Sabrina Garciarena: “La maternidad te da fuerza para poder con todo"
La encontramos en pleno postparto y, obvio, hablamos de cómo vive hoy su maternidad. Pero también de su espíritu independiente, del equilibrio y de cómo aprendió a dejarse cuidar.
MUSCULOSA DE ALGODÓN ORGÁNICO (CÚBREME, $940). - Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gandola
Nos encontramos con Sabrina en un bar de Palermo un viernes a la tarde. Pensábamos que iba a venir con el pequeño Beltrán, de apenas 3 meses, y que íbamos a alternar la charla verborrágica con la ternura que siempre traen los chicos. Pero nos sorprendió: es tan organizada que dejó todo listo para poder escaparse un par de horas de su casa –sí, nos colgamos hablando casi dos horas–.
Y así, entre las risas, las limonadas y el té, descubrió la sensibilidad que merece estar en la tapa de este mes para contar la maternidad y para sumarse a nuestra campaña #Postpartoreal, con la que buscamos reivindicar el valor, el cansancio y la sensibilidad de ese momento tan especial que vivimos luego de tener un hijo. Y con esa misma serenidad nos ofrece abrirnos las puertas de su casa para hacer las fotos y posar en una tapa potente con sus dos varones –el otro es León, de 3, ambos hijos de su amor con Germán Paoloski–.
¿Cómo estás?
Estoy feliz. Mucho más cansada y preocupada por un montón de cosas que antes no me preocupaban, pero mucho más feliz.
¿Qué te preocupa?
Ahora, organizar la rutina de los nenes. La carrera del actor es muy cambiante y la de los nenes no tiene por qué ser así. Me preocupa tener todo armado por si surge algo. El año pasado, grababa la novela de 6 a 18: me iba cuando León todavía estaba dormido pero dejaba preparada la ropa para el jardín y la mamadera. Germán lo levantaba y lo llevaba al jardín. A la tarde, ya volvía yo y le daba todo mi tiempo.
¿Sos una madre culposa?
Un poco sí, pero eso no me impide querer hacer mis cosas. Creo que soy una buena mamá.
sabrina VESTIDO (YAGMOUR, $899), CAMISA DE JEAN (JOHN L. COOK, $1575). Beltrán PANTALONCITO DE HILO (PIOPPA, $898). - Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gandola
¿Qué es para vos “ser una buena mamá”?
Yo tuve la suerte de tener una mamá que me dio mucho amor y cuando crecés con amor, creo que no es necesario pasarte las 24 horas pegada a tu hijo. Pienso que ser una buena madre es darle tu tiempo cuando estás con él.
¿Te considerás una mamá intuitiva o sos más de leer teoría?
Claramente, soy una madre intuitiva. Yo me re preparé; cuando estaba embarazada de León leí de todo, pero después la práctica es otra cosa. Y también te podés equivocar con la intuición porque por ahí terminás sobreprotegiéndolo, ¿no?
Ya volviste a trabajar, ¿por qué decidiste no parar tanto esta vez?
No sé, se dio. Quique Estevanez es como de la familia, y un día estaba en casa y vino Sebastián, su hijo, y me dijo: “Te traje un regalo”, me dio un guión y me preguntó: “¿Te divierte hacerlo?”. Era una participación en Golpe al corazón. Y le dije que sí: tenía que hacer de embarazada, así que era perfecto, porque de otra manera no me habría atrevido. Como actriz, pesaba entre 47 y 50 kilos, y de repente estaba en 66...
¿Cuánto engordaste en este segundo embarazo?
Y, no sé... Como 17 o 18 kilos, que en mí, que mido 1,60, se nota... Igual, me relajé en los dos embarazos. Cuando tenía hambre, comía.
Y ahora, con la lactancia, ¿estás bajando de peso?
Para mí, lo de que dar de mamar adelgaza es un mito: entiendo que hay gente a la que le pasa, pero a mí no me pasó. Bajé 14 kilos en el parto y postparto inmediato, pero todavía tengo algunos ahí dando vueltas. El obstetra me dijo que me iba a costar bajar los últimos y es verdad: hago una dieta, voy al gimnasio..., pero acá están.
Igual, está bueno darse algo de tiempo para volver al cuerpo, ¿no?, bajar un poco la exigencia, bancarse los estados...
Te cuento lo que me pasa a mí. Yo nunca hice dieta salvo cuando tuve que hacer algún trabajo puntual que me lo exigía. Pero si no tenés una motivación específica, es difícil ir a entrenar o dejar de comer algo que te gusta: es un bajón por donde lo mires. Pero antes de este último parto conocí a una endocrinóloga que me enseñó a comer sano, en porciones, y a no privarme de nada. Me parece que bajar abruptamente de peso no es una buena idea porque, más allá del rebote, después el cuerpo te pasa factura. Me interesa mucho el tema de la alimentación, de saber qué le estás dando a tu cuerpo.
TOP LARGO DE HILO ORGÁNICO (CÚBREME, $1700). - Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gandola
Y a nivel emocional, ¿cómo te pegó este postparto?
Lloraba, me dolía todo. El postparto es complicado, tanto con León como con Beltrán me pasó lo mismo: los primeros días, cuando vuelvo a casa después de estar en la clínica, me pasa que me pongo a llorar por todo. Pero por todo, eh. Germán me decía: “¿Qué te pasa?”, y yo lloraba... Y no sé, es algo muy hormonal. En ese momento es una sensibilidad muy extrema. Pienso en que hay otras mujeres a las que les pasa un poco más intenso de lo que me pasó a mí y me pregunto: ¿cómo lo manejan?
También es como que se produce un vacío natural.
Y, sí, la verdad es que todo el primer mes te lo pasás en pijama, en tu casa, dando la teta y conociéndote con el bebé.
¿Y cómo te la rema Germán?
A ver, no me la rema en el sentido puntual de las tareas de la casa, pero ahora que León está más grande y están súper enamorados entre ellos, me ayudó mucho con él los primeros días después del nacimiento de Beltrán. Igual, cuando Germán me dice algo, le digo: “Agradecé que hago todo y encima tengo una sonrisa en la cara”, porque no es fácil. Pero me parece que la maternidad te da una fuerza para poder con todo a pesar de todo. Hay días que odiás a todo el mundo pero podés porque es una voluntad natural. Yo siento que ahora la palabra “voluntad” me identifica: tener voluntad para ir a trabajar, para las actividades que tengo que hacer, y los hijos te la dan naturalmente.
Ahí también juega el amor, creés que no podés ni un poquito más y podés. Estás muerta y decís: “Me estoy por volver loca”...
Sí, me pasó hace unas semanas, estaban los dos llorando y uno con fiebre, entonces lo ponía en un cuarto a uno y en el living al otro y enseguida: “Mamá mamá”, “Sí, León, pará que el bebé está llorando”, y estuve así tres horas yendo y viniendo. Me miraba y no lo podía creer; Germán no lo podría hacer, le agarra un ataque al segundo. Así que me decía a mí misma: “La estoy llevando reee bien”.
¿Y en qué momento de pareja los agarran los hijos?
Emocionalmente estables. Estamos juntos desde hace ocho años... y bien bien desde hace cuatro (risas).
SUÉTER OVERSIZE (CÚBREME, $2400). - Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gandola
La historia de amor de ustedes es muy linda. Porque se dieron oportunidades de reencontrarse, de repactar todo el tiempo.
Bueno, sí, porque éramos amigos antes de ser pareja. Pero también hay un complemento natural entre nosotros: cuando él se pone más nervioso, yo mantengo la calma, y viceversa.
¿Quién es el que pide perdón cuando se pelean?
Él, porque se zarpa más que yo, yo no pierdo tanto los estribos.
¿Qué te enseña Germán?
Es muy generoso. Lo veo cómo piensa en el otro, cómo es con sus papás, con sus hermanas, con él mismo, tiene un corazón muy noble y eso está buenísimo.
¿Qué cosas disfrutan juntos? ¿Les gusta salir?
Nos esforzamos, sí. El otro día me avisó que no tenía programa y, como tenemos una persona con cama desde que nació Beltrán, y el freezer lleno de leche, entonces decidimos salir a comer. Y nos miramos onda “uf, qué fiaca tener que salir”, pero al final la pasamos bomba.
¿Sos celosa?
Soy celosa, pero confío en él. Tuvimos un noviazgo muy interrumpido, de estar uno de un lado del mundo y el otro en el otro, pero siempre elegimos estar juntos porque nos queríamos. Hoy sé que es él, es acá y es ahora, pero esta profesión tampoco es fácil.
¿Te parece que tenés que estar atenta, onda “este es mi chongo”?
Creo que sí. Él trabaja con mucha gente y cada tanto no viene mal un “¡eh!”. Pero ahora estamos tranquilos.
Se te ve muy equilibrada, estable... ¿Nunca fuiste una rebelde?
Según mi padre, sí, pero yo creo que porque mis otros cuatro hermanos eran muy tranquilos. Lo que sí fui es muy independiente desde chica: a los 15 años me anoté en una agencia de casting y enseguida empecé a trabajar. Después me fui a vivir sola a los 18. Me sobreadapté, a mí desde muy chica me daba mucha alegría trabajar, buscaba la independencia, porque mi casa era una casa de mucha gente... Ahora me doy cuenta de que lo que yo buscaba era mi propio espacio.
¿Y de dónde salió esa vocación tan marcada?
En mi familia son todos médicos, pediatras, psicólogos, dentistas... En mi caso, creo que se debe a que a mi mamá le gustaba mucho el teatro y me llevaba a ver obras y yo sentía que me pasaba algo muy fuerte. Siempre fui muy observadora, me gusta mirar mucho a la gente y deducir su personalidad. Me fijo hasta en los perros de la gente.
¿Te analizás?
Me analicé más de chica. Ahora me gusta leer del tema; me hice muy amiga de mi ex psicóloga y a veces le consulto cosas. Siento que la gente no se tiene piedad, ni a sí misma ni a los demás, y mira todo solo desde su lado. Y a veces el otro hizo lo que pudo... No digo que tengas que aceptar todo ni que está todo bien todo el tiempo, pero a veces la solución no es romper la relación.
Y la independencia, ¿te sigue interesando ahora en plan familia?
Sí. Pero cuando tuve hijos empezó a pasarme algo que me incomodaba: la necesidad de dejarme cuidar. Me di cuenta de que había un aprendizaje ahí. Yo tengo mi casa, mi auto, me pago todo, parece que no lo necesito a Germán, o sí lo necesito... porque estoy enamorada, pero me refiero a cuando forzosamente tenés que parar un poco. Cuando quedé embarazada de León, empecé a sentir que tenía que parar un poco con el trabajo, pero me costaba mucho aceptar la idea de que otra persona me cuidara. Y ahora que nació Beltrán y que León me re necesita en casa, creo que está muy bien que Germán me cuide. Recién venía caminando y pensaba en una palabra: “equilibrio”. Creo que la vida ahora para mí es un equilibrio entre la independencia y esta vida de maternidad-casa-mujer. Astralmente, tengo que equilibrar. Soy de Cáncer con ascendente en Libra.
¿Y te armás tus momentos de soledad?
¡Uy, es dificilísimo encontrarlos! Te cuento una cosa: yo armé toda mi casa, la decoré, junto con Germán, y dejé para el final mi escritorio. Todavía no lo terminé, pero ahí tengo mis libros, una mesa para ensayar o estudiar, espejos... El otro día me metí en el escritorio, me puse a revisar mis libros y empecé a conectarme con la época en la que hacía teatro, cuando estudiaba un texto atrás del otro... Meterme en mi escritorio me conecta con mi verdadero yo.
Encontrar ese minimomento ya te transforma otra vez.
Trato de recuperar mi yo independiente, la Sabrina hormiguita viajera y trabajadora. El otro día me llamó mi representante de España para contarme que tenía un casting para algo de afuera y le dije que sí, porque no me sale decir que no, aunque cuando llegue la propuesta sé que no lo voy a poder hacer. Por lo menos por ahora.
Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gandola
¿Te da miedo rechazar una propuesta laboral?
Sí, me da un poco de miedo que me llamen y decir que me estoy dedicando a la maternidad porque me apasiona mi profesión. Lo pienso en términos de energía: si digo “paro”, algo va a parar en mí energéticamente que no quiero que pare. Antes de decir “no”, prefiero ver la propuesta, analizarla y, si me apasiona, agarro.
Sabemos que te gusta hacer listas con metas. ¿Lo seguís haciendo?
Sí, esta semana me hice una porque no llegaba con los objetivos de la semana. También hago listas anuales que guardo y después, cuando las encuentro, digo: “¡Guau, todo lo que logré!”.
¿Qué tiene tu lista hoy, por ejemplo?
Ahora tengo ganas de encontrar historias copadas para hacer, quiero volver a conectarme con una buena historia en teatro o cine, o una miniserie. Me gusta buscar esos personajes que sacan lo mejor de una.
¿Qué disfrutás de parar un poco el ritmo? Es un momento para nutrirte de otras cosas...
Creo que es darle una oportunidad a la creatividad: leer, ver teatro, ir al cine... Además de entrenar, trato de tener mis dos horas para leer algo o ver las noticias y seguir con mis clases de italiano. También tener un hijo es un acto creativo y hoy le pongo mucha energía a eso.
#postpartoreal: su mirada sobre el tema
“Me pasaron cosas como esguinzarme un pie a la semana de parir que energéticamente me decían: ‘Pará un poco’, y a partir de ahí empecé a pensar: ‘Me encierro en casa con el bebito’. Al mes me iba una hora, y arranqué con una gimnasia muy lenta para activar e incluso a hacer esta participación en la novela, e internamente sentí una sensación de ‘qué bueno que me animé’, porque también te agarra una minidepresión postparto, las hormonas están como locas”.•
Maquilló Fabiana Pereyra para Frumboli Estudio con productos Lancôme. Peinó Juan Olivera para Estudio Olivera con productos Schwarzkopf. Agradecemos a Micaela Alcabin por su colaboración en la realización de estas fotos.