Maia es economista.
Vivió sola en Nueva York por seis años, con varias mudanzas encima y sin un lugar de pertenencia demasiado fijo. Un lunes de 2008, aterrizó de nuevo en la Argentina y ese mismo viernes, casi como una señal, encontró su refugio, ese espacio suyo, que la hizo sentir en casa. El edificio era una ex-fábrica de chocolates, que se convirtió en un complejo de viviendas, lleno de luz y verde, con enredaderas que trepan piso a piso.
Las puertas de los departamentos son creación del artista Leandro Erlich (que este año la rompió en el Malba con su exposición "Liminal"): son bibliotecas que juegan con la idea del pasadizo secreto de las películas de misterio. En este caso, al traspasarla, sorprende la casa de Maia: súper canchera,
con techos de doble altura, grandes ventanales y conexión entre los espacios. "¡Encontré un loft neoyorquino en Villa Crespo! –dijo apenas entró– y me encantó". El proyecto de diseño estuvo a cargo de las arquitectas Michelle Daniel y Solana Rutenberg, de Estudio SM (
@smestudioarq), que generaron una estética bien net con toques industriales."Yo vivía en la 47 y Segunda y
pasé a Villa Crespo sin sentir la diferencia", se ríe Maia.
Este espacio amplio, conectado y con salida a la terraza con parrilla tiene pisos de madera, techo de hormigón visto y carpinterías negras. El estudio SM realzó las características del lugar con un estilo net de colores neutros y texturas suaves. En el living, se destaca una biblioteca de piso a techo que exhibe objetos de viajes y su colección de libros, porque tanto Maia como su novio historiador son grandes lectores: "Me encanta sentarme en el sillón a leer un sábado por la mañana con mi mate, ¡que tanto extrañaba!". El espacio se armó con un sofá en L (Goral Deco), mesas ratonas (Teodoro Elementos) y de arrime (Vint Market) y un mueble con esterilla (Carola Mauer Modular) que conecta con el comedor. En ese sector, cobran protagonismo la mesa gris con sillas negras (Estudio SM), la iluminación colgante (Hupp) y dos cuadros circulares de la artista Soledad Lacorte (
@soledad_lacorte) que Maia compró en BADA. "Mi casa es muy rectangular y me gusta que estas obras rompan un poquito con ese concepto".
La barra conecta el comedor con la cocina, que tiene muebles laqueados y mesada de granito. Como el resto de la casa, recibe mucha luz natural y la vista verde de la enredadera, que se complementa con sus plantas de interior en macetas de colores pasteles. "Me encanta cenar e irme a dormir temprano. Como mi novio también vivió mucho tiempo afuera, nos entendemos en nuestro estilo de vida, que es más yankee". A Maia también le gusta recibir gente y preparar la mesa con muchos detalles: "Me crié en una casa donde todos eran bienvenidos y eso lo heredé. Y si bien soy cero ama de casa, me gusta que todo esté ordenado e impecable". Su novio dice que, cuando reciben visitas, se potencia su modo limpieza. Al poco tiempo de mudarse, hizo un asado con sus amigos para inaugurar su casa. "Hoy, este es mi lugar. Mi espacio de paz y tranquilidad".
El dormitorio fue lo primero que se terminó: "Generamos un ambiente de paz, bien personal, con poca información y formas que surgieron de la propia morfología del espacio", explican las arquitectas. Por eso, diseñaron una cama con respaldo, mesas de luz y estantes integrados, aplique de pared y velador con pantalla blanca. "Me acuerdo de que la primera noche dormí sola, porque mi novio estaba de viaje. Era noviembre, hacía mucho calor y me costó acostumbrarme a los nuevos ruidos. Pero despertarme acá me encantó".
Los sábados disfruta mucho de su depto: le gusta el silencio de la mañana y salir tempranito a la terraza a leer diarios del mundo o un libro de ficción. En la semana, desayuna en su casa a las corridas –"¡menos los jueves, que hay medialunas en el laburo!"–, va religiosamente al gimnasio y después se enfoca en la oficina, donde trabaja muy a mil. Cuando vuelve, necesita la tranquilidad de su refugio.
Al abrir la puerta/biblioteca se llega a este hall de recepción que balconea al sector social. Las arquitectas diseñaron el espacio con un mueble bajo de guardado, una alfombra de yute y un banco disruptivo en color mostaza: "Cada espacio tiene su objeto wow que llama la atención, pero siempre con líneas simples". Después, sumaron detalles: verde, luz y arte. "Definitivamente, mi casa tiene mi personalidad. Y haber elegido este lugar habla mucho de mi ojo estético, más allá de ser una persona hiperestructurada e intensa en lo laboral".