
Sexo: me movieron el piso
Pensabas que estabas pisando firme en tu pareja y se te cruzó alguien que taladró tu estabilidad
20 de diciembre de 2015 • 00:18


Créditos: Ilustración de Majox González.
Las que estamos felizmente en pareja muchas veces soñamos con sentir de nuevo la adrenalina de los primeros encuentros, el vértigo de la incertidumbre o el deseo avasallante. Pero qué pasa si esa fantasía que nos erotiza en silencio se vuelve realidad y otro hombre pone a prueba nuestra "estabilidad". "¿Es sólo calentura?", "¿me enamoré?", "¿éramos tan felices como pensaba?", "¿es un boicot a mi relación porque me cuesta comprometerme?", "¿es la excusa perfecta para al fin separarme?", "¿es un desafío más de la monogamia?", son algunas de las preguntas que resquebrajan el piso debajo de nuestros zapatos. Y lo que podría ser sólo disfrute, si estuviéramos solteras, se convierte en culpa, angustia, excitación y miedo. Así como se abre la tierra, también se abre la oportunidad de que vos observes qué querés según el grado de sacudón y entonces fortalezcas tu decisión o decidas tomar nuevos rumbos.
TEMBLOR
Tus hormonas, que estaban hibernando desde hacía rato, empiezan a desperezarse y se despiertan. Inmediatamente, se enciende la alarma. Esto es una señal, quizá tanto vos como tu pareja descuidaron la vida sexual y se fue apaciguando, o tal vez ese nunca fue el punto fuerte de ustedes, y ahora que estás atravesando un momento de tu vida en el que no encontrás lugar para tus espacios de placer, el sexo (o la falta de sexo) parece ser la prioridad número 1. Ponés demasiadas fichas en un tercero, como si él fuera las ocho porciones de tu pizza y tu propia búsqueda de placer que desde hace rato no se encuentra satisfecha en tu vida en general. Mordiste la banquina, que justamente está para eso, para despertarte. Encontrá tus propios "eros" que se están canalizando mal. Está en nuestra naturaleza tener el pacman del enamoramiento siempre despierto, por eso sirve mucho estar en contacto con diversas fuentes que nos nutran, que sean vibrantes y coloridas ante nuestros propios ojos. Enamorarse de la vida y no necesariamente de individuos. Sumá actividades, practicá tu deporte favorito o hacé algún curso que te dé alas, solo vos podés saber cuál es ese espacio que te devuelva el placer. Habitalo.
SISMO
Está descartado que se trate de una atracción con pocos colores. Tu atención está seriamente comprometida y tus decisiones espontáneas se inclinan por generar más y más espacios que te permitan conocer la naturaleza de esta nueva situación. Y es que, si hay afinidad fuerte de personalidades sumado a la intuida química, se abre un interrogante más profundo. Necesitás saber hasta dónde llega la perfección de eso que estás imaginando. ¿Es solo una ilusión? ¿La idea de que podés estar mejor? No estás segura. Hay días en los que creés que este nuevo personaje irrumpió en tu vida para convertirse en el salvador que convierta tu rutina aburrida en una seguidilla de días maravillosos. Hay otros momentos en los que no estás tan segura, aparece la duda... ¿Y si la realidad te decepciona y todo eso que imaginás que puede pasar es solo eso, tu imaginación? Muchas veces, no se trata de una persona nueva, quizá lo que estés deseando sea una relación nueva, una sensación nueva. Somos adictas a la novedad y cuando pasamos mucho tiempo estancadas en la misma situación creemos que solo saldremos de allí si alguien (un tercero) viene a rescatarnos. Buceá en tu interior, analizá cómo venía siendo tu vida y qué es lo que deseás.
TERREMOTO
Ya no podés permanecer en pie con tanto movimiento, estás en jaque. Esto que sentís, independientemente de que sea correspondido o no, hace que te replantees tu elección. Ya no es algo que solo te toca a vos, involucra a otros (sobre todo a tu pareja) y te obliga a tomar decisiones. En el amor, también hay un orden, y primero está tu acuerdo activo de este momento, tu compañero. El que está ahí para vos, sin tener idea de que estás viviendo tu cine catástrofe. Volvé atrás y hacé memoria sobre lo que ustedes mismos pensaban en los albores del vínculo, lejos de estos peligros, repasá tu actual "contrato de pareja". Usá todo el potencial de la profundidad de comunicación que lograron conquistar. Que puedan atravesar la adversidad, que este pasaje sea solo un minisismo o un desastre de proporciones naturales, va a depender de la solidez que entrelazó su vínculo, de la intensidad de lo que te esté pasando a vos y de que logres interpretar los síntomas.

Créditos: Corbis
¿Cómo llegué a esta situación?
La rutina: funcionaba como un hermoso reloj, habiendo un lugar para todo, pero, claro, el elemento sorpresa no estaba invitado, y sin darte cuenta te fuiste transformando en un desierto en donde la primera gota de agua hizo estragos.
Exposición: muchas horas fuera de casa compartiendo vivencias, diálogos y objetivos con otra persona te expusieron y te dejaron más vulnerable a situaciones de seducción.
Alienación: varios años de vida en pareja, o de maternidad full time, con poco tiempo para vos, agravados por tu personalidad complaciente, te van alejando de tu centro y alguien de afuera viene a recordarte quién está yaciendo y latiendo DESESPERADA dentro de vos. En definitiva, te enamorás de tu propia imagen abandonada.
Carencias: casi imperceptibles en la pareja (sexuales, de afinidad, económicas, de compañerismo), y alguien aparece presentando fortalezas justo ahí donde con tu pareja hacés agua.
Narcisismo: alguien que admirás te valora y despierta un vanidoso anhelo de mantener viva esa atención un tanto infantil.
Valentía vs. cobardía
Nos definimos tanto por lo que hacemos como por lo que decidimos no hacer. La lealtad a una misma no aparece mágicamente, sino que estaba siendo (o no) alimentada de antes. Por eso, el "valor" o "temor" nada tiene que ver con si desarmamos nuestra pareja actual o la reelegimos, no se trata del "quién" sino del "cómo". Cómo vas a integrar esto que te pasó, ¿vas a animarte a redefinirte?, ¿o vas a subestimarte o reprimirte? Valentía es amar profundo, desde la libertad y la verdad. El respeto, la empatía, requieren una alta dosis de valor. Si ya no encontrás por qué seguir construyendo, no pueden acordar ni ser verdaderos, entonces será clave mesurar todos los caminos de la ruptura, todos.
Tenés que ser valiente para reelegir, reformular –con riesgo– una vida que ya funcionaba.
Las crisis siempre traen luz, ese desafío que refuerza tu elección. Funcionan como nuevos puntos de partida, como regalos de la vida para despabilarnos. Una vez que salimos de la zona crítica, quedamos en un lugar progresivo (o regresivo, ¡ojo!), pero nunca, nunca, igual. Hacé lo que tengas que hacer para estar mejor. Afirmate. Sé valiente.
Por Anahí Arín
Experta consultada: Lic. Paula Mayorga. Coordinadora del Equipo de Psicoterapia en Crisis.
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