Lali Espósito y su potente discurso contra el lesbicidio: ¿qué son los mensajes de odio y cómo evitarlos?
En los Premios Gardel 2024, Lali Espósito cuestionó el lesbicidio en Barracas. Georgina Sticco, de Grow- género y trabajo, reflexiona sobre qué son los mensajes de odio y cómo evitarlos.
29 de mayo de 2024 • 10:10
Lali Espósito, contra la lesbofobia. - Créditos: Getty
Hace unas semanas en un programa de radio, se dio micrófono a una persona dar su opinión sobre el colectivo LGBTIQNB+. Si bien quienes lo invitaron no pensaban como él, lo dejaron durante casi 40 minutos contar que él “había leído” que ser parte del colectivo es una enfermedad, una conducta autodestructiva.
Hoy en nuestro país se habla mucho de la “Libertad de expresión” como sinónimo de poder decir cualquier barbaridad sin filtro. La libertad de expresión es un derecho garantizado por la Declaración Universal de Derechos Humanos desde 1948, y protegido por diferentes tratados regionales e internacionales. Sin embargo, este derecho está sujeto a responsabilidades ulteriores con el fin de respetar los derechos de las demás personas.
Por principio, en pos de la libertad de expresión uno no debería impartir información falsa: invisibilizar que desde 1990 la Asamblea General de la OMS eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas, o decir que una persona homosexual vive en promedio 25 años menos que una heterosexual, sin ningún estudio que lo avale, es mentir.
Además, la libertad de expresión no avala maltratar, humillar ni amenazar. Cuando esta raya se cruza, estamos dentro de los discursos de odio. Si nos cuesta darnos cuenta, les paso un par de alertas:
El mensaje es ofensivo a un grupo de personas que son parte de un colectivo (por ejemplo, el invitado habló de conductas sanas vs insanas, entre otras cosas).
La razón de la ofensa es una característica del colectivo (en este caso su orientación sexoafectiva).
¿Por qué es importante tener claro este concepto? Porque, muchas veces, amparados en la libertad de expresión se expresa el desacuerdo desde la agresión, y tenemos que dejar de avalar ese tipo de comportamientos.
Cualquier discurso de odio es peligroso, pero el riesgo es aún mayor cuando quien lo dice es una persona con poder y su decir no tiene ningún tipo de consecuencia (denuncia pública, condena social, multa). Si una persona con poder lo dice, entonces cualquier persona lo puede decir. También es sumamente riesgoso cuando ese mensaje se multiplica, como puede ser en la radio, y no hay nadie que pueda contrarrestar sus dichos con información fidedigna para evidenciar el odio del discurso en sí.
El riesgo de estos discursos, además de asentarse, y propagarse, es que habilitan otros comportamientos violentos: agresiones en la calle, insultos, o una bomba molotov (como sucedió en Barracas). Esto en la entrega de los últimos Premios Gardel apareció en el potente discurso de Lali Espósito: "Quiero dedicar un momento a Pamela, a Mercedes, a Andrea y a Sofía, víctimas del lesbicidio en Barracas”, dijo. "Recordemos que Fernando Barrientos, de 68 años, perpetuó un brutal crimen de odio atacando con un dispositivo incendiario la habitación donde dormían dos parejas de mujeres, que eran sus vecinas de un conventillo donde todos vivían"
La asociación civil Comunicación para la Igualdad, en su investigación “¿Es posible debatir en medio de discursos de odio?”, muestra que el 100% de las/os activistas feministas recibió violencia por parte de grupos antiderechos en redes sociales, y en consecuencia, el 50% redujo su diálogo, y entre el 30% y el 60% dejó de leer notificaciones.
Una acción como la de la radio es sumamente irresponsable, y puede suceder en cualquier ámbito organizacional: ¿Cuántas veces nos encontramos con personas que dan su opinión sobre temas que no son de su área de saber y nos quedamos descolocados?
Nos invito a reflexionar sobre cómo respondemos a estos mensajes: ¿nos quedamos callados? ¿mostramos con otras narrativas lo erróneo de estos mensajes? ¿pedimos disculpas a quienes están escuchando por dar espacio a estas ideas? Lamentablemente, el silencio es una respuesta que avala estos discursos.
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