Sexo y pareja: ¿cómo está el mar?

Por eso, así como en la playa mirás los banderines que indican cómo está el mar, quizás este tiempo de pausa te sirva para pensar en cómo viene tu relación y ver si necesitás un chaleco salvavidas, estás abrazando una boya o en la cresta de la ola. Eso sí, si flamea la bandera roja, no te hagas la distraída. ¡Mirá que acá no va a venir ningún Baywatch a rescatarte!

¿Qué mejor plan que tener dos semanas enteras para compartir todo? Te zambullís tranquila porque sabés que están dispuestos a pasarla bien, más allá de las complicaciones que puedan surgir. Vos y él están muy conectados y lúdicos. Los momentos de diversión y complicidad no conocen de obligaciones. También hay respeto por los tiempos del otro. Si a tu pareja no le cabe la onda pegote, vos te hacés cero drama y viceversa: te encanta quedarte tranqui leyendo un libro bajo la sombrilla mientras él sale a correr por la costanera.

La banderita celeste les da vía libre para que, de manera inconsciente, se liberen un poco más que de costumbre. Están viviendo estos días de manera intensa y esto tiene su correlato en el plano sexual. Estás coronándote como la reina del sex on the beach y no es casualidad. Si bien venían pasándola muy bien en la cama, las vacaciones se convirtieron en un trampolín al placer en donde no importan los ruidos, la hora o el lugar. El aire de mar te abrió el apetito carnal.

Esta banderita que flamea “dudosa” seguramente indique los altibajos de la pareja: algunos fines de semana la pasan bárbaro y otros, no tanto. Lo mismo sucede durante este “finde extendido”. Si estando en casa cenan chequeando sus celulares o hipnotizados por la tele, las vacaciones no serán la excepción. ¡Y no está mal! Pero si sentís algunos “baches” en este tiempo ocioso, poné en juego una serie de acciones y apelá a tu creatividad. Buscá actividades que les sumen anécdotas compartidas: hacer rafting, tomar una clase de cocina típica, aprender a surfear, recorrer circuitos alternativos de la ciudad, alquilar unas bicis o armar un tour de bares. No se trata de hacer algo extravagante o único, sino de encontrar lo que los una y conecte con el bienestar.

La clave es aprender a negociar y no centrarte en “tener que pasarla bien” todo el tiempo. Tomate estos días como una buena oportunidad para descubrir que podés disfrutar el mar aunque solo te mojes las piernas.

“¿No traías vos los pasaportes?”. Las vacaciones ya empezaron un poco tensas y a las complicaciones reales se les sumaron reproches y discusiones sin sentido. Estar todo el día juntos te confronta con ciertas actitudes de tu pareja que te joden y a las que no solés estar expuesta. Y muchas veces a esta altura, en lugar de apelar al humor, te sacás.

Se fueron en medio de una tormenta y las vacaciones no van a cambiar por completo el clima entre ustedes. No fuerces situaciones que no se dieron en la cotidianeidad porque solo vas a lograr saturar el vínculo. A las mujeres nos encanta hablar y hacer planteos y a los hombres no. Si querés conversar sobre lo que está pasando, encontrá la oportunidad. Pueden hablar un rato y después cortarla. Combinar alguna que otra charla con momentos de relax es una clave para bajar la tensión. El mar está peligroso. Mojate los piecitos y tomátelo con calma. Sacá la palabra “reclamo” del diccionario y fijate si entre los dos pueden ponerse las pilas para pasarla mejor.

Tu relación hace tiempo que perdió el tren, el vuelo, el barco ¡o lo que sea! Van sin destino buscando algún lugar en donde pasarla bien, pero ya no lo encuentran. Quizás apuesten a este break. Pero lo cierto es que, así como se puede intensificar el lazo, también se puede romper.

Lejos de casa no tenés mecanismos de compensación como juntarte en un café con una amiga cercana, tu sesión de terapia o alguien con quien compartir lo que te pasa tras una pelea. El riesgo es que, en caliente, te precipites con una decisión que no tomarías fuera de las vacaciones.

No amenaces al otro con el “hago las valijas y me voy”. Si se trata de una decisión tomada, pensá en cómo vas a sentirte después de haber dejado la habitación del hotel rumbo al aeropuerto sin antes haber barajado otras opciones: irte a dar una vuelta, proponerle pasar todo un día cada uno por su lado o, al menos, intentar cerrar esta historia de la mejor manera posible.

Algunas recomendaciones de la licenciada Patricia Faur, psicóloga, especialista en terapia de parejas:

No idealices: pensalo unos segundos. ¿Por qué van a hacer algo diferente? ¿Por qué el otro va a ser otro? Cuando idealizás las vacaciones, está el riesgo de sentirte mal porque la realidad es muy pesada y te va a costar soportarla.

No fantasees con que el sexo va a ser brutal: por ahí no pasa porque te quemaste con el sol o están cansados de andar todo el día. Y terminás enroscada preguntándote: “¿Por qué no tenemos más sexo si estamos de vacaciones?”.

No lo conviertas en una sesión de terapia: es cierto que en las vacaciones hay más tiempo para compartir juntos, que es una buena oportunidad para comunicarse y que algunos problemas que quizá durante todo el año les hicieron ruido pueden dirimirse o al menos charlarse con más profundidad. Sin embargo, estos días no son para bucear en las profundidades de la relación o meter el dedo en la llaga. Si pensás que unos días en el paraíso te van a salvar, vas frita •

Expertos consultados: Dr. Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo; Any Krieger, psicoanalista especialista en pareja y familia.