Muchas veces, el ritmo vertiginoso que impone la peluquería y la situación (inevitable) de la pileta, el pelo mojado y las ganas de no perder tiempo hacen que nos perdamos la posibilidad de maximizar los beneficios. Además, hoy en día el espacio de la peluquería se puede convertir en un mimo, un momento para disfrutar.
1- El diagnóstico
Hay tres grandes temas que no deberías obviar:
Estado del pelo: Lo chequea un experto en la silla antes de pasar a la pileta, porque siempre debe hacerse con el pelo seco. Para una óptima evaluación, tiene que indagar sobre tu tipo de alimentación, tus costumbres (si usás mucho el secador o la planchita), frecuencia con que te realizás cortes, baños de crema y aplicación de ampollas. Responder de la manera más honesta.
Si te vas a hacer color, iluminación o reflejos, preguntá cuál es la mejor técnica para tu tipo de pelo y cuánto tarda cada una (algunas pueden demorar casi tres horas). Las opciones de coloración son: la gorra, el papel o el peine, pero que te hagan una u otra depende de cada salón y del efecto final que quieras lograr. En el proceso de coloración, los pigmentos de amoníaco penetran en la fibra capilar abriendo la cutícula, por eso todo pelo teñido tiene que ser compensado con tratamientos y productos que ayuden a que la cutícula se cierre de nuevo.
El diagnóstico se realiza en dos partes: las puntas y el cuerpo cabelludo, que tiene las características de tu tipo de piel (con tendencia grasa o seca). Una buena evaluación debe medir el grosor del pelo (para tratarlo en caso de que sea extra fino o quebradizo), la diferencia de textura entre el cuero cabelludo y las puntas (para que en caso de que sea muy drástica, sea tratada de manera diferente en cada uno), y el brillo (un cabello opaco se resuelve con una ampolla de lino y vitamina E). Para equilibrar el cabello muy graso, cualquier fórmula con cítricos es efectiva.
2- La pileta+ el secador
Es el momento de mayor vulnerabilidad del tour. Muchas veces tardan en atenderte, no te asesoran hasta que no tenés el pelo mojado y cuando lo hacen, decidís a las apuradas porque te abruman con ofertas.
Preguntá: ¿Qué champú y crema me vasa aplicar?
A cada tipo de pelo le corresponde un combo diferente. Si tu pelo es mixto, exigí un lavado con champú para pelo graso o mixto y enjuague con una crema para pelo seco y que nunca toque el cuero cabelludo. Siempre podés exigir los productos que querés que te apliquen, y muchas veces hay varias marcas, que tienen otro valor.
La aplicación de la ampollita tiene como objetivo nutrir o dar brillo: si no necesitás aportarle estos factores, no es necesario que la apliques. Lo mejor es hablarlo antes de que te mojen el pelo. Lo que varía mucho, y en esto tenés que prestar atención, son los precios de cada una. Los componentes más frecuentes son las semillas de lino (hidratan) y las ceramidas (aportan vitalidad). También se puede optar por un baño de crema tradicional, que se completa con veinte minutos de calor y un enjuague; u otros más modernos, que se aplican sin salir de la pileta, apenas con la aplicación de un producto que no necesita secador. Otro tema importante es que las peluquerías venden productos, pero las ampollas son exclusivas para usar en los salones.
3- La silla
Es el encuentro con el estilista. A veces es el mismo que te realizó el diagnóstico, u otra persona. Es el momento de decidir un corte o un peinado. Tomate tu tiempo: la idea no es que te hagas un corte en serie, el mismo de la publicidad del salón, así que insistí hasta que estés conforme: ¿qué corte me conviene?, ¿qué cosas se tienen en cuenta para cortar el pelo?
Nuestro experto consultado, Gonzalo Paparella, de Linea Lina, asegura que se fija en el tipo de ropa que lleva puesta la clienta, el estilo que tiene y las manos, además de la cara y las cejas. De esta manera, saca un perfil y a partir de ahí crea un look personalizado. Esa es la tarea del estilista.
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