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Mundial Qatar: ¿me acompañan en esta aventura?

Esta es la última columna de Josefina de Cabo por un tiempo. Se va nada menos que al Mundial Qatar. Desde allá compartirá todo a través de su mirada para OHLALÁ! y sus lectoras. ¿Cómo se organizó con sus hijos? Nos lo cuenta en esta nota.


Una mujer mira la mascota de la Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022 en Doha.

Una mujer mira la mascota de la Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022 en Doha. - Créditos: Archivo/LA NACION.



Esta es mi última columna por un tiempo. Mañana despega el avión que me lleva a Qatar, la otra punta del planeta, a presenciar el evento masivo más importante del mundo. Va a ser mi primera vez en un Mundial de fútbol y también la primera vez que vaya a la cancha. Tranqui el debut. Me embarco en una aventura que me tiene feliz, ansiosa, angustiada, preocupada, orgullosa. Y muchas más emociones. Todas juntas, batidas y a punto de explotar como pastillita en gaseosa.

Me voy a vivir una experiencia que sé que miles (si no millones) desearían tener. A observar de cerca el crisol de culturas más grande que existe, que confluye en un país donde justamente la cultura es, por lo menos, polémica (vista desde nuestra mirada occidental, por supuesto). Voy a aprender, a observar, a documentar. 

Voy a pisar por primera vez una cancha de fútbol (fui a recitales, pero nunca como espectadora del deporte en sí) en el mejor contexto que existe para hacerlo. Acompañada de mi amor y socio y de millones de personas de todo el mundo. Voy por trabajo, sí, pero se me mueve muchísimo lo emocional.

La columna queda en pausa porque tengo el honor de ser el único miembro de este medio que va a estar en el Mundial, y voy a contarles todo desde allá para que ustedes puedan vivirlo a través del lente de OHLALÁ! ¿Qué tul? A mí me parece un éxito, espero que a ustedes también, y que me acompañen estos quince días en esta aventura maravillosa que me espera.

¿Los chicos? Tranqui, todo organizado. Se quedan en su casa con la genia, capa mundial de su abuela, con regalitos y calendario pegado en la heladera para que puedan saber cuántos días faltan hasta que vuelvan papá y mamá. Todo muy ordenadito porque #LunaEnVirgo.

Con la logística cubierta, queda ocuparse de las emociones. Este año tanto su papá como yo tuvimos que viajar mucho por trabajo y ellos perdieron la estabilidad y la rutina que tanto les gusta (y necesitan). Así que las emociones están un poco desbordadas por acá, para qué les voy a mentir.

Para tratar de contenerlas estamos haciendo todo lo que se nos ocurre. Mucho tiempo uno a uno con cada hijo, mucha conversación, mucho juego de roles e imaginación. Bueno, “mucho”. Todo el que podemos. Todo el que nos permiten los preparativos (que son muchísimos) y el trabajo.

Y aun sabiendo que estamos dejando todo lo más ordenado y prolijo posible (logística y emociones), estamos seguros de que nos van a extrañar, de que se van a desregular y, lo mismo, nosotros. ¿Entonces para qué lo hacemos? Para que el daño sea el menor posible, para que el rebote sea rápido y fácil (o lo más fácil que se pueda). Para que a la vuelta la factura sea chiquita y todo pueda volver a la normalidad en el menor tiempo posible.

Chau, amigas, salgo para el aeropuerto. Nos vemos en Qatar.

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