Suéter, Basemente, $1290. Chaleco, Wanama, $2890 - Créditos: Martín Pisotti. Producción de Manu Aversa
¿Es cierto que te entusiasmó 2091, tu proyecto actual, porque “no sabías cuándo ibas a subirte de vuelta a una nave espacial”?
¡Sí! Amo la ciencia ficción, así que cuando apareció la oportunidad de hacer la primera serie de este género que se hace en Sudamérica, ni lo dudé. Quería volar en ovnis y escapar de seres imaginarios. Estoy grabando la segunda temporada y es como un gran juego. Los norteamericanos usan la misma palabra para “actuar” y “jugar”, play, y en este tipo de proyectos lo entendés más que nunca. Volví a tener 5 años.
Que es justamente la edad de tu hijo, Filippo…
Claro. Nosotros jugamos mucho, de hecho. Soy de los padres que ponen el cuerpo por una batalla que, igual, ya está perdida, que es alejarlo de los videojuegos. Jugamos a las Tortugas Ninja, pero fuera de la consola. Yo soy Rafael, él es Donatello, como se jugaba antes. Me bajo de la nave espacial de la serie, llego a casa y soy una tortuga ninja...
La serie presenta una visión bastante apocalíptica del futuro de los vínculos humanos, ¿vos coincidís con esa visión?
No. Al contrario. Yo creo que en algún momento vamos a pegar la vuelta y se van a volver a valorar los vínculos más que nunca. Somos seres sociables, necesitamos lazos para vivir. Hace poco, escuché al responsable de un estudio sobre la felicidad que se hace con la misma gente desde hace 60 años. Él contaba que, a medida que avanzaban en sus vidas, los encuestados entendían cada vez más que lo más importante que habían tenido en sus vidas eran relaciones, no objetos. Los vínculos te arruinan la vida o te la mejoran, eso lo sabemos todos...
Izquierda: campera, Bolivia, $3990. Remera, Timberland, $690. Reloj, G-Shock by Casio, $6490. Jeans, Wanama, $1790. Zapatillas, Adidas, $2799. Derecha: gafas, Infinit, $2200. Buzo, Club Garcon, $1590. Jogger, Bolivia, $1750. Zapatillas, Lacoste, $3999 - Créditos: Martín Pisotti. Producción de Manu Aversa
Vos solés definirte como “noviero”...
Sí. Me hubiese gustado convivir más con la soledad y con esa independencia total. Viví muchos años solo, pero siempre de novio, siempre tuve a alguien más que yo en la cabeza. Creo que un año fue lo máximo que estuve soltero. Me gusta salir con amigos, tener vida social, pero también me copa volver y tener esa contención. Voy naturalmente hacia eso.
¿Influyó tener una mamá psicoanalista para que sientas las relaciones así?
Bueno, los psicólogos tienen una manera muy particular de ver el mundo. Por ahí, cosas que en otras familias están más al fondo, en la mía estaban en la superficie. En mi casa nunca existió esto de que los hombres no lloran y siempre estuve estimulado para mostrar mis emociones.
Y además hacés terapia...
Desde hace como 20 años... y sigo. Te ayuda a formar una manera de vivir, de pensar, pero que uno pueda explorarse... ¡no significa que uno vaya a saber qué hacer con lo que encuentra!
¿Es cierto que cuando conociste a tu actual mujer una corazonada te dijo que iba a ser la madre de tus hijos?
Es muy loco. Es cierto. Al poco tiempo de salir, les dije a mis amigos: “Va a ser ella”.
¿Y eso? ¿Es intuición o es razón?
No sé. De todas formas, ¡después nos peleamos! Cuando nos separamos, pensé: “Qué raro lo que sentí, me equivoqué”. Durante casi tres años, evité volver a cruzarla. Pero cuando volvimos a vernos, volvimos. Ahí no pensé en los hijos, me lo tomé con más calma y descubrimos otra forma de relacionarnos, una forma nuestra.
¿Cómo definirías esa forma de ustedes?
Los dos somos muy particulares, nos hacemos los boludos con muchas cosas. Hacemos como que va fluyendo incluso en esos momentos cuando no sabemos si está fluyendo tanto. Cada uno tiene sus fobias, entonces nos vamos conociendo y sabemos cuándo parar de meter presión, cuando dejarle aire al otro. Y así se crea un lenguaje, nos entendemos. No sé cómo era antes, pero hoy es importante crear reglas propias para los vínculos.
Como padre, ¿también creás reglas tuyas?
Como padre soy mucho más severo de lo que pensaba. Lo reto mucho a Filippo y me sorprendo a mí mismo dándoles importancia a cosas formales que en teoría no me importaban, como la disciplina, la educación, lo académico...
Izquierda: gafas, Infinit, $2200. Bomber, Ay Not Dead, $3685. Remera, Giesso, $996. Jeans, Levi´s, $2490. Zapatillas, Reebok, $1700. Derecha: parka, Bolivia, $6500. Camisa, Perramus, $1990. Jeans, Levi´s, $2490. Gorra, Lacoste, $499. - Créditos: Martín Pisotti. Producción de Manu Aversa
Vos, que dejaste varios CBC para ser actor...
¿Viste? Tal vez me estoy poniendo viejo y entonces juzgo a las nuevas generaciones, pero hay algo en lo fáciles que son las cosas ahora que me preocupa. Me preocupa el exceso de contemplación en las escuelas, la informalidad. Es lindo criar un hijo despreocupado, pero, al mismo tiempo, querés que aprenda a estar alerta, que tenga voluntad, perseverancia. No sé si eso se aprende en contextos muy cómodos.
¿Cómo es educar a un nene cuando los valores de género se están replanteando tanto?
Hace poco, tuvimos una conversación porque a mi hijo le gustaba mucho ir a jugar a la casa de una amiguita y en el colegio un poco se burlaban de él, entonces no quiso ir más. De pronto, empezó a preocuparse por si el rosa o el violeta eran colores de nena o de nene. Empezó a notar cosas que antes ni notaba. Uno como padre hace cosas para que rompa prejuicios y barreras, pero el mundo viene y también quiere moldearlo. Uno tiene que decidir hasta dónde meterse. El tema de nuestro momento es que todas las reglas están siendo reescritas, nadie sabe cómo es lo que viene. En modelos de familia, de amor, de género y sexualidad, no queda otra que abrir la cabeza e ir aprendiendo con ellos.
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