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Revisar el celular de la pareja: ¿por qué no está bueno y cómo controlar este hábito tóxico?

¿Es este el lado B del mes del amor? El 63% de los argentinos que están en una relación les espiaron el celular a sus parejas, según muestra un informe de la firma privada Avast. ¿Qué onda con esta red flag?




En el mes en el que celebramos al amor, un estudio independiente financiado por Avast -la marca de seguridad digital y privacidad global- en nuestro país, ha acaparado los titulares bajando a Cupido de un ondazo. Sí, vivimos en tiempos donde el amor romántico tradicional está cada vez más en discusión, en los que se pregona el amor fluido y deconstruido, y se intenta evitar los comportamientos “tóxicos”. O al menos, eso se ensaya colectivamente, pero cuando nos remitimos a los hechos las cosas pueden ser muy diferentes. Veamos.

¿Qué resultados muestra el estudio?

La encuesta realizada sobre una base de 1.000 argentinos que se encuentran en una relación amorosa, consultando si alguna vez tuvieron acceso al dispositivo móvil de su pareja, arrojó datos como los siguientes: el 63% (59% hombres vs. 66% mujeres) han revisado el teléfono celular de sus parejas y, de ellos, el 56% lo hicieron sin permiso (45% hombres vs. 65% mujeres). Irónicamente, a pesar de esto, el 78% de los argentinos que revisó alguna vez el teléfono de su pareja está de acuerdo con que no tienen el derecho de acceder al dispositivo sin su permiso, marcando una disonancia cognitiva notoria. ¿Predicar una cosa y hacer otra?

Entre los motivos citados del snooping (la práctica de revisar dispositivos ajenos sin permiso), los principales motivos fueron, el 29% para buscar información, el 6% instalar una app de segundo plano sin que su pareja lo supiera y el 6% revisó el celular para comprobar la geolocalización de su pareja en un determinado momento y lugar. En cuanto a cómo accedieron, el 42% estaba al tanto de las claves de su vínculo -un tema que presenta además de la violación de la intimidad y confianza con el otro, una pésima práctica de seguridad informática-, ya que se las habían compartido en el pasado, el 33% poseía un dispositivo sin contraseña, el 17% memorizó la contraseña, el 4% engañó a su pareja para que desbloqueara su teléfono, y por último, en una acción casi de película, el 2% utilizó la huella dactilar de su pareja mientras dormía para desbloquear el dispositivo.

¿Qué fue lo más revisado? Galería de fotos (44%), redes sociales (40%), apps de mensajería (40%). Asimismo según el mismo relevamiento el 27% de los argentinos que revisaron el teléfono de su pareja encontraron pruebas de que su pareja ocultaba algo, y dos de cinco entrevistados admitieron haber discutido acerca de algo que descubrieron en el dispositivo de su pareja.

¿Qué nos dice esto de nuestros vínculos?

¿Por qué revisamos el celular de nuestras parejas? El 29% de los encuestados lo hace para buscar información, el 6% instalar una app de segundo plano sin que su pareja lo supiera y el 6% revisó el celular para comprobar la geolocalización de su pareja en un determinado momento y lugar.

¿Por qué revisamos el celular de nuestras parejas? El 29% de los encuestados lo hace para buscar información, el 6% instalar una app de segundo plano sin que su pareja lo supiera y el 6% revisó el celular para comprobar la geolocalización de su pareja en un determinado momento y lugar. - Créditos: Getty Images

En este sentido charlamos con Giselle Bordon, psicóloga y especialista en vínculos y terapia de parejas, para intentar enmarcar estas actitudes, pensar qué nos dicen de la salud de un vínculo de pareja y cómo encarar mejoras estrategias relacionales.“Lo que cuenta el estudio desde las estadísticas sucede y lo escucho en el consultorio asiduamente. Casi de manera automática en cada proceso terapéutico (individual o de parejas) que atraviesa estas dificultades lo primero que sugiero hacer es pensar en: ¿qué es el amor?, ¿por qué estoy en pareja?, ¿qué significa eso para mí? Y la pregunta del millón: ¿y si descubro algo que hago con esa información? Y mágicamente la cara de espanto se confirma en los consultantes: la mayoría de ellos nunca se lo han puesto a pensar de manera concreta y parecería ser que con mi pregunta estoy tratando de romperles la ilusión del amor rosa y natural”. De esto habla el estudio: de la falta de confianza. De la falta de definición de un buen contrato vincular, en definitiva, de la falta de diálogo entre las partes”.

Además de acuerdos claros y, por tanto, la necesidad de una comunicación abierta y asertiva que genere confianza e intimidad entre las dos partes, que puede constituirse en un faltante o “algo a trabajar” en una pareja, hay que tener en cuenta que esta modalidad también puede o bien vincularse con formas de violencia de género, o además considerarse un delito.

Las parejas no suelen hablan de estas cosas por miedo: miedo a que se termine, miedo a que la otra persona piense mal de mí. Pero si no definimos lo que queremos del amor, lo que esperamos de una pareja y no lo comunicamos: ¿Cómo puedo esperar que el otro lo cumpla? ¿Telepatía? O ¿una suerte de magia” que nos dice lo que el otro siente y piensa? Desde la ciencia y los estudios sobre parejas ya está comprobado que hablar de estas cuestiones provoca parejas saludables que no necesitan mirar a escondidas el celular del otro”

Cruzar el límite: ¿cuándo este hábito es una red flag?

Entendiendo la violencia de género como un espectro dinámico del accionar que puede incluir numerosas conductas, algunas más visibles y otras más invisibles, y que puede escalar de forma rápida y abrupta (por ejemplo pasar de violencia psicológica a la física o incluso simbólica), es importante prestarle atención a estas cifras que son indicadores de construcciones culturales subyacentes en torno a la idea de pareja que todavía persisten, y que alimentan y legitiman estas violencias.

"Ninguna forma de fisgoneo es aceptable; cualquier acceso no deseado es una violación de la privacidad", dijo Javier Rincon, Director Regional en LatAm para Avast. "Además, hay una línea muy fina entre el fisgoneo y el acoso. De los argentinos que accedieron al dispositivo de su pareja, el 29% admitió ser entrometido. Otro 6% lo hizo para instalar una app sin que su pareja lo supiera, y un 6% quiso comprobar dónde había estado físicamente su pareja en un determinado momento y lugar. Estas cifras pueden parecer bajas, pero este comportamiento puede suponer un problema importante, psicológico e incluso físico, para los afectados que fueron espiados."

Así gestos como estos ponen de manifiesto actitudes consideradas como “red flags”, desde mandatos demodé sobre la intensidad del amor o el compromiso a través del celo ("te celo porque te quiero"), la posesión, el control y la hipervigilancia del cuerpo de la otra persona (a través de la virtualidad y los dispositivos), y de su intimidad, etc. Además, como explica Bordon, estas actitudes suponen una falla grave en la confianza con el otro y la construcción de una intimidad compartida.

“Las parejas que comparten una buena intimidad y comunicación no necesitan interpretar ni mirar el celu del otro a escondidas” porque saben lo que el otro está viviendo, de igual manera, el compromiso se trata de incluir al otro en mi vida, entendiendo que todos tenemos derecho a una vida propia e individual”. Además, realizar esta práctica sistemáticamente, explican los psicólogos, no solo no colabora con la pareja, sino que pueden aumentar las inseguridades, miedos y celos preexistentes, aumenta la posibilidad de malinterpretar la información sacada de contexto y acrecentar la beligerancia creando un círculo vicioso.

Tengamos en cuenta para cerrar que esta acción está tipificada como delito, y aunque aquí todavía la ley no es 100% clara y exhaustiva en lo que refiere a violencia digital, existen antecedentes que sitúan este accionar en un delito punible.

3 claves para un manejo responsable

Más allá de la mirada relacional-vincular, nos parece importante difundir buenas prácticas de seguridad personal y privacidad de nuestros datos e información, por eso les dejamos algunas claves para protegerte, según Irina Sternik, columnista de tecnología en la TV Pública:

  • Ponerle buenas claves al celular: ya sea huella digital o código de inicio, también patrón, aunque es el más simple de adivinar. Pero nunca sin nada, porque privacidad y seguridad van de la mano y un celular desbloqueado es como dejar nuestra información más íntima al alcance del mundo.

  • Tener doble factor de autenticación: en todas las cuentas que tengamos, para evitar un hackeo pero también una intromisión en nuestra información.

  • Chequear las configuraciones de privacidad: ya sea de Google o el servicio de correo, mapas y fotos que usemos para proteger o limitar la información recabada sobre nuestros movimientos diarios y asegurarnos de nuestra privacidad.

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