Cómo sobrevivir a una mudanza
Irte a vivir a otra casa es un cambio enorme que impacta también en tu interior; te damos algunas pistas para transitar este tsunami sin enloquecer (demasiado); ¿cómo transitaste tu último cambio de casa?
14 de marzo de 2012 • 10:58
Si estás organizada, la mudanza será mucho más fácil - Créditos: Corbis
Por Carolina Esses
Cajas y canastos inundan tu futuro ex departamentito, la lámparita cuelga del techo y tu adorado gato, que hasta hace un rato saltaba entre las cosas, ahora te mira como indagando: "Amiga, ¿en qué nos metimos?".
Morís por un cafecito, pero sólo un mago sabría en qué caja quedó. Ni hablar del suéter azul, aquél libro, tus CD...
Tu vida entera está embalada y tenés la sensación de haber quedado a la intemperie, debajo de la lluvia y sin paraguas.
Sola, con tu novio o amigas, una mudanza siempre implica un cambio interior; hagas la típica mudanza hormiga o tengas la súper empresa mudadora. Hay un sentimiento de pérdida: estás abandonando lo que hasta ayer fue tu refugio.
Tranquila, si bien no hay fórmulas para no sentir el terremoto, te damos algunas puntas para mantenerte en pie durante este movilizador momento.
Preparada...
Armá un cronograma: el traslado de las cosas es un tema, pero no el único. Contemplá de antemano otros ítems. Pensá que vas a tener que dar de baja el teléfono, internet.
Pedí ayuda: sola no vas a poder. ¿tenés amigos o familiares que puedan darte una mano? Bienvenido aquel que sume, aunque todo aquel que te crispe los nervios, gracias, pero no. El día de la mudanza es muy probable que no te encuentre con la faceta más calma de tu ánimo.
Contratá un servicio: si el tiempo disponible para el traslado es poco y el volumen a trasladar mucho, hay variantes, podés recurrir a una empresa de mudanzas o directamente a un flete. En ese caso, dejá claro si es con o sin peón, y/o cuántos vendrían. También podés recurrir al servicio de embalaje y desembalaje que ofrecen las mudadoras.
Calculá bien el presupuesto total: si vas a contratar a alguien, procurá que un empleado vaya a tu casa y te deje el presupuesto por escrito. No querés enterarte el día de la mudanza de cuánto encarece el hecho de que tu repisa oriental no pase por la puerta. También averiguá si se ocupan de armarte los muebles o de conectarte el lavarropas. En algunos casos, el costo del servicio de embalaje es un 10 por ciento del total de la mudanza, en otros es fijo según la cantidad de canastos. ¡También pueden desembalar! Lo que más encarece cualquier mudanza es el tipo de vehículo –camión, camioneta, etc.– y no la distancia a recorrer. Los fletes suelen cobrarte por hora y por peón. No te olvides de averiguar si los empleados cuentan con seguro de riesgo de trabajo. Lo ideal: si contratás servicio de embalaje y desembalaje, dicen que a las 15 horas. del día de mudanza ya tenés las camas tendidas. Así, cualquiera.
Lista...
Clasificá bien al embalar: si decidiste embalar todo vos, empezá por lo menos quince días antes a hacer acopio de cajas; limpialas y reforzalas. Ojo: pensá bien lo que guardás. Nada peor que perder tiempo porque no sabés dónde metiste tal o cual cosa. Pensá que el tiempo que inviertas en empacar ordenadamente lo vas a ganar al desempacar.
Planificá un desembalaje veloz: para acelerar la devolución de canastos el día en que te mudes, al armarlos cubrilos con una sábana atada en las puntas o una bolsa, así no necesitás acomodar en tiempo récord para poder devolverlos: sacás la bolsa o la sábana atada y ya. Siempre que no haya objetos frágiles. Es ideal para trasladar ropa, sábanas, manteles, etc.
Ojo con qué embalás: evitá usar papel de diario; mancha todo. Si podés, optá por franelas o papel de seda.
Rotulá cada caja: en la misma etiqueta, anotá en qué ambiente del departamento nuevo va cada caja. Así, quien descargue va a saber dónde apoyarlas.
Elegí bien tu interlocutor: el día de la mudanza, es importante tener un solo interlocutor entre los empleados de la mudadora. Concentrá tus pedidos y tus eventuales reclamos en él o ella.
Cuidado con las plantas: Si están en maceta, no es problema. Ahora, si querés llevarte el rosal del jardín, asesorate. Para tu planta va a ser todo un shock. Habrá que recortar raíces y podar arriba. Una vez trasplantadas, utilizá productos antishock.
Evaluá con qué te quedás: aprovechá para desprenderte de lo que ya no tenga sentido conservar. Preguntate si eso lo usaste alguna vez en los últimos tiempos y arrancá en tu nuevo depto sin pesos innecesarios.
¡Misión cumplida!
Devolviste los canastos. Cambiaste la cerradura. Ubicaste las plantas según la luz y el aire que tenían en tu antiguo depto. ¡Tenés tu primer imán de delivery! Si sos súper obsesiva, tal vez al tercer día de mudada ya tengas la casa divina y estés pidiéndole una tacita de azúcar a tu simpático y, ¡ojalá!, soltero vecino. Tené en cuenta que estás en la curva descendente del estrés, que tarde o temprano el cansancio te va a pegar; no llenes la agenda de obligaciones.
Si sos capaz de vivir semanas –o incluso meses– sin desarmar cajas, lo mejor será asignarles un espacio definido, como para no tener que estar sorteando obstáculos a cada paso.
En cualquier caso, date tiempo. Descubrí ese cafecito que va a suplantar al de tu antiguo barrio. Disfrutá de hacer de la casa nueva tu lugar.
¿Cómo mudar perros y gatos?
Los perros son más apegados a las personas; y los gatos, más territoriales, así que el cambio tal vez les cueste un poco más a los felinos. Pero van a necesitar tu ayuda para sentirse seguros. Intentá que se queden en casa los primeros días, hasta que se adapten. Llevales su cucha, sus juguetes. Instalales su almohadón cerca de algún mueble conocido. Hasta que estén más cancheros en su nuevo barrio, sacalos a pasear con correa. Y mimalos, te necesitan.
Tres cosas que pasan siempre
Algo se rompe. Embalaste todo con sumo cuidado, pero se hace trizas un plato, una copa. Quizá represente el quiebre que implica todo cambio. Cierta zona de angustia que, por más cuidadosas y atentas que seamos con nosotras mismas, hay que transitar.
Algo se pierde. En ese ir y venir de cajas, despedidas y acomodamientos hay algo que no encontrás. Tal vez aparezca con el correr de los días. Tal vez no. Es la zona de error o de azar con la que tenemos que aprender a lidiar. La prueba de que no todo, siempre, depende de nosotras.
Algo se encuentra. Aparece una carta, una remera. Te llegan recuerdos que no tenías del todo presentes. Y sí: detrás de nosotras hay una historia –pequeña, intensa, propia– que reaparece en momentos clave y viaja con nosotras no importa dónde esté nuestra casa.
Expertos consultados:
Elba Serafini, Lic. en Psicología.
Cora Kelsey, veterinaria.
Cecilia Murray, Lic. en Paisajismo.
Jorgelina García, Gerente general de Verga Hnos.
Elba Serafini, Lic. en Psicología.
Cora Kelsey, veterinaria.
Cecilia Murray, Lic. en Paisajismo.
Jorgelina García, Gerente general de Verga Hnos.
¿Cómo te organizaste en tu última mudanza? ¿Cómo viviste este gran cambio? ¿Qué recomendás? Compartí tu experiencia.
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