Todas somos botineras
Nuestra columnista, Dalia Gutmann, se convierte en una mamá mundialera y confiesa algunos de sus secretos más ocultos
22 de junio de 2014 • 00:20
Créditos: Corbis
La primera vez que "gusté" de un jugador fue del Pájaro Caniggia en el Mundial 90. Tenía una foto suya en mi agenda y cuando me enteré de que se iba a casar con una tal Mariana Nannis casi me muero. Y tampoco olvidaré la publicidad de calzones del "Goyco".
Para el Mundial 94, ya había logrado superarlo, pero me enganché con otro. El galán de todas era Redondo, pero a mí me gustaba más el Cholo Simeone porque se parecía a un noviecito que tenía en esa época. En el 98, me copé con la Brujita Verón, que mostraba el culito en una publicidad de papas fritas, y también me atraía el look de superhéroe de Batistuta. Para el año 2002, cambié al Bati por Hernán Crespo (sí, así como leen) y fue muy duro desayunarme que, en realidad, él gustaba de Kloosterboer... En 2006, no terminé de engancharme con ninguno, aunque en una revista Natalia Fassi había dado buenas referencias de Carlitos Tevez. En 2010, sentí cosas por Romero, pero después me acordé de que estaba casado y tenía hijos con Eliana Guercio –una ex chica Sofovich que dejó todo por él– y preferí respetarla.
Se viene un nuevo Mundial
Sin dudas, el más lindo es el Kun. Pero tiene un hijo con la Giannina y ahora sale con la ídola de la Princesita…
Como notarán, la única razón por la que puedo registrar a un jugador es si está fuerte o si sale con alguna "famosa". Es que de fútbol no sé NADA. Lo único que sé es que durante este mes las prioridades de los hombres cambian y la mayoría deja de registrarnos. Ninguno nos da pelota, así que no nos queda otra que babosearnos con estos muchachitos que corren detrás de una ídem (aunque a la mayoría –aceptémoslo– ¡¡¡ya le llevemos como una década!!!)
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