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2 de abril: "Psicológicamente continúa con su fusil de guerra bajo el brazo", cuenta la compañera de un excombatiente de Malvinas

Laura Rodríguez brindó en Instagram su mirada como “compañera de un guerrero”, después de 41 años de Malvinas.


Laura Rodríguez, de viaje, junto a su compañero Carlos Andrés Tear.

Laura Rodríguez, de viaje, junto a su compañero Carlos Andrés Tear. - Créditos: Gentileza



El 2 de abril se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas, una fecha establecida por ley del congreso nacional en el año 2000, cuando se declaró feriado nacional. La guerra comenzó un 2 de abril de 1982.

Los datos sirven para recordar, en parte, que el reconocimiento del Estado llegó con demora. Así lo observa, en este testimonio, Laura Rodríguez, compañera de Carlos Andrés Tear, un excombatiente de Malvinas. Ella vive el día a día con alguien a quien la guerra todavía le duele y cuyas secuelas lo acompañarán siempre.

En un posteo de Instagram, Laura detalla vivencias, reclamos, sensaciones cruzadas en este día tan especial para su familia.

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Se define como “compañera de un guerrero que, cada día, después de 41 años, espera su honor y reconocimiento por parte del Estado Argentino, el mismo Estado que en 1982 lo mandó a una guerra, ese Estado que le dio permiso de matar, pero que no se encargó de desarmarlo”.

Dice que él, junto a otros jóvenes, integraron el Batallón de Infantería de Marina N° 1 y les tocó actuar en tres frentes: Islas Malvinas, Georgias del Sur y Tierra Del Fuego.

Agrega que su compañero “psicológicamente continúa con su fusil de guerra bajo el brazo, esperando al enemigo, y sigue su lucha, su eterna espera, mientras muchos de ellos fallecen, mientras la adrenalina en algunos casos es parte de su vida cotidiana”.

Estrés postraumático

Según detalla, “el estrés postraumático de la guerra se manifiesta a su compañero de vida, por ejemplo, en una enfermedad de la piel llamada vitiligo, o en dormir con remera y tapado hasta la cintura, siempre listo para el combate, en estado de insomnio permanente”.

También suma: “El estar en cualquier lugar y momento y percibir volar un helicóptero o avión y salir corriendo a verlo, buscarlo y describir los metros de distancia a los que se encuentra y qué es lo que está sobrevolando”. Y habla de “salir de viaje en moto o estar viajando en auto, tren, avión y no perder nunca de vista las salidas de emergencia y seguridad”.

Estar en pausa

Como compañera de Carlos Andrés Tear, compañera de hace 11 años, dice que él estuvo durante 30 años en modo pausa. “Luego logró reencontrarse y compartir con sus camadas, juntarse e identificarse en cada acto de vida, una misma historia, una espera eterna”.

Ella se refiere y reclama que se repare esta historia, la de tantos jóvenes de 18 años a quienes les tocó hacer el servicio militar, por entonces obligatorio y, “sin saberlo, los llevaron a un lugar lejano, muy extremo y frío y se encontraron en un contexto bélico”.

¿Quién repara esta historia?

Ella se pregunta ¿quién repara esta historia? ¿Quién puede darles su reconocimiento y honor tan merecido? ¿Por qué algunos sí y otros no? ¿Será mucho darles su reconocimiento a nueve mil, diez mil personas más? Hay un reclamo de veteranos de la guerra y familiares, porque no todos quienes de alguna manera defendieron las Malvinas fueron reconocidos como excombatientes.

“Para que el final sea feliz, les cuento que Carlos me transmitió el valor por la vida, el disfrutar de cada momento, el no hacerme problema por cosas solucionables, solo de la muerte no se vuelve”, relata. Y cuenta que, en pandemia, cuando se puso mal por vivir en un departamento pequeño, sin tantas comodidades, él le hizo ver que no estaban tan mal: “Yo viví un mes y medio en una trinchera de un metro y medio a veinte grados de temperatura bajo cero”.

Carlos estudió Ciencias Políticas para saber cómo había llegado Argentina a esta guerra. “Hoy es historiador de la guerra, el que me llevó a metros de su trinchera para que conozca dónde estuvo en Río Grande, Tierra del Fuego”, relata Laura. Con él viaja, recuerda, proyecta.

Y concluye su posteo con un deseo: "Tengamos empatía”.

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