás, quién te hace bien y quién no. Yo no suelo poner el error en el otro. El mal momento o que una persona te desilusione no solo depende del otro, una también está involucrada en eso, ¿no? Decir: "Bueno, yo no quise ver. También fui yo la que me dejé traicionar".
Este año se habló de que estabas con ataques de pánico. ¿Pasaste por eso también?
No, no fueron ataques de pánico. Bah, no sé qué fue. Es que cuando mi papá falleció, yo estaba en el sur filmando un documental. En cuanto me avisaron, vine para acá, lo cremamos y tuve que volver a filmar a los dos días. Me quedaban 15 días de filmación. No sé ni cómo pude transitar ese tiempo, estaba como anestesiada. Además, la temática era súper fuerte, caminaba todo el día en la montaña, hablaba con distintos pobladores sobre qué es Dios, qué es la vida, toda una movilización espiritual. Y en el último capítulo se reunían todos los entrevistados para la despedida. Treinta minutos antes de filmar eso, a mí me agarró un ataque de llanto, no quería despedir a nadie más... De ahí, me fui al avión directo, y cuando llegué... Yo nunca había sufrido ataques de pánico, pero tenía amigas que sí y me empezó a pasar todo eso que dicen que te pasa. Se me empezaron a dormir los brazos y tenía mucho miedo, mucho, mucho miedo, y pensé: "Ay, debo estar pasando por un ataque de pánico".
Sensación de angustia, ¿no?
Una angustia muy fuerte. Creo que en ese momento se me mezcló todo. A los 10 días de llegar, tenía programado grabar el disco, pero se contraponía mucho con mis emociones. También entré en un estado de pánico, el miedo a realizar el sueño de mi vida, sumado a que nunca pude procesar lo de mi viejo. Terminé el disco y arranqué con la tira, o sea que todavía sigo medio...
Todavía estás viviendo el duelo...
Básicamente, tengo ganas de llorar todos los días. Pero nunca paré, no supe poner un stop. Podría haber bajado y grabar el disco más adelante, lo que pasa es que estaba todo, los músicos, los demos grabados, era como decir... "este hijo tiene que nacer". Creo que fue mucho por eso. Y no me hice cargo del momento, todavía lo estoy transitando.
¿Todo lo que habías estudiado te sirvió para poder transitarlo mejor?
Sí, para entender qué significa la muerte, el trascender e ir a otro lugar.
Vestido de algodón (Paula Cahen D’anvers, $545) - Créditos: Martín Pissotti. Producción de Carol Schmoisman.
¿Sos creyente?
Creo en Dios, a mi manera. No creo en la Iglesia, pero sí en la energía divina, en el universo, en que si una está abierta y es positiva, la vida te devuelve lo que das.
Y hacia el futuro, ¿cómo te ves?
Tengo muchas ganas de formar una familia, me veo madre, me encantaría. Lo que pasa es que soy una mujer muy independiente, no soy de las que están esperando que venga alguien a salvarles el futuro. No me reflejo en ese prototipo de mujer ni a palos. Y la verdad es que no es fácil encontrar alguien que te entienda desde este lugar. Igual, no me desespera, nada me corre. ¿La maternidad? Eso sí, aunque tenga muchísimas ganas, solo lo haría si antes encuentro un compañero. Muchas veces, otras mujeres me dicen: "Tenelo, si total el bebé es tuyo y lo crias vos", pero ese no es el concepto de familia que tengo. Para eso no tengo un hijo, no lo traigo al mundo. Si no me toca en esta vida ser madre, no lo seré, pero no quiero ser madre soltera. De tener que elegir, prefiero congelar óvulos, ponele. No sé si lo haría, es un pensamiento en voz alta. Pero es algo más genuino. Si tanto miedo me da y tantas ganas tengo, de última hago un tratamiento, congelo y cuando tenga un hombre, un compañero, me van a estar esperando, y son los míos. Pero bueno, tampoco es que todas las mujeres vienen al mundo para ser madres, quizás ese no sea mi karma.
¿Y cuál sería tu karma?
Creo que salir a cantar es un karma que tengo que transitar, porque siempre le tuve mucho pánico a hacerme cargo de mi propia voz. Ahora estoy tomando las riendas, dejando los miedos y prejuicios de lado, haciéndome cargo de lo que soy y de lo que no soy.
¿Qué te pareció la entrevista a Romina Gaetani? Nuestra nota de tapa anterior fue Muriel Santa Ana, lee la entrevistaacá.