El valor de lo atemporal: una ceramista muestra detalles inspiradores de su casa en Belgrano

Eugenia es la cofundadora de Curadoras, una marca de cerámica de autor que dice presente en cada ambiente, y confiesa que se enamoró de cada detalle del lugar y procuró conservar lo máximo posible. Desde las aberturas, los pisos, la grifería y los azulejos del baño hasta las molduras originales: como una verdadera amante del oficio y de lo artesanal, se encargó de conseguir un yesero que restaurara y replicara algunos sectores que estaban dañados, “algo que implica muchísimo trabajo”, aclara. 

El edificio tiene un pulmón verde propio que es glorioso e invalorable en una ciudad como Buenos Aires. Son jardines no transitables, pensados exclusivamente para las vistas de los residentes, un ecosistema en su ley que atrae pájaros y que les aporta ventilación natural a este 2 ambientes cuya principal característica es su diseño atemporal.  

El interiorismo de Eugenia potencia aún más este departamento en el que cada adorno, color y detalle está cuidadosamente pensado.  

Para las paredes de la cocina semiintegrada, optó por un color rojizo que remitiera a la tierra y al barro, de donde sale el material que moldea a diario. Los bajomesadas y alacenas con diseños curvos se resolvieron de manera económica con MDF pintado con látex blanco y fenólico de pino teñido en la tonalidad del roble. El piso de calcáreos que mantienen ese efecto antiguo fue diseñado a medida y es el mismo que te recibe al entrar. Las banquetas blancas de la barra dan paso al living comedor, un espacio que se amplió al unirse con un antiguo segundo dormitorio.  

Como en su casa solo trabaja en cuestiones administrativas, bajo la ventana del living tiene un escritorio lleno de luz y con vista al jardín para inspirarse y dejarse atravesar por la naturaleza.  

El baño fue un flechazo a primera vista y dejarlo tal cual estaba fue un rotundo acierto. Con su bañadera y sus azulejos turquesas vibrantes, rematados por una cuarta caña del mismo color, un pequeño espejo ovalado y el cactus apoderándose de la esquina, logra un contraste y complemento perfecto: “Creo que tiene un diseño potente, a prueba del paso del tiempo”, confiesa Eugenia.  

Si bien mantuvo la esencia en todo lo que pudo, hubo algunas actualizaciones necesarias que tuvo que realizar, como la instalación eléctrica. La calefacción, por su parte, es mediante estufas a gas y la ventilación natural, debido a la corriente y las paredes gruesas, suficiente para refrigerar.  

En el dormitorio, cada elemento tiene un relato. Una alfombra al pie de la cama es un aguayo comprado en Salta, mientras que una estantería de los años 50 fue un hallazgo de un anticuario. Detalles que dan cuenta de su pasión por lo auténtico y lo artesanal.  

 

Eugenia y su socia, Vanessa, iniciaron su proyecto con la venta de macetas y productos vinculados con la botánica. Con el tiempo, viró hacia el diseño de vajilla, lámparas y otros “objetos atractivos”. Su oficio se manifiesta en cada rincón de su casa: colores, adornos, el equipamiento de la cocina y el esfuerzo por cuidar detalles como las molduras originales afirman su militancia estética.

“Busqué distintas referencias para configurar el interiorismo; elegí la paleta, la curvatura de los muebles de cocina y el equipamiento de cada espacio”. Y se nota. Porque su casa tiene estilo, vida y buen gusto. Tres cosas que no son fáciles de fusionar, pero que acá se equilibran perfecto.  

En pleno corazón de Barrancas de Belgrano, Casa Bunge es mucho más que un edificio patrimonial: es un viaje al pasado con estilo francés y espíritu porteño. Construido a principios del siglo XX, su fachada con detalles ornamentales y sus techos altos de casi cuatro metros cuentan historias de otra época. Los pisos de madera, las molduras y el patio interno le dan ese toque cálido que enamora.

Los dibujos y detalles de herrería aparecen no solo en las rejas de los patios, sino también en las barandas de los espacios comunes, como en las de la escalera principal, que conserva plenamente su esencia. Aunque no se sabe con certeza quién lo diseñó, el nombre de Emilio Bunge –ex intendente de Buenos Aires entre 1894 y 1896– aparece en los planos originales.

Hoy, es un emblema arquitectónico del barrio y, con su café en esquina, un punto de referencia para los vecinos, demostrando que el pasado también puede ser cool.