Diane Van Deren, mucho más que la atleta que olvida cuánto corre

La carrera The North Face Endurance Challenge 2017 tiene 3000 corredores anotados y además de Diane hay otros atletas de renombre, pero el resto no recibe el mismo tratamiento de rock star que ella acostumbra a vivir por estas latitudes. La diferencia es su historia: el por qué se convirtió en corredora, los obstáculos que tuvo que enfrentar y todo lo que le depararía la vida.

Una tarde empezó a percibir que un nuevo ataque epiléptico estaba por tomarle el cuerpo, y no soportaba entregarse, no otra vez. Casi por instinto empezó a correr, tal vez con la ilusión de escaparle a las convulsiones, de que no volvieran a dejarle “un gran dolor de cabeza y el cuerpo débil y cansado”. Y a medida que lo hacía las convulsiones no se presentaban. Ahí lo supo: el correr se había convertido en un aliado para superar los ataques epilépticos esos que, aunque con algún antecedente infantil, a sus 24 años de edad tuvieron un diagnóstico certero, esos que la dejaban desvalida ante la mirada de sus hijos y marido. El futuro era impredecible: “como madre de tres hijos chicos yo tenía que estar preparada para esos momentos –recuerda- y aprendí apenas sentía que iba a tener una convulsión cómo mantenerme segura y serlo también para las personas que me rodeaban”. Preocupación que se borraba cuando corría. “En esos momentos podía manejar el estrés, nunca tuve un ataque mientras practicaba running, siempre fui muy atlética, me gustaba el tenis y correr en la montaña me permitía meditar, rezar y agradecer los desafíos que había superado. Me sentía libre y vibrante”.

Pero los ataques empezaron a ser más seguidos y fuertes. Su médico le recomendó una operación que al sacarle parte del lóbulo temporal derecho podía generarle problemas de memoria pero era la solución para acabar con las convulsiones: “Verme en un video tener un ataque, antes de operarme, fue devastador. Nunca sentí lástima por mí porque cuando tenía los ataques era consciente de que en el futuro me esperaba algo más grande, y como pro atleta que era sabía cómo pelear y no rendirme, pero a la vez era pertubador porque me mostraba lo que mis hijos y marido tenían que ver.” La decisión estaba tomada.

Las convulsiones quedaron atrás, y la falta de memoria es algo con lo que Diane aprendió a convivir: “Me focalizo en lo que puedo hacer y no en lo que no, me hago notas, registro en papel hechos si tengo que volver a ver o hablar con alguien o escribo distintos recordatorios para mantenerme en el día a día. Igual que cuando corro me dejo marcas, sigo las señalizaciones en las carreras o las huellas de otros corredores”.

El espíritu alegre de Diane desborda en buen humor y entusiasmo. Puede perderse cuando le dan la indicación de cómo llegar a un lado y volver a preguntar, pueden seguirla a ella otros corredores y darse cuenta de que no era lo correcto o pueden pasarle cosas graciosas vinculadas a su falta de memoria y al cariño de la gente. Como en la carrera de las 1000 millas, cuando alrededor de las 700 se encuentra con un señor del lugar que le había puesto piedras en el camino para que ella no se perdiera, al menos al pasar por su zona. Todas experiencias que ha disfrutado, ya sea viajando con su familia (“Mis hijos ya están grandes y ahora me dicen: te vemos a la vuelta”) o compartiendo con la gente que conoce en las carreras como parte del Team Global de atletas de The North Face desde hace 15 años. Toca la guitarra y escribe melodías, anda en bicicleta y visita o sale con amigos. Actividades que marcan su aspecto más sociable, el mismo que le gusta de estas tierras, ese que la hace parar, como en la carrera en La Cumbrecita y sacarse una foto con los corredores que le piden. ¿El tiempo? No es su problema, disfruta del presente, de cada paso y nunca recuerda cuánto corre, aunque llegue primera. “Para mí, lo más importante como atleta profesional es alentar a las mujeres a desafiarse a sì mismas, que crean en ellas y sean exitosas en cualquier cosa que hagan. Como esposa, madre y atleta aprendí a balancear todo. Me gustaría escribir un libro algún día y contar mis experiencias porque la vida es un regalo, hay que abrazarla y vivirla por completo”.