Créditos: Corbis
Por Gaspar Serú
En pleno verano y con temperaturas que no bajan de los 30 grados, qué mejor que aprovechar para hacer gimnasia en el agua. Realizar ejercicios en la pileta nos permite mejorar tanto nuestras cualidades físicas (flexibilidad, resistencia y fuerza) como también el equilibrio y la agilidad. Como si estos beneficios no alcanzaran, la rutina en el agua permite relajarnos y disminuir el estrés al cual estamos sometidos diariamente. Sí, porque, aunque sea verano, el estrés no suele tomarse vacaciones. La natación, además, es una buena alternativa para recuperarnos de lesiones y muy recomendable para personas con problemas de columna, rodillas y hombros, ya que el peso del cuerpo disminuye y esto favorece a las articulaciones por el menor impacto. Así que, ¿qué esperás? Ponete las pilas y tirate a la pileta.
Ejercicio 1: relajate
Una vez en el agua, en forma libre y en el lado de la pileta que sea menos hondo (lo mejor es que el agua te llegue a la cintura), comenzá a mover muy suavemente todos los grupos musculares haciendo círculos con brazos y piernas primero para adelante y después para atrás. Llevá las rodillas al pecho de a una a la vez, extendé bien los brazos hacia arriba. La idea es relajarte y entrar en contacto con el medio.
Ejercicio 2: saltos
Para empezar la rutina y entrar en calor de una, está bueno arrancar con una serie de distintos tipos de saltos. Primero, con el agua a la altura del pecho, empezá a saltar abriendo y juntando las piernas sin frenar el movimiento. Hacé tres series de quince repeticiones cada una. Después, hacé sentadillas (con el agua hasta la cintura). Parada, con los pies al ancho de hombros, realizá la sentadilla para luego extender y volver a la posición inicial. Realizá tres series de veinte repeticiones cada una. Por último, otra vez con el agua a la altura del pecho, saltá tratando de sacar del agua la mayor cantidad posible del cuerpo, para luego volver a la posición inicial y repetir el movimiento. Realizá tres series de quince repeticiones cada una, haciendo una pausa muy corta entre repetición y repetición.
Ejercicio 3: correr en el agua
¿Alguna vez lo intentaste? Es como tratar de correr con tobilleras pesadísimas. Lo bueno es que, en menos cantidad de tiempo, ¡trabajás mucho más! Con el agua a la altura del pecho, corré en el lugar levantando las rodillas y acompañando la carrera con los brazos durante un minuto. Hacé una pausa de dos minutos y volvé a empezar. Empezá con cuatro repeticiones y, cuando sientas que podés ir por más, andá agregando de a una repetición.
Ejercicio 4: boxeo en el agua
Con el agua a la altura del cuello, tirá trompadas para adelante con la mayor velocidad posible utilizando los dos brazos. Primero, para un lado, rotando un poco la cintura. Después, para el otro, rotando para el otro lado. Y por último, con los dos brazos a la vez empujando hacia adelante. Realizá tres series de veinte segundos cada una para cada uno de los ejercicios.
Ejercicio 5: nadar
Antes de terminar, y luego de un breve descanso para reponer energías, nadá la mayor cantidad de piletas posibles variando los estilos entre crawl, pecho y espalda. Es importante que controles la respiración y que hagas los movimientos de brazos y piernas completos. Cuanto más a conciencia sean, ¡mejor! Eso sí, tené en cuenta que aunque la natación es un entrenamiento que a simple vista parece fácil y recreativo, requiere disciplina para que sea efectivo y para, día a día, ir ganando resistencia y trabajar los músculos de forma integral
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